La revista italiana La Civiltá Cattolica ha publicado la conversación que mantuvo el Papa Francisco con los jesuitas de Portugal durante la JMJ de Lisboa en donde ha vuelto a hablar de la acogida de la Iglesia a las personas trans y homosexuales.
«Evidentemente hoy día el tema de la homosexualidad está muy alto, porque según las circunstancias históricas esto cambia. Pero a mí lo que no me gusta es que esté la lupa puesta en ese «pecado de la carne», como antes estaba puesta en el sexto mandamiento. Si explotabas a los obreros, o si mentías o si estafabas, eso no era importante, pero sí los pecados de debajo de la cintura, esos sí eran relevantes», afirma Francisco.
El Papa insistió a los jesuitas portugueses que «todos están invitados. Este es el punto. Con la metodología pastoral que convenga a cada uno. Eso sí, no hay que ser ingenuos, y obligarles a veces a una pastoral para la cual todavía no están maduros, o no son capaces. Para acompañar espiritual y pastoralmente a las personas se requiere mucha sensibilidad y creatividad. Pero todos, todos, todos están llamados a vivir en la Iglesia: nunca olviden eso».
Sobre las personas transexuales, el Papa cuenta que “en la Audiencia General, hay una monja de Charles Foucauld, la hermana Geneviève, que tiene 80 años y es capellana del Circo de Roma con otras dos monjas. Vive en una casa rodante al lado del Circo. Un día las visité. Ahí tienen su capillita, la cocina, el lugar donde duermen, todo muy bien organizado. Y esta monja trabaja mucho con chicas transgender. Un día me dijo: «¿las puedo llevar a Audiencia?». «Por supuesto», le dije, «¿por qué no?». Y siempre vienen grupos de chicas trans. La primera vez que vinieron, lloraban. Les pregunté por qué. Una de ellas me dijo: «¡no pensé que el Papa me podía recibir!». Después de la primera sorpresa ya se acostumbraron a venir. Alguna me escribe, y yo le contesto por mail. ¡Todos están invitados! Me di cuenta de que estas personas se sienten rechazadas, y eso es realmente duro».
Además, el Papa Francisco afirma convencido de que no le teme a una sociedad sexualizada. “No le tengo miedo a la sociedad sexualizada, no; Me asusta cómo nos relacionamos con eso, sí. Tengo miedo de los criterios mundanos. Prefiero utilizar el término «mundano» en lugar de «sexualizado» porque el término lo abarca todo. Por ejemplo, el deseo de promocionarse. La ansiedad por destacar o, como decimos en Argentina, por ‘escalar’. Y pensar que quien sube acaba haciéndose daño.
El Obispo de Roma también lanza un dardo durante la entrevista a parte de la Iglesia de Estados Unidos. Según Francisco, ha podido comprobar que «en Estados Unidos la situación de la Iglesia católica no es fácil». «Hay una actitud reaccionaria muy fuerte, organizada, que estructura el sentido de pertenencia, incluso emocional. Me gustaría recordar a estas personas que el retraimiento es inútil y es necesario comprender que hay una evolución correcta en la comprensión de las cuestiones de fe y moral».
Sobre el Sínodo, el Papa se defiende argumentando que «el Sínodo no es una invención mía«. «Fue Pablo VI, al final del Concilio, que se dio cuenta de que la Iglesia Católica había perdido la sinodalidad. La Oriental la mantiene. Entonces dijo: «hay que hacer algo», y creó la Secretaría para el Sínodo de los Obispos. En todo este tiempo se fue progresando lentamente. A veces, de manera muy imperfecta. Hace algún tiempo, en 2001, participé como Presidente delegado en el Sínodo dedicado al obispo como servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo. Cuando estaba preparando lo que venía de los grupos para la votación, el cardenal encargado del Sínodo me dijo: «No, esto no lo pongas. Sácalo». O sea, se quería tener un Sínodo con censura, una censura curial que no dejaba llegar las cosas», agrega.
«La sinodalidad no es andar buscando votos como lo haría un partido político, no es una cuestión de preferencias, que si soy de este partido o del otro. En un Sínodo, el protagonista es el Espíritu Santo. Él es el protagonista», sentencia el Papa.