Por Simeón Arredondo
Poeta y escritor dominicano residente en España
simeonarredondo@gmail.com
Juan Antonio Alix (1833-1918) es el más fecundo de los decimeros dominicanos de todos los tiempos; lo que le coloca, sin lugar a duda, entre los poetas más importantes del país. De hecho, ha sido considerado por muchos como el más grande poeta popular dominicano.
La décima, encuentra en Alix a un representante de primer orden. Extraordinario creador, quien la convertiría en su época, en un gran vehículo para transmitir las informaciones del acontecer cotidiano en la sociedad, ya fueran rumores, acontecimientos de interés colectivo, hechos verídicos simples que tenían lugar en distintas localidades, o sencillamente, que produjeran su imaginación.
Este importante subgénero fue quizás la principal forma de manifestación literaria en la República Dominicana antes que empezaran a descollar los poetas que poco a poco han ido colmando el parnaso nacional, así como los narradores, ensayistas, etc.
La décima, que surgió en España en el ocaso del siglo de oro de la literatura española, llega con los conquistadores a América Latina para quedarse, y convertirse en una auténtica forma de expresión artística en el continente, exquisita, tanto recitada como cantada. Las inspiraciones y las interpretaciones de la chilena Violeta Parra, así lo certifican.
Aunque muchos, con razón, la consideran como una expresión de la poesía popular, la décima es más que eso, puesto que, una de sus particularidades es precisamente que puede atender o responder tanto a temas populares, nacidos, y del interés de las entrañas mismas de la sociedad, como a temas de índole más conservadora que se centran en otro tipo de intereses y con otras características.
Cosa ésta que El Cantor del Yaque, como le apodaban a Juan Antonio Alix, tuvo la capacidad de interpretar y aplicar. Compuso cientos de décimas cantando sobre los más diversos temas y a una gran variedad de situaciones, destacándose por lo general la jocosidad que imprimía a muchas de sus composiciones, lo mismo que el carácter social presente en una gran cantidad de ellas. ¿Quién no recuerda “El follón de Yamasá” ?, para ejemplificar el primer caso, ¿o “Los mangos bajitos” para el segundo?
Afortunadamente, importantes decimeros dominicanos que le han dado continuidad al cultivo de este arte han hecho que se mantenga su presencia en el seno de la población a través de su exposición por diferentes vías y en distintos escenarios. Entre ellos cabe mencionar a Manuel Mónica, Narciso González (Narcisazo), Rafi Lora, Nicolás Ramos (llamado el cantor del Este), Fernando López, William Mora y Huchi Lora, entre muchos más.
Además de lo jocoso y gracioso, el tinte de lo curioso siempre estaba presente en las inspiraciones de Alix, como se puede apreciar en “El negro tras de la oreja”, una de sus composiciones más conocidas, la cual reproduzco a continuación para concluir estas breves apreciaciones acerca de la décima en la República Dominicana y de quien hasta ahora ha sido su mayor exponente.
“El negro tras de la oreja”
Como hoy la preocupación
a más de una gente abruma,
emplearé mi débil pluma
para darle una lección;
pues esto en nuestra nación
ni buen resultado deja,
eso era en la España vieja
según desde chico escucho,
pero hoy abunda mucho
“El negro tras de la oreja”.
Todo aquel que es blanco fino
jamás se fija en blancura,
y el que no es de sangre pura
por ser blanco pierde el tino.
Si hay baile en algún casino
alguno siempre se queja,
pues a la blanca aconseja
que no bailen con negrillo;
teniendo, aunque es amarillo
“El negro tras de la oreja».
Falta así a la obligación
negarse una señorita
a bailar cuando la invita,
sea quien sea en el salón.
El que tiene invitación
ninguna sospecha deja
de que sea mala pareja,
pues allí lo han invitado,
aunque tenga remachado
“El Negro tras de la oreja”.
El blanco que tuvo abuela
tan prieta como el carbón,
nunca de ella hace mención
aunque le peguen candela.
Y a la tía doña habichuela,
como que era blanca vieja
de mentarla nunca deja;
para dar a comprender,
que nunca puede tener
“El Negro tras de la Oreja”.
De la parienta Fulana
el pelo siempre se mienta;
pero nunca la pimienta
de la tía siña Sutana.
Por ser muy blanco se afana
y del negro hasta se aleja,
nublando siempre una ceja
cuando aquel a hablarle viene,
porque se cree que no tiene
“El negro tras de la Oreja”.
Ahora la gente dique
llaman a los preocupados
los biscochuelos lustrados
con melado de alambique.
Y por Dios que causa pique
creer que hay gente… coneja
cuando no hay persona vieja
que ya no haya contado
de aquel que tiene pegado
“El Negro Tras de la Oreja”.
El que se crea preocupado
que se largue allá a la Habana,
que en tierra Dominicana
no les da buen resultado.
y el biscochuelo lustrado
aunque sea con miel de abeja,
no dé motivo de queja
que todo esto es tontería,
pues está a la moda hoy día
“El negro tras de la oreja”.
inicano residente en España