Existen abundantes expresiones de crisis de la política en la cotidianeidad, las que se
presentan en todos los “poderes del Estado”. Ahora impacta el reiterado y regresivo papel
del poder judicial, con el fallo de “prisión e inhabilitación a ejercer cargos políticos” a
Cristina Fernández de Kirchner.
Jurídicamente aún falta mucho para efectivizar la sentencia de un juicio plagado de
irregularidades, donde no está probada la acusación, además de haberle impedido a la
defensa aportar pruebas múltiples, pero con consecuencias políticas importantes, más en
un tiempo de renovación en la gestión presidencial para el 2023 y el anuncio de la
vicepresidenta de no ser parte de las boletas electorales.
La política es dinámica y así como actúa el poder judicial en sintonía con la ofensiva del
capital y la derecha, la respuesta de Cristina sacude al oficialismo y a la oposición, en un
marco de avance del ajuste y el acercamiento del gobierno a EEUU.
Se ha creado una nueva situación política y la izquierda tiene que denunciar el accionar funcional del poder judicial a los objetivos de la derecha y el poder económico, al tiempo que generar iniciativas propias de acumulación para disputar en unidad, no solo la resistencia sino un proceso de acumulación de poder que dispute el orden capitalista.
No solo se trata de denunciar la sentencia conocida ayer, sino también la complicidad del
poder empresarial, mediático y político con el poder judicial para avanzar en la estrategia
que asegure la impunidad empresarial en complicidad con los poderes del Estado.
La crisis política define el momento, mientras se procesa un brutal ajuste fiscal que se
descarga sobre la población de menores ingresos, al tiempo que se agiganta la
desigualdad con base en una elevada concentración del ingreso y de la riqueza en la
minoría que define la cúpula de la dominación local.
El acuerdo con el FMI y el condicionante de la deuda pública está detrás de la política de explotación y saqueo que explica la miseria cotidiana de millones de personas que sufren el ajuste permanente y el deterioro de las condiciones de vida.
Se generaliza la idea que la “política” no resuelve la cotidianeidad, facilitando la emergencia del mesianismo de derecha para legitimar un orden más reaccionario.
El problema es el capitalismo y sus formas de dominación desde los poderes del Estado,
por lo que la estrategia de poder popular debe construirse en la lucha y organización
cotidiana de las trabajadoras y trabajadores en los ámbitos de trabajo y vida, en la
cotidianeidad de una lucha que demande transformaciones profundas; en asambleas
populares, en la autogestión y la participación activa hacia otro rumbo civilizatorio.
Desde la CPI sustentamos la necesidad de construir un movimiento popular que luche por
un ensayo de nueva sociedad, de nuevo orden constitucional, con eje en la
democratización del poder y la satisfacción de las más amplias necesidades de la sociedad
empobrecida.
La connivencia de los poderes del Estado con la explotación, el saqueo y la dominación
capitalista requiere del mayor esfuerzo por construir alternativa política, con potencialidad
de entusiasmar a un sujeto colectivo y consciente por una nueva sociedad sin saqueo ni
explotación.
Diciembre de 2022