Si en la campaña electoral de 2016 Donald Trump estigmatizó a los mexicanos como “criminales y violadores” que cruzaban la frontera, este 2024 lo hizo con Venezuela. Los reportes policiales que prueban la presencia del Tren de Aragua, la banda de origen venezolano, en varias ciudades de Estados Unidos, fueron suficientes para reenfocar su narrativa antiinmigrante con un nuevo objetivo: los venezolanos recién llegados. El candidato republicano ha reiterado una y otra vez el bulo de que la inseguridad en Caracas ha disminuido más de un 70% porque los criminales locales fueron enviados a Norteamérica. Los datos oficiales no le importan al candidato: la inseguridad en las urbes estadounidenses ha disminuido en el último año.
“Venezuela se ha convertido en un tema de la campaña electoral y la caracterización del problema migratorio de los Estados Unidos, de acuerdo a la retórica de Trump. Este menciona a Venezuela un día sí y el otro también, y lo hace de una manera muy despectiva y peligrosa”, dice Carmen Beatriz Fernández, consultora y experta en marketing político, y agrega, “pese a esto, una porción importante de los venezolanos que están naturalizados y pueden votar, concentrados principalmente en Miami, Orlando y Tampa, lo apoyan. Son llamados los magazolanos, que se arropan bajo su famoso eslogan Make America Great Again (Hagamos grandioso a Estados Unidos otra vez)”.
Venezuela vivió en el siglo XX cuarenta años de una democracia afianzada que comenzó a resquebrajarse con la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999. En este sentido, los paralelismos entre Trump y el fallecido expresidente venezolano saltan a la vista: ambos comparten el talante autoritario, la virulencia del lenguaje, la agresividad con la que tratan al adversario; pero los venezolanos que huyeron del chavismo (y ahora del madurismo) ven al republicano como un líder exactamente opuesto al que dejaron atrás: un político con una ideología de derecha y un billonario generador de riqueza.
El fenómeno no deja de sorprender siendo Venezuela un país con una larga tradición socialdemócrata en el que nunca hubo una derecha como la europea o la norteamericana. “Pasa en Estados Unidos e inclusive en Madrid, donde los venezolanos se han acercado a Vox”, comenta Fernández, quien sostiene que la tendencia se reproduce entre otras comunidades que han padecido regímenes socialistas.
Cuando se trata de política estadounidense, los venezolanos se comportan de forma parecida a los cubanos, sobre todo en Florida, pero la convicción del voto como herramienta de poder político es un rasgo inequívoco del exilio. Según datos del censo, estos representan a los latinos más registrados para votar en Estados Unidos con respecto al tamaño de su población, alrededor de 120.000 a nivel nacional, aunque es probable que con las recientes naturalizaciones y los hijos de inmigrantes que alcanzaron la mayoría de edad, la cifra haya crecido. Los latinos en total representan el 14,7% de todos los votantes habilitados para sufragar el 5 noviembre, unos 36.200.000 de los más de 65 millones que viven en el país.
El impacto del voto venezolano dentro del pastel es pequeño (liderado por los mexicanos y puertorriqueños), pero se trata de una comunidad con una notoriedad cada vez mayor. La Encuesta de la Comunidad de la Oficina del Censo de Estados Unidos (ACS, por sus siglas en inglés) del 2023 ubica que los venezolanos en Estados Unidos superan las 900.000 personas y ocupan el décimo lugar entre las diez comunidades latinas de mayor población en el país.
¿Republicanos o demócratas?
Los venezolanos de la primera ola migratoria (los que llegaron a Estados Unidos entre el 2005 y el 2015), pertenecen a los sectores más altos de la sociedad. El censo los catalogó como los inmigrantes con el nivel educativo más alto entre todos los inmigrantes del país, pero una vez instalados comenzaron a identificarse con Trump y su movimiento. “La crisis en Venezuela se agudizó en el 2017 y empezó a llegar mucha más gente. Trump se proclamó ‘el anticomunista más grande de la historia’. El senador Marco Rubio también jugó un rol clave en la relación del exilio venezolano con los republicanos porque el expresidente le delegó el manejo de la relación con América Latina. Se impusieron sanciones al petróleo venezolano y vendieron la idea de que venían acompañadas de una acción militar. En Venezuela se corrió la bola de la llegada de los marines y acá también. Comenzaron a fanatizarse, al igual que los cubanos”, explica Eduardo Gamarra, director del Programa Latino Public Opinion Forum en la Universidad Internacional de Florida.
En las elecciones de 2020, Biden ganó solo por 7,4 puntos el condado de Miami-Dade (Clinton lo hizo con 29,4 puntos de ventaja y Obama por 23,7 puntos), y el voto de los venezolanoamericanos a favor de Trump tuvo mucho que ver. Hacia el final de su mandato, el republicano emitió una orden ejecutiva con la que protegió a los venezolanos de la deportación y el trumpismo creció entre los recién llegados.
