Esa visión al parecer quedó en el pasado, cuando Pekín ha acaparado el dominio geopolítico en la región.
La administración de Biden presiona ahora en la APEC por un pacto económico limitado y en los últimos meses ha intensificado las sanciones contra China, el mayor enemigo para la primacía global de Estados Unidos.
La cumbre de APEC llega como una oportunidad para que Jinping se encuentre con Biden en suelo estadounidense.
Se espera que ambos mandatarios se reúnan este miércoles (la primera vez desde noviembre del año pasado en la cumbre del G20 en Bali) para tratar temas candentes, como Taiwán.
La nación asiática, asediada por el régimen chino, en dos meses celebra elecciones en las que Washington teme la injerencia de Pekín que pretende robar su soberanía -incluso por la fuerza- de esta isla democrática autogobernada.
Un vocero gubernamental expresó ciertas esperanzas de que Xi y Biden puedan «abrir nuevas vías de comunicación» en medio de las expectativas de Washington de restablecer el contacto entre ambos ejércitos, considerado especialmente vital para gestionar una crisis en Taiwán.
Sin embargo, otros lo ven únicamente como una extensión o un acápite del Foro Económico Mundial, creador de la Agenda 2030 y del plan sobre el llamado Nuevo Orden Mundial, una visión globalista que intenta desplazar y eliminar las bases fundamentales del capitalismo occidental en el planeta.
Según Jude Blanchette, especialista en China del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, «incluso los países de la región que están preocupados por la creciente agresividad de China siguen teniendo relaciones económicas con China y, prefieren un vínculo estable entre Estados Unidos y el régimen asiático».
Y es precisamente esto lo que preocupa a Washington desde el gobierno del presidente Donald Trump, quien aplicó severas medidas contra China con el propósito de restringir su expansión global y en especial en Amética Latina y el Caribe, donde tiene una singular presencia, inversiones y grandes préstamos.
Las acciones de Pekín se han convertido en los últimos 10 años en una seria amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos y su poderío militar, industrial, económico y geopolítico.
Del lado latinoamericano, luego de idas y venidas sobre su participación, el mexicano socialista Andrés Manuel López Obrador confirmó su presencia en San Francisco.
A pesar de las tensiones con México, la presidenta peruana Dina Boluarte debe llegar el martes a San Francisco, donde también es esperado el mandatario chileno, Gabriel Boric junto a su homólogo colombiano, Gustavo Petro, quien desea que la nación sudamericana sea incorporada al Foro
«Ahora nos reuniremos con EEUU, China y otros países de América y Asia en California para inscribir a Colombia en las economías del Pacífico, la región económica más importante del mundo», escribió Petro este domingo en X.
Ninguno de los gobiernos ha adelantado su agenda en San Francisco, a donde llegan dos semanas después de participar en la llamada Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP), organizada por Washington.
El Foro en San Francisco, y no en Washington, luce más bien como un encuentro de izquierda para trazar pautas globalistas en terreno de extrema izquierda estadounidense.
En estos momentos, la conocida socialista Agenda 2030 ha logrado menos de un tercio de los objetivos que se había trazado para el 2023 y las perspectivas no son para nada halagüeñas, según un reciente informe de alerta del presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, Antonio Manuel de Oliveiras Guterres, quien dirigió la Internacional Socialista desde 1999 hasta el 2005.
La APEC, que habla de «economías» en lugar de «países», incluye excepcionalmente a China y Taiwán, que estará representado por el empresario Morris Chang.
Quien no es esperado en la cita es el presidente de Rusia, Vladimir Putin. En su lugar asiste el viceprimerministro Alexei Overchuk, el ruso de más alto nivel que pisa suelo estadounidense desde la invasión de Ucrania.
Entre los aliados de Estados Unidos que asistirán a la APEC están el primer ministro australiano, Antony Albanese; el primer ministro japonés, Fumio Kishida, y el presidente surcoreano, Yoon Suk Yoel.
La Casa Blanca afirma que San Francisco fue elegida por sus lazos históricos con Asia y su papel central en la tecnología mundial, pero innumerables dudas e incertidumbre sobrevuelan el encuentro, que aún no se sabe en detalles el verdadero propósito de Washington.
También resulta poco probable que la APEC pueda dejar de lado la guerra entre Israel y Hamás y la guerra en Ucrania.
Entre los miembros de la APEC no sólo se encuentra Indonesia, el país de mayoría musulmana más poblado del mundo, sino también la vecina Malasia, donde el Primer Ministro, Anwar Ibrahim, se dirige a San Francisco desafiando los llamados al boicot por el apoyo de Estados Unidos a Israel.
Estados Unidos, inmerso en una descomunal deuda pública de 33 billones de dólares, cuya calificación pasó de estable a negativa por la agencia Moody’s, atraviesa además la peor inflación en las últimas cinco décadas sobre la cual el gobierno afirma que se ha reducido, contrariamente a la percepción de las familias estadounidenses sobre los altos precios y el ascenso estrepitoso del costo de vida.
DIARIO LAS AMERICAS/LR