Por Simeón Arredondo
Poeta y escritor dominicano residente en España
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La de Saint John Perse es una poética que nos hace flotar en la Inter territorialidad mientras nos conduce por los misteriosos pasillos que se entretejen en la reminiscencia del tiempo. Tiempo que para el poeta galo se convirtió en una espiral de constantes vaivenes desde su niñez hasta los días postreros.
Su itinerar se inicia en el año 1899 cuando los padres deciden trasladarse a Francia después de que el gobierno de la isla de Guadalupe, territorio francés en América donde nació el poeta, cambiara de rumbo desfavoreciendo con algunas medidas a los colonos del lugar.
Su familia, que poseía plantaciones que los convertían en importantes suplidores para la industria del café y la del azúcar, se cuenta entre las afectadas por las medidas.
“El futuro escritor se sintió como un expatriado”, afirma Norberto Landeyro intentando describir la primera sensación de Saint John Perse a su llegada a Pau, Francia, donde con 12 años de edad habría de iniciar una vida muy distinta a la que huata ese momento había sostenido.
Ya no emergía ante sus ojos el Mar Caribe, ni la selva tropical que unidos al viento de las Antillas marcaron su niñez. No obstante, estos elementos habrían de itinerar en la esencia de toda su poesía.
Los versos de este autor son fantásticos, maravillosos y de una alta connotación idílica. Se puede decir que además de su natural genio, su formación y su entorno no daban para menos.
Abogado, como su padre y su abuelo; diplomático durante los años del ocaso de la tercera república francesa, y amigo de destacados intelectuales de la época, Perse comienza muy joven su andar literario reflejándose en sus primeras publicaciones su interés por lo esencial de las cosas y por lo trascendente del universo.
Según pasan los años y en la medida que aumentan su experiencia y sus conocimientos en el devenir del trabajo diplomático, el hacer literario, aunque en una primera fase no prolifera, o al menos no se nota, también madura. Y Perse se convierte en un poeta, cuya labor habrá de ser seriamente tomada en cuenta por lo sustancial de su poética.
El también escritor y diplomático franco-uruguayo Ricardo Paseyro ha dicho: “Precisamente porque la poesía es sustancia que se aprehende y comunica, Saint-John Perse no inventa la poesía: la recoge, la revela; la revela a través de lo maravilloso. Lo maravilloso es el sentimiento que colora su poesía, el carácter de su sabor.”
Saint-John Perse, como diplomático, estuvo presente en el Pacto de Munich (1938), uno de los preámbulos de la segunda guerra mundial, y precisamente, un importante episodio de este conflicto dio al traste con su largo exilio teniendo que salir del continente a través de Inglaterra, cuando los nazis, en el avance indetenible de Hitler por prácticamente toda Europa, tomaron Francia (1940).
El poeta y diplomático terminó perdiendo no sólo su cargo político, sino también, su nacionalidad francesa.
Se estableció en los Estados Unidos de Norte América permaneciendo allí por alrededor de dos décadas.
Esta es la época en la que produce la mayor parte de su obra literaria, incluyendo el poema “Exilio”, que es un canto a lo universal, a lo terrenal y al vaivén de las cosas y de los seres humanos, pero un vaivén cargado de sentido y de sustancia, como toda su poesía.
Tanta sustancia y sentido tiene la obra de Perce, que le mereció el premio nobel de literatura en el año 1960. Según la academia sueca “por la imaginación evocativa de su poesía, que refleja de forma visionaria la condición de nuestro tiempo”.
Al recibir el más alto galardón de las letras, Saint John Perse dijo: “La poesía se niega a disociar el arte de la vida y el amor del conocimiento. Es acción, poder, innovación que desplaza los límites.”
Esto significa que para él la vida y el arte van de la mano, y que también son siameses el amor y el conocimiento; y la poesía es puro arte, y el conocimiento es vida y viceversa.
Antes que el nobel de literatura había recibido en Francia el título de Caballero (1924), Oficial (1933), Comendador (1935) y en 1960 fue condecorado como Gran Oficial de la Legión de Honor, habiendo ya regresado del exilio y recuperado su nacionalidad francesa. En Bélgica recibió en el año 1961 el Gran Premio Nacional de las Letras y el Gran Premio de Poesía en la Biennale de Knokke le Zoute.
Fue en 1957 que Perse regresó a Francia de su exilio en los Estados Unidos, pero dice Norberto Landeyro en un artículo titulado “Saint-John Perse, el poeta de la épica y el exilio” que se publicó el 15 de diciembre del 2021 en Diario 10 Digital, que para el poeta “cualquier tierra encontrada entonces es solo una nueva tierra de exilio”, y luego continúa diciendo: “Eligió, exigió, formas de vida con las reglas del universo y las del alma.
Cambió ser por vivir y descubrió un nuevo decir el mundo, fue a los elementos vitales, los modeló en palabras, los transformó en belleza. Y en la tangencial hora de la vida, creó su nuevo ser y sus medidas, la costumbre del vivir en la poesía”.
Así discurre la vida y la poética de este inmortal de las letras galas cuyo nombre de pila es Marie-René-Alexis Saint-Leger Leger, y que es universalmente conocido por el pseudónimo bajo el cual escribió, Saint John Perce.