Boeing en picada: Cuando los aranceles vuelan más alto que los aviones-
Por Luis Rodríguez Salcedo
Quién iba a pensar que los aranceles podían volar. Pero en la guerra comercial desatada por Donald Trump, no solo volaron tarifas y acusaciones, también lo hicieron —o dejaron de hacerlo— los aviones de Boeing, que ahora ven cómo su pista en China se llena de neblina… o de Airbus.
En un movimiento que combina diplomacia dura con contabilidad fría, China ha decidido suspender sus compras de aviones Boeing. No se trata de un capricho, sino de una respuesta cuidadosamente embalada en cajas de resentimiento económico, dirigidas al país que un día le vendía tecnología y hoy le impone sanciones. ¿El blanco? Uno de los pocos sectores donde Estados Unidos aún mantenía superávit comercial: la industria aeronáutica.
Y vaya que dolió. Boeing, que ya venía con turbulencias tras los escándalos del 737 MAX, ahora enfrenta algo más fuerte que una tormenta: el castigo del mercado chino, ese mismo que soñaba con miles de aviones nuevos en los próximos años. Pero que ahora, curiosamente, empieza a mirar con ojos de deseo a Airbus… y hasta a su propio modelo doméstico, el COMAC C919. ¡Sorpresa!
¿Y qué dice Washington? Nada nuevo. El discurso patriótico sigue elevando a Boeing como símbolo de grandeza americana, sin mencionar que muchos de sus tornillos, chips y paneles también vienen de Asia. Ironías del comercio global: queremos vender, pero sin comprar.
Mientras tanto, miles de trabajadores estadounidenses, esos que supuestamente se beneficiarían de las guerras arancelarias, observan con desconcierto cómo los contratos se esfuman y las líneas de producción se ralentizan. El sueño de “hacer grande a América otra vez” parece haberse estrellado contra una pista sin acuerdos.
La lección parece clara: en economía, las guerras no se ganan con retórica ni se pilotean con orgullo nacionalista. Y en esta batalla comercial, los aranceles han volado muy alto… pero los aviones, cada vez menos.
