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En una explosión que muchos ya comparan con la toma del Capitolio, hace dos años en Washington, centenares de seguidores del ex presidente brasileño Jair Bolsonaro invadieron este domingo la sede del Congreso Nacional, el Palacio presidencial y la sede de la Corte Suprema de Brasil en una violenta manifestación que pide una intervención militar para derrocar al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, una semana después de su asunción.
En medio de una gran conmoción dentro y fuera de Brasil, Lula anunció poco más tarde que decretaba la intervención federal en la seguridad en el Distrito Federal (la capital, Brasilia), hasta el 31 enero, y prometió el castigo a los «vándalos» que protagonizaron las tomas.
Luego de más de cuatro horas de máxima tensión, autoridades de Brasil confirmaron que la Policía recuperó el control de los edificios y logró desalojar a los manifestantes, en un operativo que incluyó gases lacrimógenos y enfrentamientos. Hay al menos 150 detenidos.
Una marea de manifestantes vestidos de amarillo y verde -los colores de la bandera y de la campaña de Bolsonaro- asaltó poco después de las 2 de la tarde las sedes de los tres poderes del Estado en la capital brasileña, en un estallido inédito de violencia que desató enseguida una ola de condenas dentro y fuera del país.
El grupo de manifestantes ultraconservadores, que defiende tesis golpistas, superó una barrera policial y subió la rampa que da acceso al techo de los edificios de la Cámara de los Diputados y del Senado.
Afuera, en la explanada del edificio, la Policía intentó dispersar a los manifestantes con gases lacrimógenos.
Los seguidores más radicales del ex presidente de ultraderecha destruyeron barreras de protección y armados con palos enfrentaron a los agentes que intentaron contener, sin éxito, la entrada de los manifestantes, que poco después irrumpieron también en el Palacio presidencial del Planalto y en el edificio del Supremo Tribunal Federal (STF).
Los manifestantes golpistas rompieron vidrios, cámaras de seguridad, armarios y despachos en el Planalto y el STF, según informó Globo News.
La avalancha de ira logró frenarse varias horas después, cerca de las 19, cuando la policía informó que la situación estaba bajo control en los tres edificios y que cerca de 30 personas habían sido arrestadas.
Lula, que asumió la Presidencia de Brasil el pasado 1 de enero, estaba este fin de semana de viaje en la ciudad de Araraquara, en el interior de San Pablo, en una visita prevista desde el viernes para ver zonas de desastre causados por las lluvias.
Desde allí, el mandatario prometió que los autores de semejantes actos de violencia «serán castigados».
Visiblemente ofuscado e indignado, el presidente informó que decretó la «intervención federal en la capital» y prometió un pronto castigo para los «vándalos» que tomaron los edificios oficiales, y anunció que volvería a la capital para visitar los sitios atacados.
Además, lanzó duras críticas contra Bolsonaro, de quien dijo que «escapó» para no entregarle la banda presidencial, algo inédito en décadas de democracia en el país.
Llegaron en caravanas de todo el país, mientras Bolsonaro se encuentra en Orlando, Estados Unidos, adonde viajó tras abandonar el poder. El domingo 1º de enero no estuvo en la asunción de Lula en Brasilia.La situación fue comparada con la invasión al Capitolio, el Congreso de Estados Unidos, en enero de 2020 para desconocer la derrota electoral del entonces presidente Donald Trump, aliado de Bolsonaro, frente al demócrata Joe Biden.
«Estos actos antidemocráticos deben sufrir el rigor de la ley», afirmó el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco.
La presidenta del Partido de los Trabajadores (PT) gobernante, Gleisi Hoffmann, acusó al gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, un aliado de Bolsonaro, de haber liberado la zona para permitir el avance de los golpistas.
Los manifestantes estaban en las oficinas de los colaboradores de Lula y rompiendo los objetos a su paso dentro del Planalto, según la televisora CNN Brasil.
El secretario de Seguridad de Brasilia es Anderson Torres, quien fuera ministro de Justicia de Bolsonaro.