Nicolás Maduro no viajará a Argentina por razones de seguridad. El presidente venezolano declinó en el último minuto la invitación del Gobierno argentino a participar este martes en la cumbre de la Celac (la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) al argumentar que hay en marcha “planes extravagantes diseñados por extremistas de la derecha” para atacarlo y poner en riesgo la cita regional. En su lugar lo representará el canciller, Yván Gil.
“En las últimas horas hemos sido informados, de manera irrebatible, de un plan elaborado en el seno de la derecha neofascista, cuyo objetivo es llevar a cabo una serie de agresiones en contra de nuestra delegación”, señaló este lunes el Gobierno venezolano en un comunicado con el que puso fin a días de incertidumbre.
Las dudas sobre su presencia se mantuvieron hasta último momento. “No tengo ninguna noticia hasta ahora de que el presidente Maduro no venga, pero no sé lo que hará”, ha dicho el presidente argentino, Alberto Fernández, en una rueda de prensa este lunes junto a su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Hasta ese momento, sólo se sabía que Maduro había cancelado la reunión bilateral prevista con Lula.
El líder venezolano ha limitado al máximo sus visitas al exterior desde que en 2020 Estados Unidos ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por su captura bajo la acusación de narcoterrorismo. En septiembre de 2021, aterrizó por sorpresa y a última hora en México para participar en la cumbre de la Celac. El pasado noviembre participó en la cumbre del clima celebrada en Egipto. Desde entonces, no ha vuelto a viajar al exterior.
La presencia de Maduro en la cumbre había sido defendida por el Gobierno argentino con el argumento de que la Celac es un ámbito de discusión del que no está excluido ningún país de la región. Fernández subrayó que la mayor preocupación respecto a Venezuela “es favorecer el diálogo entre los venezolanos, que se recupere la convivencia democrática y que sus derechos sean respetados”.
La actitud de Fernández contrasta con la de su predecesor, Mauricio Macri. El exmandatario tildó de vergonzosa la invitación a la cumbre regional tanto a Maduro como al cubano Miguel Díaz-Canel. “La bienvenida a estos dictadores no la organizamos nosotros los argentinos, sino un Gobierno que languidece en su mediocridad, uno que pronto se llevará el desgraciado honor de haber sido el peor gobierno de la historia de la democracia de nuestro país”, criticó a través de las redes sociales. Su exministra de Interior, Patricia Bullrich, había solicitado la detención de Maduro si pisaba Buenos Aires. Bullrich participó el domingo en una pequeña manifestación de venezolanos en contra de la visita de Maduro.
El mayor respaldo al mandatario venezolano ha llegado de Lula, quien ha hecho una enfática defensa del diálogo para resolver la crisis venezolana. “El problema de Venezuela se resolverá con diálogo, no con embargos ni ofensas personales”, ha recalcado el presidente brasileño en Buenos Aires, destino de su primera visita oficial al extranjero desde que asumió el poder hace tres semanas.
“Igual que estoy en contra de la ocupación territorial rusa de Ucrania, estoy en contra de las injerencias en Venezuela”, ha dicho el líder de la izquierda brasileña que ahora preside un Gobierno que incluye partidos a su derecha y a su izquierda. Antes de criticar las injerencias, ha defendido el derecho a la autodeterminación de los pueblos y censurado con dureza que el opositor Juan Guaidó fuera reconocido como presidente interino por decenas de países. “Este ciudadano, Guaidó, estuvo ejerciendo de presidente durante meses sin serlo y ¡hasta le dieron las garantías sobre las reservas de oro venezolanas depositadas en un banco inglés!”, se ha quejado en la comparecencia en la Casa Rosada junto a su homólogo argentino.
Tras una etapa marcada por el aislamiento diplomático del régimen de Maduro en Venezuela, roto con el acercamiento de Estados Unidos para negociar sobre el petróleo venezolano, Lula quiere emprender una nueva fase. “Si podemos ayudar a construir acuerdos dentro de cada país, vamos a ayudar”, ha declarado a preguntas de la prensa. “Debemos tratar a Venezuela y a Cuba con mucho cariño”, ha dicho tras recordar que él es más partidario de “dar consejos” que de criticar. Lula no ha hecho ninguna mención explícita durante su intervención a la falta de libertades en Cuba o en Venezuela o a los encarcelados por motivos políticos. “Cuba no quiere copiar el modelo de Brasil, ni el de Estados Unidos, quiere su propio modelo”, ha proclamado.
El presidente de Brasil pretende recuperar el papel de líder latinoamericano que ejerció en sus dos primeros mandatos (2003-2010). Ha aprovechado la ocasión para poner en valor que la CELAC es el único organismo multilateral latinoamericano del que Cuba es miembro.
El nuevo Gobierno brasileño está en pleno proceso de restablecer relaciones diplomáticas con la Venezuela de Maduro. Fue uno de los primeros encargos que el presidente le hizo al ministro de Exteriores, Mauro Vieira. Desde la semana pasada en Caracas hay un encargado de negocios brasileño y Lula espera que las embajadas de ambos países reabran pronto.