Sebastián del Pilar Sánchez
Fue la propuesta a la alta dirección del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) hecha el miércoles 6 de junio de 1979 por el dirigente José Ovalle Polanco para que la selección de su candidato presidencial se llevara a cabo en unas elecciones primarias, con la participación de todos los miembros de sus comités de base, no en la tradicional convención o asamblea de delegados, para así, frenar el control que tenía la tendencia del presidente Silvestre Antonio Guzmán Fernández sobre sus siete dirigentes.
Dicha fórmula fue dada a conocer a través de los medios de comunicación, en un documento donde su autor planteó la conveniencia de que, “el candidato del PRD no debemos elegirlo un pequeño grupo de delegados sino toda la dirigencia y militancia en forma directa”, es decir, los 32 militantes de los organismos citados; precisando que “La razón de la propuesta no es otra que nuestro convencimiento de que la violencia grupal que amenaza cada día con más frecuencia y fuerza la integridad del partido, tiene su origen en ese mal disimulado forcejeo de los grupos por el control de los comités, dado que los delegados salen generalmente de entre sus componentes”.
El escrito continuaba indicando que “una vez establecida la elección mediante primarias, con votación directa, carecerá de importancia cuántos comités y delegados se controlan; y en cambio, cada aspirante dirigirá entonces sus afanes electorales hacia la captación de la simpatía de la enorme militancia perredeísta, lo que a su vez se traducirá en un mejor comportamiento político, moral, ideológico y administrativo de sí mismo y de sus seguidores”.
Por sus vivencias en Nueva York durante la década de 1970 y su experiencia política como uno de los líderes de la Juventud Revolucionaria Dominicana, Ovalle entendía que ese método de elección del candidato presidencial funcionaría bien en suelo quisqueyano, permitiendo a su partido “desarrollar una actividad sin precedentes en los comités de base, en los campos y barrios de todo el país”.
Sin embargo, la propagación de su fórmula originó una crítica severa del vicepresidente de la República, licenciado Jacobo Majluta, durante una reunión de la alta dirección del PRD en la cual señaló que su proponente había incurrido en un acto de indisciplina al plantearla a través de los medios de prensa, ya que era opuesto a sus responsabilidades como dirigente de esa entidad y del grupo que sostenía la precandidatura presidencial del senador Salvador Jorge Blanco.
Al amparo de criterios ideológicos, también se pronunció el historiador Eligio Gabriel Serrano García, quien observó -como miembro del comité del Distrito del PRD, en declaraciones ofrecidas el martes 12 de junio al periódico Última Hora- que los medios de comunicación no eran la vía para divulgar dicha fórmula ni había llegado el tiempo de establecerla como método de escoger el candidato de esa agrupación política, cuya tarea inmediata era “su definición ideológica, lo que resolvería la lucha grupal”.
Su observación indicaba además que “la brega por candidatos presidenciales desune al PRD”, dado que “en la presente etapa la unidad perredeísta puede y debe quedar sellada con la definición del carácter doctrinal del partido, si seremos o no socialista democrático” para establecer un comportamiento y un compromiso -sea quien sea el candidato- “que vaya colocado en los rieles programáticos y tácticos del proceso estratégico que lo movería hacia el futuro”.
Serrano García igualmente argumentó que “quien crea que la unidad interna se puede soldar a espalda de los principios, estará construyendo un monstruo con pies de barro, porque los principios son las leyes que rigen los procesos históricos y los movimientos revolucionarios”. Y vaticinó que “hasta que no se defina el carácter ideológico de nuestra organización cada quién seguirá teniendo independencia de criterios en lo externo y diferenciación en torno a qué debe servir el perredeísmo”; advirtiendo que “el PRD tiene dos tareas inmediatas. Una interna y la otra externa. En lo interno debemos comprender que en el presente lo que va es la definición ideológica”.
Franco, De los Santos, Yeara y Rutinel apoyan primarias
El primero en acoger la Fórmula Ovalle fue el doctor Pedro Antonio Franco Badía, entonces, síndico del Distrito Nacional y aspirante presidencial del PRD, quien la presentó con entusiasmo a sus seguidores durante un acto de masas, y a éste siguió -de manera sorprendente- la postura del dirigente balaguerista profesor Eleodoro de los Santos, que la respaldó al considerarla buena y válida para liberalizar su Partido Reformista que, indicó, “durante mucho tiempo estuvo exento de una democracia interna funcional”.
Esas palabras fueron pronunciadas durante una comparecencia en el programa “Entrevistas”, producido y conducido por el periodista Félix A. Gómez, en Onda Musical, donde el dirigente reformista le pidió al doctor Joaquín Balaguer que adoptara dicha fórmula y la extendiera a la elección de los candidatos a diputados, senadores, síndicos y regidores de su partido, “a fin de que la militancia activa pueda participar en la elección de los candidatos” que terciarían en los comicios de 1982, ya que “ese debe ser el norte fundamental de nuestra poderosa organización”.
Consideró que Balaguer debía estar consciente de que esa iniciativa no mermaría su liderazgo, por lo cual le correspondía ser el primero en respaldar el imperio de la democracia interna para impulsar una organización que se encontraba en un proceso de evolución y requería el surgimiento de nuevos líderes capaces.
En esa misma onda se manifestó el doctor Jorge Emilio Yeara Nasser, en un artículo publicado el jueves 21 de junio de 1979 en el diario matutino Listín Diario, titulado “La Proposición-Fórmula, una salida democrática en el PRD”, donde aseguró que la propuesta de Ovalle había calado en la base de esa organización por su carácter esencialmente democrático y encuadraba “en el sistema de votación para la elección del candidato presidencial y vicepresidencial, con participación de todos los sectores perredeístas a nivel nacional, porque abre igual oportunidad democrática a todos los miembros del PRD para elegir el candidato de su simpatía”.
