Por Simeón Arredondo
Poeta y escritor dominicano residente en España
simeonarredondo@gmail.com
La Real Academia de la Lengua Española define el acróstico como una “composición poética constituida por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman un vocablo o una frase”, o como la “palabra o frase formada con la composición acróstica”. Este tipo de composiciones, cuyo origen se atribuye a creaciones de los poetas provenzales, fue ampliamente usado en la literatura europea de la edad media, específicamente en Francia, España e Italia.
El nombre de la reina Isabel de Borbón (1602-1644) aparece en un acróstico en el drama “La Corte del Buen Retiro” del escritor Patricio de la Escosura (1807-1878). Pero mucho más hacia atrás, el prólogo de la famosa obra “La celestina” de Fernando de Rojas, publicada en 1499, está constituido por un extenso acróstico en el que se descifra la siguiente expresión: “El bachiller Fernando de Rojas acabó la Comedia de Calisto y Melibea y fue nascido en la Puebla de Montalbán”.
Estos datos no dejan lugar a dudas de que el acróstico en la lengua castellana se usa desde hace varios siglos. Actualmente en la República Dominicana, y de manera específica, en San Pedro de Macorís, lo cultivan con cierta notoriedad los poetas Félix Ramírez Sepúlveda y Amantina Nolasco. De la última acaba de salir a la luz el libro “Acrósticos bíblicos”, cuyo título nos dirige inmediatamente a dos aspectos esenciales de la obra. Primero, los poemas que contiene son acrósticos, y segundo, la temática que tratan es, o se refiere a un contenido de la biblia.
Estos dos aspectos distintivos en la primera obra que publica Amantina Nolasco, la convierten en un libro singular dentro de la bibliografía petromacorisana y dominicana. No abundan los poemarios construidos en su totalidad en forma de acrósticos. Ni son tan frecuentes los poemas dedicados a temas bíblicos. En este caso, la autora construye un poema bajo la modalidad del acróstico para cada uno de los libros de la biblia. Esto es, entrega al lector 66 poemas con los títulos de los respectivos nombres de dichos libros justo en el orden que aparecen en la biblia, especificando además la clasificación correspondiente al antiguo y al nuevo testamento.
¿Quién sería capaz de afirmar que lo siguiente no es un poema?:
Derrota en Horma.
Escenario abierto.
Unidad de lucha.
Tentaciones demoníacas.
Exhortaciones mosaicas.
Recepción de órdenes.
Odio idolátrico.
Nefastas acciones.
Obediencias exigidas.
Mar rojo.
Israel recatado.
Organizaciones de tribus.
¿Y quién negaría que estos doce versos constituyen una síntesis del contenido del último libro del pentateuco? De ese mismo modo se exponen, describen y resumen en “Acrósticos bíblicos” uno a uno todos los libros que componen las sagradas escrituras. La poeta echó a andar su ingenio y su creatividad, y logró reunir en un volumen breve todo el contenido de la biblia expresado en la forma más bellas de comunicar, que es la poesía.
La poesía ha sido descrita de diferentes maneras. Poetas, críticos, teóricos, ensayistas y tratadistas le han asignado múltiples definiciones. Para el teólogo y poeta español del siglo XVI, Fray Luis de León, la poesía es “una comunicación del aliento celestial y divino.” Amantina Nolasco parece haber asumido como buena y válida esta definición, y apoyada en su convicción ha lanzado un manojo de poemas que no la desmienten.
Y apropósito de Fray Luis de León, este importante humanista tradujo del hebreo al español la más hermosa de las composiciones bíblicas, el Cantar de los cantares, y realizó un estudio acerca de la misma que ha sido ampliamente analizado y difundido. También el connotado poeta dominicano Tomás Castro Burdiez escribió un magnífico poema recreado en el Cantar de los cantares, extraordinaria inspiración de Salomón que Amantina Nolasco describe de la siguiente manera:
Cantos sublimados.
Ansias y deseos.
Niditos de arrullos.
Túnicas placenteras.
Ascensos etéreos.
Rimas danzarinas.
Esencia de ósculos.
Sigilos armónicos.
Al igual que en el resto de los que componen el libro, en este poema se aprecia una estructura consistente en versos cortos separados por el punto y aparte, lo que se conoce como pausa versal, que es una forma elegante de hacer poesía. El uso de este recurso da a la obra un valor estético importante y a la vez simplifica su lectura, aunque no necesariamente su escritura.
Del mismo modo es notable la presencia de numerosos epítetos muy bien seleccionados y otras figuras literarias que también contribuyen a la calidad del texto. Por mencionar algunas, podemos señalar la presencia de las siguientes:
Aliteración, figura literaria que consiste en la “repetición de sonidos en un verso o un enunciado con fines expresivos.”
“Una lumbrera que / alumbra los caminos”. (San Juan, pag. 66).
“Endecha de dicha.” (Hebreos, pag. 81).
Retruécano, figura retórica también llamada conmutación, consistente en “la reorganización diferente de los elementos de una oración en otra oración subsiguiente”, normalmente iniciando la siguiente frase u oración con la palabra que ha concluido la anterior.
“Oferta de la luz / Luz de refulgencia”. (Colosenses, Pag. 74).
Oxímoron, figura que consiste en la “combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido.”
“Silencios a voces.” (Hebreos, pag. 81).
Antítesis, figura que consiste en la “oposición de una palabra o una frase a otra de significación contraria.”
“Espera inesperada.” (2 tesalonicenses, Pag. 76).
Como se ve, no faltan los recursos lingüísticos correctamente combinados en los “Acrósticos bíblicos” de Amantina Nolasco, en los que la poeta no deja espacio para dudas sobre su fe, su convicción cristiana y sus conocimientos bíblicos. Queda claro que ha leído y estudiado la biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y que su contenido le ha inspirado a adentrarse en sus pasadizos por medio de la poesía.
Interpretar y analizar poéticamente la biblia es un acto de valentía. Constituye una proeza que sólo puede lograr una persona dotada de las herramientas que proporciona el conocimiento, y una conexión con lo divino que se consigue a través de la fe. Como se lee en el subtítulo de la obra, la autora nos cursa “una invitación a leer la biblia”, invitación que todos debemos aceptar.