Dr -Julio C. Gambina /
El texto de Carlos Márquez, “EL GRAN DERRUMBE DEL NEOLIBERALISMO. Quiebran Europa y Estados Unidos. Temen resurjan los demonios de la guerra”, escrito en 2013 y en versión internacional en 2015, adquiere actualidad en razón de variados temas discutidos que se anticiparon una década a la coyuntura mundial a fines del 2022.
En efecto, la guerra no es ahora un temor, sino una realidad, que, además, amenaza con escalar nuclearmente y más allá del territorio del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Se trata de un fenómeno con incidencia esencial en el debate sobre el presente y el futuro de la sociedad y el medio ambiente. Los temas anticipados hace una década adquieren vigencia y una gravedad inusitada.
Lo que está en la discusión del autor es la “crisis del neoliberalismo”, una tesis en boga con la emergencia de la crisis mundial del capitalismo hacia el 2007/09, que incluso algunos hemos destacada que pueden encontrarse sus antecedentes inmediatos en la crisis el 2001 estadounidense.
Una década trascurrió desde el escrito original y más allá de las novedades que suponen nuevos personajes y sus políticas, por caso, el gobierno de Donald Trump, los temas e interrogantes esenciales mantienen vigencia.
Es cierto que la política de Trump trajo consecuencias, entre ellas y muy importante, la inducción hacia un “desorden” de la mundialización, tal y como se concibió en las cuatro décadas precedentes.
Es una dinámica contemporánea del Brexit y el auge de los “nacionalismos” de derecha que proliferaron en diferentes escenarios. Puede pensarse que esta deriva autoritaria y nacionalista tiene relevancia como resultado de la tesis principal de Carlos Márquez al mentar la “crisis del neoliberalismo”.
De hecho, resulta un tema de preocupación en la región latinoamericana y caribeña de la década transcurrida entre la escritura del estudio de Carlos Márquez y el presente.
Con el libro se recuperan discusiones de interés, como su particular balance de la caída del socialismo en la URSS, un debate aun abierto que necesita discutirse, especialmente para quienes pensamos que el capitalismo no constituye solución para los pueblos del mundo.
La tesis principal apunta a la ausencia de inversionistas privados, a la iniciativa privada, precisamente el eje argumental de las concepciones denominadas “neoliberales” y que se sostuvieran en el “consenso de Washington en los noventa del siglo pasado.
Es algo que se retoma en el final del trabajo con las novedades recreadas del socialismo bajo nuevas adjetivaciones en la región latinoamericana y caribeña de la primera década del presente siglo, caso del “socialismo del siglo XXI” e incluso categorizaciones como las que aluden al “vivir bien” o al “buen vivir” de la tradición ancestral en Bolivia y Ecuador, recogidas en las Constituciones del 2009 de ambos países.
Vale mencionar que una cosa eran estas categorías en un momento de auge de la crítica al neoliberalismo y otra muy distinta la contraofensiva de la derecha política en la región desde mediados de la segunda década del Siglo XXI, un tiempo que excede los temas considerados en la obra de Márquez.
Pero no solo de cuestiones ideológicas o de proyectos civilizatorios se trata el análisis relativo a la caída del socialismo real en la URSS, sino de un debate sobre la revolución tecnológica.
Es una discusión que anima el conflicto global en esta tercera década del Siglo XXI, incluso con análisis provenientes de principales centros de estudio del capitalismo global, caso de la propia Reserva Federal, que aluden recientemente a la pérdida de productividad del trabajo en EEUU, aun en condiciones de elevada innovación tecnológica. En ese sentido no es menor relevar las olas de despidos de las empresas tecnológicas en estos días.
La discusión que nos propone el texto que estamos presentando nos lleva al origen de las políticas neoliberales, al ensayo sudamericano con las dictaduras del cono sur desde la experiencia chilena con Pinochet, en 1973 hace casi medio siglo, hasta la aplicación de ese recetario “made en Chicago” en las economías de Gran Bretaña y en EEUU, con la emergencia de la restauración conservadora liberada por Margaret Thatcher y Ronald Reagan respectivamente.
El análisis del texto involucra a la gestión Bush y a la de Obama, para explicitar los territorios de legitimación y crítica de la hegemonía liberalizadora en la economía mundial, junto a innumerables debates y desavenencias entre los principales líderes del capitalismo global.
Son debates que se procesan en cumbres mundiales, las que contrastan con un abanico de protestas sociales que evidencian las contradicciones civilizatorias de un tiempo de crisis mundial, explicitado en innumerables datos y referencias documentadas, que son presentados en el conjunto de la obra.
Un tema que sobrepasa la temporalidad del escrito es precisamente el caso de China, que en esta década escaló a niveles impensados en su influencia económica, productiva y en vínculos con gran parte de los países del sistema mundial, desafiando la hegemonía tradicional del capitalismo contemporáneo.
Podrá compartirse o no el diagnóstico de la descripción realizada por el autor, que es abundante, y que, en todo caso, habilita para un debate sobre el cuadro de situación y las propuestas superadoras.
Es algo puesto en discusión en el cierre del libro, en donde Carlos Márquez vuelca sus pareceres que bien pueden discutirse a diez años de pensados los argumentos de una obra que ayuda a discutir en estos tiempos de incertidumbre global que acarreamos desde hace mucho tiempo, ahora agravados por la pandemia del COVID19 y la guerra en Europa.
Una cuestión más, de tipo personal, que remite a mi regular vinculación con Carlos, en su carácter de periodista y emprendedor de una iniciativa comunicacional de gran pretensión como es TECLALIBRE.
De una primera entrevista surgió una relación que se prolongó más allá de lo imaginado, incluso con debates, no menores, que hablan de una personalidad de vocación democrática con capacidad para estimular un debate abierto sobre la contemporaneidad y la potencia de la creatividad humana para desarrollar un mundo que satisfaga las necesidades actuales de la mayoría, hoy negada por la voracidad concentrada de la acumulación de ganancias del régimen del capital.
En definitiva, me resultó un gran placer leer a Carlos, discutir con él y especialmente pensar en conjunto los desafíos de nuestro tiempo.
Buenos Aires, 7 de diciembre de 2022