Por Rosina Anglada /

Carlos Márquez es un poeta y periodista que eleva su ‘Canto a Claudio ‘desde el dolor del silencio’ desde la pena que le produjo la partida inesperada de su hermano, con apenas 52 años.

Conmocionado, paralizado ante lo irreversible, brotan estos versos que nombro “Llanto interminable por la muerte de mi hermano”, expresión superlativa del amor fraterno y profundo que se profesaban.

Carlos, cinco años mayor que Claudio; niñez compartida con alegrías, juegos y tristeza, Claudio, atropellado por un vehículo a la tierna edad de cuatro años, herido en su pecho y carita desfigurada, milagrosamente sobrevivió.

Cuánto dolor compartieron; esperar que curaran las heridas para seguir jugando a las escondidas, a Pisácolá, el amor y los cuidados mutuos que se prodigaban, incrementó el cariño en ambos hermanos.

El canto conmueve; casi todos hemos tenido un hermano, cómplice, más compinche que otro, un hermano al cual le basta una mirada para reconocer lo que buscamos, lo que queremos, que estando juntos alcanzamos el cielo, pues nos aceptamos tal cual somos.

‘Canto a Claudio’, muestra esa fraternidad, esos gustos compartidos, afinidades de ideas y pensamientos, reflexiones, miradas en una misma dirección ante lo que acontece en el entorno; los cambios de nuestras ciudades, de la gente, las tristezas compartidas, las mutuas conversaciones.

En el texto el poeta hace un recuento de toda la vida junto a Claudio, recreando los duros instantes, cuando estudiaban, cuando protestaban en las calles; las mudanzas que hacía la madre para proteger a sus hijos y, recuerda a Guido Gil, a Pablo Liberato, a los mozuelos asesinados del Héctor J. Diaz; a Rafael Almonte Suero, joven líder campesino acribillado a balazos, a Negra, ’madre de la hospitalidad’, Onavis, Maestro, discreto y eficaz,  Nadia amorosa y solidaria y a Claudio ‘gladiador, titán de la palabra y los debates, quien cosió en la máquina Singer, alimentos y brebajes’ para curar sus quebrantos.

El autor no deja de mancionar a su padre Yillo Márquez, ‘vendedor de sueños y sandalias’ ‘genio bailador de sones tocados por los grillos’.

En la extensa pieza literaria que es ‘Canto a Claudio’. el autor clama por justicia social, que todos tengan derecho a la alimentación y a la felicidad y  que haya ‘platos y calderos felices’.

Entre una diversidad de figuras literarias el poeta aboga por salud ‘sin cuotas de recuperación’, sin ‘ARS indolentes’; al tiempo que nos lleva al barrio con sus pregoneros de viandas, de frutos, junto al que compra todo que es viejo, como expresión de la cotidianidad.

En la obra el autor estampa la contaminación acústica que producen las bocinas de los colmadones y los motoconchos, junto al punto del tráfico en las esquinas.

En el poema, tanto a Carlos como a Claudio, ambos periodistas y poetas, les duele el legislativo irrespeto de  ‘un país descongresado’, en el que se ‘levantan las palmas con sendas manos’ para hipotecar la patria, así como‘empresarios corroídos’ a quienes no les importa un ‘tsunami de precios’.

En el discurrir de los versos, Claudio denuncia las AFP que via las ‘tarjetas de crédito, prestan a los duenos sus ahorros al módico 80%, y que ese bochorno se legitima en código de avaricia y usura’.

En su pregón, Claudio ironiza con la suerte de los conservadores, quienes se adueñaron por siempre del presupuesto nacional, de la banca, la iglesia, los curas y los templos.

Para Claudio..los conservadores nacen con su flor, en el trasero.

Dice que los cajuiles viven hastiados de ‘impuestos que no cesan, mientras la deuda de la patria nunca salda.

El Canto a Claudio desaprueba que la niñez se vea en la necesidad de sobrevivir ‘limpiando cristales de sábilas’, bajo los semáforos en las esquinas de las calles, en vez de acudir a las escuelas.

El poeta advierte que mientras se ratitifican y perpetúan los males sociales, ‘fogones barriales aguardan’, fogones barriales esperan.

En el fondo, Carlos Marquez, el autor es un poeta ‘errante y atormentado’ que se rebela inconforme contra los dioses, maldice la miseria humana, no encuentra consuelo, pues ya no tiene a quien contar sus desengaños y frustraciones.

Es que tras la desaparición física de su hermano, Claudio, el autor de la obra poetica citada ya no tiene quien le hable de Armand Mattelart ni de Ignacio Ramonet, ni quien le recuerde a Antonito que murió de tuberculosis a los trece annitos.

Pero no todo es congoja en Canto a Claudio, llega el momento en que la esperanza se apropia del texto y del constexto y se produce el brindis.

‘Brindo enorme apiario, frescura de ajies morrones, brindo por una revolución tecnálogica industrial en democracia, revolucion de la ensenanza.

Brindo gratuitos manantiales saboreados en cada esquina de la patria’

Por igual se oye el eco de la voz de Claudio, pregonando la esperanza que se añora, y ese pregonar de Claudio, se escucha en el baluarte de El Conde, la oye el Santo padre, la escuchan los pedófilos, estremece los Acuerdos Stand-by y llega a conmover el Foro de Davos.

Rosina Anglada 4 de mayo 2023.

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