Para la periodista Diana Calderón, la esperanza que produjeron las elecciones del domingo anterior en Venezuela son irrealizables. Compara la votación con las de Cuba, Corea del Norte o Rusia, una suerte de teatro electoral en el que se vota pero no se elige. Los autócratas se reeligen, dice, gracias a una institucionalidad cooptada y ganan un barniz de legitimidad. Aunque resalta que la izquierda de América Latina no se plegó a los resultados como antes, los resultados son iguales a los de ocasiones anteriores, en un “déjà vu de un fracaso cantado”.
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