Por: Ana María Céspedes*
«El eco en el viento
de la más bella melodía.
Espejo de mi imaginación
y mis recuerdos Pasión y locura.
Escribo para exorcizar
los fantasmas que me habitan».
En la inspiración de un cuento, una novela, un poema, la idea comienza con un pensamiento cualquiera que nos atosiga a medida que va creciendo, multiplicándose en torno a esa idea que nos ciñe y nos altera. Puede ser un verso que nos envuelve por entero y nos llena de significaciones trastornadoras.
Porque un poema, puede inspirarnos irritación, placer o hastío; nos arroba con su musicalidad, o nos hostiga y nos atormenta como un problema. Si pasa de la periferia de nuestro universo a su centro; llegando a ser entonces, ese lugar de asombroso prodigio, más que un simple juego de palabras, es un aflorar del espíritu, una innovación; ahí nace un metapoema.
Sin embargo, tan entretejidos y profundos misterios hay en el nacimiento de la poesía como en la metapoesía, ya que ambas fluyen inmersas en ausencias y olvidos, amores y recuerdos ahogados o emergiendo de algún pozo de blancas aguas sombrías; donde se convierten en los paisajes de los días, hecho con materiales de deshechos amontonados; por eso carecen de valor alguno sin esa mirada al interior, a veces turbulenta, y a pesar de la sabiduría de los humanos.
Una parte de nuestras vidas y de cada vida significante, transcurre buscando las razones del ser huyente y frágil. La rebelión del yo interno, a la perdida de lo efímero de la propia existencia, mientras mira la osamenta de amores muertos o resucitados en el verso; las mareas o la silueta de una mujer en un tronco seco, aun de pie.
MUJER DE PAJA
Tronco encina
silueta de mujer
estirándose al despertar
entre la bruma.
Se mecen en el paisaje de su pelo
Margaritas silvestres
Hiervas.
Es su cabellera de paja seca
En la lírica que se establece en mi poética, tal vez encuentre la metapoesía, en la arena movediza en la que se agita el verso en el poema.
Mujer de lluvia en la ventana
El otoño ocupó hoy sus dominios
Baña con sus lágrimas lo que queda de tus hojas a punto de caer.
-Mi yo se estremece en evocación silente.
-En el anochecer de mis días
En oscuro rincón…Mi alma duerme
Las imágenes, las técnicas expresivas y los elementos del verso, que por su naturaleza libre, ofrecen varias lecturas, poniendo al servicio el instrumento dialéctico de mi poética; se verán agitados por la Metapoesía, impulsándome a adquirir otras formas, cuyas intuiciones impulsan el lenguaje narrativo, singular y sistemático. Ya que cada contenido exige su propio estallido; siendo el verso, el lenguaje de la poesía, donde caben todos los sentimientos.
Si pasan de la periferia de nuestro universo a su centro, llegando a ser entonces, ese lugar de asombroso prodigio, más que un simple juego del espíritu, una innovación, donde nace un poema, sin embargo, tanto entretejido y profundos misterios hay en el, que es un nuevo descubrimiento; puesto que el poema en la metapoesía, esta esperando a ser codificado y descodificado, llevándolo a un escrutinio o nueva interpretación del poema mediante un sutil y retorcido proceso conceptual; de una mirada mucho mas interiorizada de la poesía. La clave es la mirada al interior, aunque no supone una ruptura con el poema en si mismo; lo cuestiona y lo enfrenta.
Desde esta concepción ideológica y estética, o desde un análisis contenido, esencial, que tiene que ver con nuestra cultura, nuestra historia y vida personal. Una rebelión en nuestro yo interno anteriormente conocido y que de pronto se convierte en algo completamente inédito.
ESCRIBO
La escritura es mi casa ideal
donde hábito
me conduce a la poesía
que convierte la palabra
en masaje al corazón
cuando duele.
Es un canto al amanecer.
un latido fuerte en el costado
calambres en el vientre.
Es la poesía
El eco en el viento
de la más bella melodía
Espejo de mi imaginación y mis recuerdos
Pasión y locura.
Cuando las razones del amor nos colocan como un insecto en una telaraña.
Escribo para exorcizar
los fantasmas que me habitan.
- Ana María Céspedes es presidente de ACUDEBI.