Por Jaime Bruno
Para el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no es de gran importancia que el próximo domingo la ceremonia que se realizara para el cambio de mando presidencial, o que el gran ídolo brasileño, Edson Arantes do Nascimento, conocido mundialmente como Pelé, haya fallecido; y no es secreto que todos los medios de comunicación conocen de las intenciones que tiene el Político brasileño y oficial militar retirado, quien se prepara para viajar a Estados Unidos esta semana antes de finalizar su mandato y no presentarse al solemne acto ceremonial de toma de posesión presidencial.
Sea un viaje confirmado oficialmente, de negocios o de placer, nos da una idea por donde vienen las cosas. El gobierno de Bolsonaro está marcado por matices de controversias, burlas, ideas descabelladas y corrupción. El dolor de cabeza es que el pasado 30 de octubre en segunda vuelta, Luiz Inácio Lula da Silva, candidato presidencial del Partido de los Trabajadores ganó las elecciones presidenciales en Brasil. Lula Da Silva se convertirá en la primera persona en ser electa tres veces para el cargo presidencial en la historia de su país. Es increíble pensar que después de malsanas persecuciones políticas y grandes batallas legales, el próximo domingo, día de año nuevo, Lula tomará posesión como el 39.º presidente de la República Federativa del Brasil.
Al finalizar de las pasadas elecciones en Brasil, se produjeron una serie de manifestaciones en todo el país, bloqueos de carreteras con camiones y marchas de ciudadanos contrarios a la victoria de Lula. Al igual que su homologo, el presidente estadounidense, Donald Trump, el político ultraderechista, Jair Bolsonaro, no reconoció la victoria de Lula Da Silva, de hecho, aun no lo ha aceptado públicamente. La comparación con Trump es como verse en el espejo, Bolsonaro, un líder de corte autoritario que al igual Trump ha abrazado un nacionalismo sin filtro cuyo atractivo populista surge en parte por su uso de Twitter y su historial de hacer comentarios impulsivos sobre las mujeres, la comunidad LGBT y grupos étnicos. De igual manera que al también su homologo Danilo Medina Sánchez, expresidente de la República Dominicana, el saliente mandatario pretende no asistir a la entrega de la banda presidencial al presidente electo por la mayoría.
El temor es inmenso, por lo que sus familiares más cercanos se encuentran en miami, probablemente en un balneario de Mar-a-Lago, propiedad del magnate y expresidente estadounidense Donald Trump. Son varias las similitudes entre estos tres populistas políticos. El simbiótico de Bolsonaro, no desea bajo ninguna circunstancia abrazar similitudes de índole legal a sus homólogos, huye al reflejo de ellos en su persona. Donald Trump está sometido a una serie de procesos legales muy serios y su segundo reflejo Danilo Medina, tiene a varios familiares y funcionarios de su gobierno encarcelados. Dice un dicho popular, “ALGO HUELE MAL EN DINAMARCA”. Es probable que Bolsonaro emprenda la huida hacia el norte, porque bajo ese esquema de procesos políticos que están en pleno desarrollo, Jair Bolsonaro, el fascista, autoritario y futuro expresidente no esté dispuesto a enfrentar lo que ciertamente ve venir.
