CIUDAD DE WASHINGTON, 4 de marzo de 2024. Según un nuevo y revelador informe del Grupo Banco Mundial, en todo el mundo, la brecha de género en el trabajo es mucho más amplia de lo que se pensaba.
Cuando se tienen en cuenta las diferencias legales relacionadas con la violencia y el cuidado infantil, se observa que las mujeres gozan de menos de dos tercios de los derechos que tienen los hombres. Ningún país brinda igualdad de oportunidades a las mujeres, ni siquiera las economías más ricas.
La última edición del informe La mujer, la empresa y el derecho (i) ofrece un panorama completo de los obstáculos que enfrentan las mujeres para ingresar a la fuerza de trabajo mundial y contribuir a una mayor prosperidad para ellas mismas, sus familias y sus comunidades.
En este documento se amplía el alcance del análisis, puesto que se agregan dos indicadores que pueden ser cruciales para expandir o restringir las opciones de las mujeres: la seguridad frente a la violencia y el acceso a los servicios de cuidado infantil.
Cuando se incluyen esas mediciones, se observa que las mujeres están amparadas, en promedio, por solo el 64 % de las protecciones legales de las que disponen los hombres, un valor mucho menor que la estimación anterior, del 77 %.
La brecha de género es aún mayor en la práctica. Por primera vez, en el informe se evalúa la diferencia entre las reformas legales y los resultados reales para las mujeres en 190 economías.
El análisis revela una brecha alarmante en la implementación. Si bien según las leyes vigentes las mujeres, en teoría, gozan de aproximadamente dos tercios de los derechos de los hombres, los países han establecido, en promedio, menos del 40 % de los sistemas necesarios para su aplicación plena.
Por ejemplo, 98 economías han promulgado leyes que exigen que las mujeres reciban igual remuneración por trabajo de igual valor. No obstante, solo en 35 de ellas —menos de una cada cinco— se han adoptado medidas de transparencia o mecanismos de cumplimiento para abordar la brecha salarial.
Para que la aplicación de las leyes sobre igualdad de oportunidades sea efectiva, se debe contar con un marco de apoyo adecuado, que incluya mecanismos de cumplimiento sólidos, un sistema para monitorear las disparidades salariales relacionadas con el género y servicios de salud para las mujeres que sobreviven a situaciones de violencia.
“Las mujeres tienen el poder de dar un fuerte impulso a la tambaleante economía mundial”, afirmó Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del Grupo Banco Mundial. “Sin embargo, en todo el mundo, las leyes y prácticas discriminatorias les impiden trabajar o poner en marcha negocios en igualdad de condiciones con los hombres.
Si se cerrara esta brecha, el producto interno bruto mundial podría aumentar más del 20 % —es decir, básicamente se duplicaría la tasa de crecimiento mundial en la próxima década—, pero las reformas en esta área se han desacelerado de manera notoria.
En el informe La mujer, la empresa y el derecho de 2024 se identifican las medidas que pueden adoptar los Gobiernos para acelerar el avance hacia la igualdad de género en las empresas y el derecho”.
La brecha en la implementación pone de relieve cuánto trabajo queda por delante, incluso para los países que han instituido leyes sobre la igualdad de oportunidades.
Togo, por ejemplo, se ha destacado entre las economías subsaharianas pues ha promulgado normas que otorgan a las mujeres aproximadamente el 77 % de los derechos de los que disponen los hombres, esto es, más que cualquier otro país del continente.
No obstante, hasta ahora ha establecido apenas el 27 % de los sistemas que se necesitan para una aplicación plena. Esta proporción es típica en las economías de África subsahariana.
En 2023, diversos Gobiernos se mostraron enérgicos en sus avances en tres categorías de reformas legales referidas a la igualdad de oportunidades: remuneración, derechos parentales y protección en el trabajo.
Aun así, casi todos los países tuvieron un magro desempeño en las dos categorías que se analizaron por primera vez: el acceso al cuidado infantil y la seguridad de las mujeres.
Las deficiencias son mayores en el área de la seguridad, donde la puntuación promedio mundial es de solo 36.
Esto significa que las mujeres están amparadas por apenas un tercio de las protecciones legales que necesitan frente a la violencia doméstica, el acoso sexual, el matrimonio infantil y los femicidios.
Si bien 151 economías cuentan con leyes que prohíben el acoso sexual en el lugar de trabajo, solo 39 lo prohíben en los espacios públicos. Esto a menudo impide que las mujeres usen el transporte público para ir a trabajar.
Asimismo, la mayoría de los países obtuvo puntajes bajos en lo que respecta a las normas sobre cuidado infantil. Las mujeres dedican, en promedio, 2,4 horas al día más que los hombres a tareas de cuidado no remuneradas, la mayor parte, dedicadas a los niños.
La ampliación del acceso a los servicios de cuidado infantil tiende a aumentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral en alrededor de 1 punto porcentual inicialmente, y ese efecto aumenta a más del doble en cinco años.
En la actualidad, solo 78 economías —menos de la mitad— proporcionan algún tipo de apoyo financiero o tributario a los padres y madres con hijos pequeños. Solo 62 —menos de un tercio— han establecido normas de calidad para los servicios de cuidado infantil, sin los cuales posiblemente las mujeres duden en salir a trabajar si tienen niños a su cargo.
Las mujeres también enfrentan obstáculos importantes en otras áreas. En relación con la actividad empresarial, por ejemplo, solo una de cada cinco economías exige que se apliquen criterios con perspectiva de género en los procesos de las adquisiciones públicas, lo que significa que las mujeres se ven excluidas en gran medida de una oportunidad económica cuyo valor se estima en USD 10 billones al año.
En lo que respecta a la remuneración, las mujeres ganan solo 77 centavos por cada dólar que se paga a los hombres.
La diferencia en los derechos se extiende hasta la jubilación. En 62 economías, la edad de jubilación no es la misma para hombres y mujeres.
Estas tienden a vivir más, pero debido a que reciben una remuneración menor cuando trabajan, dejan por un tiempo el ámbito laboral cuando tienen hijos y se jubilan antes, terminan con prestaciones jubilatorias más bajas y mayor inseguridad financiera en la vejez.
“Urge más que nunca acelerar los esfuerzos para reformar las leyes y promulgar políticas públicas que empoderen a las mujeres para que puedan trabajar, crear empresas y hacerlas crecer”, señaló Tea Trumbic, autora principal del informe.
“Hoy en día, apenas la mitad de las mujeres participa en la fuerza laboral mundial, mientras que, en los hombres, la proporción llega casi a tres de cada cuatro. Esto no solo es injusto, sino que constituye un despilfarro.
Aumentar la participación económica de las mujeres es clave para amplificar sus voces y configurar las decisiones que las afectan de manera directa. Los países simplemente no pueden darse el lujo de dejar de lado a la mitad de su población”.