El guatemalteco José Rubén Zamora evoca el destino de Josef K. de la novela ‘El Proceso’ de Kafka, la historia de un hombre que es oprimido y anulado por el sistema. A Zamora lo capturaron la noche del 29 de julio de 2022, sin saber de qué lo acusaban como le ocurrió al personaje ficticio; dos años después, la ONU manifestó que la detención de Zamora fue arbitraria, pero el sistema judicial de Guatemala se resiste a liberarlo.
El hijo mayor de José Rubén Zamora, de tanto en tanto, contesta el teléfono y escucha una grabación que le hiela el pecho: “Usted está recibiendo una llamada de la cárcel Mariscal Zavala”. Del otro lado de la bocina está su padre, quien lo llama desde un teléfono público en la prisión militar de Ciudad de Guatemala, reservada para confinar reclusos de alto perfil.
Durante la llamada, el periodista —premio Gabo a la excelencia periodística y quien destapó una serie de casos de corrupción bajo el Gobierno del expresidente Alejandro Giammattei— le cuenta a su hijo sobre todo y nada. Hablan del andamiaje del proceso y de los últimos pasos que han dado los equipos legales encargados de su defensa. También discuten los últimos libros que Zamora ha leído. Su apetito lector ha devorado una cantidad de títulos dignos de ocupar la pared de una biblioteca, desde las compilaciones de columnas periodísticas de Gabriel García Márquez, hasta los discursos políticos de Winston Churchill.
Sin embargo, su gran reto sigue siendo un libro que no ha podido descifrar: ‘Ulises’, de James Joyce. Según le ha contado a su hijo, es la obra que nunca logra terminar, “es un texto imposible, ni en prisión se puede entender”.
Los libros se han convertido en la ventana a la libertad de José Rubén Zamora, quien para la ONG Reporteros Sin Fronteras constituye el caso más emblemático e importante de un periodista detenido en prisión en América Latina y en todo el hemisferio occidental.
Y si la literatura le afina el intelecto, el ejercicio lo desentumece del recogimiento en su celda de aislamiento. Camina a toda velocidad, una hora al día, en un pequeño patio conectado a su celda, dando unas mil vueltas para completar la marca de al menos 5 kilómetros.
El patio donde ahora camina, más el agua caliente en su ducha, constituyen una serie de mejoras en su confinamiento que adquirió inmediatamente cuando el presidente Bernardo Arévalo tomó posesión del cargo a comienzos de 2024. Según le narró su hijo a FRANCE 24, “eso lo que demuestra es la intencionalidad de la administración de Giammattei de hostigarlo constantemente”.
El llamado urgente a la ONU para declarar que a Zamora lo torturaron
Las horas más oscuras del encarcelamiento de José Rubén Zamora, transcurrieron en los primeros meses de su confinamiento, cuando Alejandro Giammattei era el presidente de Guatemala. José Carlos Zamora sostiene que su padre sufrió “una serie de prácticas de tortura de Estado, ordenadas directamente por Giammattei”.
Cuando lo visitó en prisión en las semanas siguientes a su captura, fue testigo de las inflamaciones en su piel por las picaduras de insectos en su celda. “No te imaginás, le salían unas ronchas por todo el cuerpo que parecían como pelotas de béisbol, era impresionante”, recordó el hijo de Zamora.
Además de la variedad de insectos que incluían chinches, bichos blanquecinos y ácaros, que suelen penetrar la piel, hubo variedad de mecanismos de tortura física y psicológica, que quedaron consignados en el reporte del médico vasco Carlos Martín Beristain. El reconocido doctor visitó en la cárcel a Zamora en marzo de 2024 y se basó en el Protocolo de Estambul, avalado por la ONU, para su posterior dictamen.
De acuerdo con Beristain, Zamora sufrió formas de humillación sexual al ser requerido por el director de la prisión mientras se bañaba desnudo, toleró la violencia verbal y gestual de ese mismo director, aguantó la irrupción del sueño cada noche en que martillaban el techo de su celda y soportó la intimidación cuando guardias asaltaban su camastro con perros adiestrados a las dos o tres de la mañana para revolver sus pertenencias en búsqueda de indicios con los cuales expandir su prontuario de presuntos delitos.
Los perros husmeaban sus libros, así como una hielera donde conserva la comida que sus familiares le hacen llegar dos veces por semana. Según José Carlos Zamora:
Desde el principio nos daba mucho miedo que la comida de la cárcel alguien la pudiera envenenar. Ese temor siempre ha existido, ya hay casos anteriores de presos de alto perfil que los han asesinado en las prisiones de Guatemala
Basado en el peritaje del médico, el equipo legal de José Rubén Zamora —dos abogadas británicas que pertenecen al prestigioso bufete londinense de Doughty Street— actualmente está exhortando a la Relatoría Especial sobre Tortura de las Naciones Unidas a que establezca que Zamora fue víctima de tratos crueles e indignos, y que fue torturado en prisión.
Una tortura que su hijo José Carlos explica sencillamente:
Hay mucha gente que lo odia y quiere verlo ahí, es gente del ‘pacto de corruptos’ un término que él inventó. Toda esa gente le tiene tanto odio porque él los hizo públicos, y que en su última expresión fue Giammattei
¿En qué va el proceso contra José Rubén Zamora?
