El dólar experimentó un aumento de 12 centavos en República Dominicana este jueves 20 de marzo de 2025, alcanzando un precio de venta de RD$63.26, según los datos oficiales del Banco Central de la República Dominicana (BCRD). La entidad fijó las tasas de cambio de la siguiente manera: RD$62.80 para la compra y RD$63.26 para la venta. Este ajuste refleja una ligera depreciación del peso dominicano frente a la moneda estadounidense, un fenómeno que, aunque moderado, tiene implicaciones económicas relevantes para el país.
El incremento, aunque pequeño en términos absolutos, se enmarca en un contexto donde el BCRD mantiene como prioridad la estabilidad de precios, un mandato constitucional respaldado por la Ley Monetaria y Financiera No. 183-02. La subida del dólar puede atribuirse a diversos factores, como la demanda estacional de divisas, el comportamiento de los mercados internacionales o las dinámicas internas de la economía dominicana, que depende en gran medida de las remesas, el turismo y las exportaciones como fuentes de ingresos en dólares.
En comparación con jornadas recientes, este ajuste de 12 centavos podría ser parte de una tendencia gradual de depreciación del peso, influenciada por el entorno económico global y local. Por ejemplo, el fortalecimiento del dólar a nivel internacional, impulsado por políticas monetarias de la Reserva Federal de Estados Unidos o por la incertidumbre geopolítica, suele tener un impacto en economías emergentes como la dominicana.
Impacto en los precios de bienes importados: República Dominicana importa una cantidad significativa de bienes, desde alimentos hasta combustibles y tecnología. Un dólar más caro eleva los costos de estas importaciones, lo que podría traducirse en un aumento de precios para los consumidores. Dado que la inflación es una preocupación clave para el BCRD, este incremento podría requerir medidas de política monetaria para evitar que se traslade plenamente al índice de precios al consumo.
Las remesas, que representan una fuente vital de divisas para el país (superando los 10,000 millones de dólares anuales en años recientes), se vuelven más valiosas en pesos dominicanos con un dólar más fuerte. Esto podría beneficiar a las familias receptoras, aumentando su poder adquisitivo interno, aunque el impacto neto dependerá de cómo evolucionen los precios locales.
El turismo, otro pilar de la economía dominicana, podría verse favorecido indirectamente, ya que un peso más débil hace que el país sea más atractivo para los visitantes extranjeros con dólares. Sin embargo, las exportaciones podrían enfrentar retos si los costos de producción (muchos de los cuales dependen de insumos importados) se encarecen, afectando la competitividad en mercados internacionales.
El BCRD ha demostrado en el pasado su disposición a intervenir en el mercado cambiario para suavizar fluctuaciones abruptas, como lo hizo en 2023 con una inyección de 200 millones de dólares. Si esta subida de 12 centavos marca el inicio de una tendencia más pronunciada, el banco podría optar por medidas similares para mantener la estabilidad, especialmente en un año donde se proyecta un crecimiento del PIB cercano al 5% y una inflación controlada dentro del rango meta.
Aunque el aumento es modesto, los movimientos en el tipo de cambio suelen generar atención en la población y los agentes económicos. Una depreciación sostenida podría afectar la confianza en la moneda local, llevando a una mayor dolarización informal de la economía, un fenómeno que República Dominicana ha buscado evitar históricamente.
La subida del dólar a RD$63.26 no parece, por sí sola, un evento alarmante, pero sí pone de manifiesto la sensibilidad de la economía dominicana a las fluctuaciones cambiarias. En un contexto de relativa estabilidad macroeconómica proyectada para 2025, con un crecimiento robusto y una inflación manejable, este tipo de ajustes requiere monitoreo constante. El BCRD tiene herramientas para mitigar impactos mayores, pero el equilibrio entre fomentar el crecimiento y controlar la inflación será clave. Para los ciudadanos, el efecto más inmediato podría sentirse en el costo de vida, mientras que para los sectores productivos, la atención estará en cómo este cambio afecta sus márgenes y competitividad.
LRS