Sin embargo, el álbum familiar del exilio no está completo solo con los miles que viven en Florida. Una porción importante se ha asentado en Texas, Georgia, Nueva York, y poseen una posición política distinta a la de sus pares en Miami y sus alrededores. “En el 2016, los venezolanos votaron mayoritariamente por Hillary Clinton. Recuerdo que hicimos grupos focales en los que estos veían a Trump como un Chávez catire (rubio), pero eso ha cambiado. Ahora hay un movimiento bastante grande que se inclina por el partido republicano, pero no llega al 50% de los registrados para votar. Es decir, el voto venezolano es más demócrata, particularmente fuera de la Florida”, revela Gamarra.
En este sentido, la Administración Biden le concedió a la diáspora el Tratado de Protección Especial (TPS) y el Parole humanitario, pero Trump ahora amenaza con eliminarlo de regresar a la Casa Blanca. “Si comparas hoy a los venezolanos con los cubanos, colombianos, nicaragüenses, los primeros son los que aún mantienen una identidad demócrata a pesar del liderazgo que sigue alineado con Trump. Este no solo ha atacado a Venezuela por el tema del Tren de Aragua durante toda la campaña, a la fecha no ha mencionado el 28 de julio”, apunta Gamarra.
La relación con Venezuela
El voto venezolano en Estados Unidos está dividido en estas elecciones, pero la fractura viene de atrás. Cuando en 2020 la famosa presentadora y podcaster venezolana Érika de la Vega declaró en una entrevista que votaría por Joe Biden, fue duramente tildada en redes de “comunista” y “chavista” por un sector extremista de la diáspora en Miami. Justo en esa esquina se encuentra la hija de José Luis Rodríguez El Puma, Liliana Rodríguez, una caraqueña que apoya a las fuerzas democráticas lideradas por María Corina Machado en Venezuela, pero sigue fervientemente a Trump. Este también es el caso del popular cantante Nacho, quien se dejó ver en un reciente mitin de Trump en Florida.
En contraste con personajes de la farándula, un nutrido grupo de escritores, académicos e intelectuales venezolanos están alineados con los demócratas, y otros hasta militan en el partido. La venezolana Carla Bustillos es una de las voceras de la campaña de Kamala Harris, y miembro del grupo “Venezolanos con Kamala”; mientras Luisana Pérez Fernández es la directora de Medios Hispanos de la Casa Blanca.
“Nuestra diáspora está absolutamente polarizada. Me doy cuenta cada vez que publico una caricatura sobre política estadounidense. Si hago una que se inclina más hacia un lado que al otro, comienza una guerra en los comentarios tipo Armageddon”, cuenta Rayma Suprani, caricaturista y voz destacada del exilio venezolano, que votará por primera vez en esta elección. “No tengo ninguna emoción, me va a tocar votar por el menos malo otra vez. Es una desilusión y tiene que ver con los parámetros con los que se han medido los candidatos. Este país ha tenido líderes con una gran visión y un sentido de unidad nacional que no veo en estos comicios. Kamala no ha dicho prácticamente nada de Venezuela y es obvio que no le interesa, y Trump amenaza con su retórica a la inmigración que vive aquí con TPS o asilo. Varios amigos me han dicho que no le votarán precisamente por el riesgo que representa para sus familiares con alguno de estos programas”, agregó.
El tono amenazante de Trump contra la prensa también representa para Suprani una afrenta contra la democracia, y lo sabe por experiencia propia. Por una caricatura contra Hugo Chávez fue despedida del diario El Universal de Venezuela, y tuvo que irse poco tiempo después del país para evitar más represalias.
Desde Boston, Ricardo Hausmann, exministro venezolano y profesor de la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard, dice que votará sin dudarlo por Harris. “La alianza entre el Gobierno de Biden y la oposición venezolana ha sido muy útil: permitió los comicios del 28 de julio. Los demócratas también se han portado muy bien en no reconocer a Maduro como presidente. Por su parte, Trump dice ahora que los venezolanos somos unos ‘criminales’, y percibo que el entusiasmo hacia él ha disminuido dentro de la comunidad”, asegura.
En entrevista con Telemundo, Kamala Harris se pronunció por primera y única vez sobre Venezuela durante la campaña, y negó cualquier tipo de intervención militar si llegara a convertirse en presidenta del país. “Nosotros no vamos a usar nuestras fuerzas militares allí. Estados Unidos debe mantenerse firme en el respeto de la voluntad de los venezolanos en esa elección, y por eso hemos emitido sanciones”, señaló.
Todo apunta que no habrá grandes diferencias en la política de la Casa Blanca hacia Venezuela, gane quien gane. “Venezuela es uno de los pocos temas dentro de la polarizada política norteamericana en la que hay un consenso bipartidista. Otra cosa es lo que crea Maduro, quien ha dicho que Trump le conviene más. Él sabe qué esperar de los demócratas, pero ve una oportunidad de acercamiento con los republicanos”, afirma Carmen Beatriz Fernández. Una exasesora del republicano reveló que el expresidente llegó a alabar a Maduro en privado por ser “fuerte” frente a sus enemigos. Pese a esto, el divorcio entre los venezolanos y el republicano aún parece un tema pendiente.