Desde Nueva York, el abogado venezolano Wilmer González encarna un alfil en la línea de litigio internacional que defiende a José Rubén Zamora. Su equipo de Vance Center for International Justice logró llamar la atención del grupo de expertos de la ONU sobre detenciones arbitrarias.
Según González, este grupo de expertos es altamente prestigioso. Está integrado por abogados de Nueva Zelanda, Ucrania, Malasia, Ecuador, entre otros. Estas eminencias del derecho reciben “en cada período de sesiones un promedio de cinco mil peticiones de todo el mundo, de las cuales aprobaron solamente nueve, entre ellas, la de Zamora”, asegura orgulloso, González.
Entre las categorías por las que definieron que la detención de José Rubén Zamora fue ilegal, se destaca una en la que el fiscal guatemalteco Rafael Curruchiche habría pecado de imprudente. Osó expresar ante los medios de comunicación que Zamora fue capturado porque difamaba y agredía a jueces y fiscales en elPeriódico, del que era dueño y presidente.

Una acusación contraria a la del propio Giammattei, quien dijo que a Zamora no se le procesaba por periodista sino por empresario. De manera que “el grupo de trabajo de la ONU tomó nota de esto y dijo que es evidente que el motivo fue acallar a Zamora por su lucha contra la corrupción”, afirma González.
El trastabillo del fiscal Curruchiche prontamente se subsanó por la Fiscalía de Guatemala al acusarlo por lavado de activos, chantaje y tráfico de influencias.
El argumento de la Fiscalía para pedir 40 años de prisión en su contra se basa en que Zamora habría buscado chantajear a empresarios corruptos en Guatemala, al amenazarlos con que los expondría en elPeriódico si no le daban dinero a cambio. Se le acusa puntualmente por 40 mil dólares, que presuntamente provenían de fuentes ilícitas.
Leer tambiénFiscalía de Guatemala pide 40 años de cárcel para el periodista José Rubén Zamora
Durante ese primer juicio, la Fiscalía no logró demostrar su acusación con pruebas fehacientes. Zamora probó que ese dinero se transó por la venta de una obra de arte del reconocido pintor guatemalteco, Elmar Rojas, para aliviar las finanzas de su medio de comunicación.
Ante la luz de las evidencias, el juzgado encargado optó por culpabilizar a Zamora por inferencia, es decir, por inferir (más no por comprobar con pruebas) que había cometido el delito. En consecuencia, le imputaron seis años de prisión.
No obstante, los pilares de ese juicio se derrumbaron cuando la Corte de Apelaciones de Guatemala anuló en octubre de 2023 la condena del juzgado. Un punto de giro que Wilmer González considera peligroso:
Tenemos grandes dudas de que la Corte de Apelaciones de Guatemala sea imparcial, creemos que es totalmente parcializada y pro-corrupción. Que haya anulado la condena significa solamente que ahora el Ministerio Público va a querer ir a juicio y exigir una condena ya no por seis años, sino por 40 años, como están solicitando. Para Zamora, quien tiene 67 años, sería una condena de muerte
La estrategia con la que la defensa de Zamora aspira a ganar el caso
Dado que Guatemala pertenece al pacto internacional por los derechos civiles y políticos, y tiene obligaciones en materia de derechos humanos, Artur Romeu, el director de Reporteros Sin Fronteras, considera que es menester del actual Gobierno refrendar las opiniones de una organización como Naciones Unidas.
Sin embargo, pese a la buena voluntad de Arévalo “es absolutamente escandaloso, un monumento, una vergüenza para el Gobierno actual de Guatemala” que no se haya pronunciado al respecto y que no haya ejecutado “movimientos más fuertes de contrariedad a la decisión judicial por creer que hay que respetar la independencia de los poderes en Guatemala”, sentencia Romeu.
Tanto Romeu de RSF, como el abogado González le apuestan a ganar el caso durante el mandato de Arévalo. Para González, el presidente Arévalo “no es un forajido como Giammattei”. La victoria se lograría con el tiro de gracia que tienen para dar: la petición de fondo tramitada ante la CIDH, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que exige la liberación inmediata de Zamora.
Una petición que, de ser aprobada por el principal organismo de derechos humanos en las Américas, abocaría “al Gobierno de Arévalo a llegar a un acuerdo amistoso”.
Según González, la opinión de la ONU es tan fuerte, que pavimentaría el camino para que el presidente Arévalo negocie con la CIDH la liberación de Zamora, antes de que el Estado de Guatemala sea demandado internacionalmente por la Corte IDH.
El problema radica, según González, en que la CIDH es muy lenta en su actuar, y aún más la Corte IDH, que todavía procesa casos que datan de 20 o 30 años atrás. Pese a las pruebas, y a considerar que tienen todos los argumentos para ganar, la defensa de Zamora teme que el proceso se dilate por años y, entre tanto, su protegido permanezca recluido en la celda de castigo. Tiempo suficiente para que el premiado periodista algún día descifre, si tiene éxito, el ‘Ulises’ de James Joyce.