-Leah Francis Campos viene con la Biblia, el traje azul… y la lupa para China-
Por Luis Rodriguez Salcedo
Después de varios años con la embajada estadounidense en Santo Domingo vacía —y muchos pensaban que era por olvido o castigo—, al fin la Casa Blanca se acordó de nosotros. ¿Y a quién manda? Pues a Leah Francis Campos, una señora muy formal, con crucifijo al cuello y un discurso que suena más a alerta roja que a saludo diplomático.
La futura embajadora (si el Senado la confirma y no se arrepiente a última hora) ya dejó claro que su misión no es solo cortar cintas en inauguraciones o tomarse fotos con niños en bateyes. No, no. Leah viene en modo “detective geopolítica”. Su prioridad número uno: evitar que China siga metiendo mano —y yuanes— en la isla.
“Voy a trabajar incansablemente para contrarrestar la influencia maligna de China”, dijo, como si estuviéramos en una versión caribeña de Game of Thrones, pero con dragones de Pekín. Parece que Washington todavía tiene pesadillas con el día en que RD le dijo adiós a Taiwán y se fue de compras con China. Y ahora, con Leah, viene la contraofensiva… a lo elegante.
Pero eso no es todo. La señora también quiere frenar la migración ilegal de dominicanos hacia EE.UU. —ese viejo tema que resurge cada vez que hay elecciones o nuevos embajadores—. “Trabajaremos con el Gobierno dominicano para reforzar la seguridad fronteriza”, dijo. Lo que uno no sabe es si se refiere a la frontera de aquí, la de allá… o a todas a la vez.
Y por si el combo no fuera completo, también promete ir detrás de los narcos, los cárteles, y todo lo que huela a crimen organizado. Parece que la nueva embajadora quiere ser diplomática, pero con uniforme de serie de Netflix.
Eso sí, durante su audiencia se mostró sobria, con su traje azul marino, camisa blanca y un crucifijo al cuello, como quien dice: “vengo en son de paz… pero vigilo de cerca”.
Ahora falta ver si el Senado aprueba su llegada. Y si lo hace, no sabemos si traerá la bandera o el silbato de árbitro. Lo que sí está claro es que con Leah, la embajada no será un lugar aburrido.