El conocido diplomático añadió que esa fórmula constituía un legado para sostener “la amplia democracia de gobierno y partido” y que ésta debía “prevalecer dentro de los organismos directrices” de esa organización igual que había acontecido dentro de los partidos Liberal de Colombia y Acción Democrática de Venezuela, que en 1978 “resolvieron su problemática interna con una fórmula parecida a la planteada por el señor Ovalle, de la elección de los candidatos con participación de la militancia a nivel nacional”. Se refería al doctor Julio César Turbay Ayala, ganador de las elecciones colombianas y a Luis Piñerúa Ordaz, derrotado entonces por el socialcristiano venezolano Luis Herrera Campins.
Por su parte, el jueves 21 de junio de 1979 el ingeniero Tonty Rutinel Domínguez consideró que por su carácter unificador la Fórmula Ovalle podría poner fin a la violencia grupal que afectaba la institucionalidad del PRD, ya que había concitado el apoyo de la militancia perredeísta, lo que la convertía en una “fórmula mágica” para fortalecer un partido que “había sentado escuela en no esconder nada al pueblo y vivir en casa de cristal” donde se debaten las ideas “a los ojos de todo el pueblo”. También para revitalizar la estructura orgánica perredeísta y la acción de “institucionalizar el país, borrar los nidos de la corrupción y establecer las bases del desarrollo económico sostenido”, en la administración de Antonio Guzmán.
Rutinel señaló que “hemos vivido de tendencia en tendencia y de grupo en grupo. Ahora tenemos la responsabilidad de mantener la unidad del Gobierno y del Partido. Es necesario acabar con la violencia grupal que se manifiesta a diario, marginando y despreciando una serie de valiosos compañeros, por lo que la única forma de terminar con esta situación es terminar con el método de que sea un pequeño grupo de delegados el que elija el candidato presidencial”.
Peña impone fórmula de los 13
El domingo 7 de junio de 1981 el Pleno Nacional de Dirigentes del PRD, en una prolongada sesión de diez horas de duración, efectuada en el hotel Sheraton de la Capital, aprobó una modalidad de primarias relativamente diferente a la “Fórmula Ovalle», propuesta por el secretario general y líder de esa entidad, doctor José Francisco Peña Gómez, como un mecanismo intermedio que estableció que fueran 13 los electores por cada comité de base con la responsabilidad de elegir el candidato presidencial.
Esa solución -bautizada con el nombre de «Fórmula de los Trece»- fue respaldada por el presidente Antonio Guzmán y los aspirantes presidenciales con un protocolo garante de que la votación en los organismos electores se mantuviera en absoluto secreto hasta que fuera conocida por la undécima convención nacional, para impedir que los partidarios de un precandidato vencido se enteraran previamente de su fracaso y pudieran provocar una alteración en las actas. Por eso, los presidentes de las convenciones de base, junto a los representantes de las tendencias fueron forzados a insertar en urnas de madera los resultados de las votaciones y guardarlos en las sedes de los comités municipales.
De ahí que la iniciativa de Peña Gómez fue aceptada a plenitud en el litoral jorgeblanquista, bajo el convencimiento de que contribuiría a dotar de transparencia el proceso electoral para evitar la manipulación de candidaturas y la corrupción en pequeña escala denunciada cuando el candidato presidencial era escogido por 500 o 600 delegados; y ese fue el motivo por el cual Ovalle hizo suya la Fórmula de los Trece que normaría las elecciones internas de noviembre de 1981 en los 10 mil comités de base organizados por la dirección perredeísta en el país.
En esas primarias resultó favorecido el senador Jorge Blanco, quien obtuvo 44 mil 997 votos de un total de 78 mil 571, para un 57 por ciento; superando a Majluta que logró 29 mil 278 (37%); al síndico del Distrito Nacional, doctor Pedro Antonio Franco Badía, que obtuvo la cantidad de 3 mil 436 votos y a don Manolo Fernández Mármol, quien alcanzó 0.8%, Durante la celebración de la convención que ratificó esos resultados la noche del domingo 25 de noviembre de 1981, el nombre de Ovalle ocupó la atención de los asambleístas al ser mencionado -junto a Ivelisse Prats-Ramírez de Pérez, Vicente Sánchez Baret, José Rodríguez Soldevila y Manuel Fernández Mármol- como posible compañero de boleta del doctor Jorge Blanco, aun cuando en un documento entregado al periodista Alfredo Freites, del periódico Última Hora, el martes 4 de agosto anterior instó a sus compañeros a desestimar esa posibilidad, alegando que “su única y gran aspiración dentro del PRD es la de llevar al doctor Salvador Jorge Blanco a la presidencia de la República”.
Ovalle explicó entonces que “la candidatura vicepresidencial constituye uno de los factores de negociación que pueden asegurar que los perredeístas salgamos monolíticamente unidos en la undécima convención nacional”.
Por último, se debe recordar que el doctor Jorge Blanco, cuando se juramentó como jefe del Estado, el 16 de agosto de 1982, le ofreció el cargo de secretario de Estado sin cartera a su antiguo jefe de campaña y esté rehusó aceptarlo debido a que desde esa simple posición le sería imposible hacer nombramientos y cumplir las promesas electorales.
Ovalle encabezaba el llamado Movimiento de las Bases, principal soporte del triunfo jorgeblanquista y contaba con el firme respaldo de los ingenieros Rutinel Domínguez, José Altagracia Michelén Stefan, Pedro Bonilla Mejía, el politólogo Juan José Encarnación Soto y otros dirigentes perredeístas.