-El frágil «Armisticio»: Cadáveres y Balas en el Norte de Gaza siembran la Duda sobre la «Paz Cacareada»-
La «calma» en Medio Oriente, tan cacareada tras la liberación de los últimos rehenes vivos, duró lo que tardó en sonar el primer disparo y en contarse los primeros cadáveres. El ambiente de «triunfo humanitario» se ha visto rápidamente ensombrecido por la amarga realidad de un acuerdo de alto el fuego que, según los sectores más escépticos, ya nació moribundo.
Violación y Duda: La Lógica del Rifle
El incidente en el norte de Gaza, donde Israel denunció una «presunta violación» y respondió con fuego para «eliminar la amenaza», es un escalofriante recordatorio de la suspicacia que impregna el aire. ¿Fue un acto deliberado de Hamás, o un «malentendido» convenientemente aprovechado?
Para los observadores más mordaces, el argumento de «eliminar la amenaza» apenas oculta la fragilidad estructural del cese de hostilidades. La «línea amarilla» de retirada israelí, mencionada en los reportes, se convierte en un nuevo y tenso punto de fricción. Cualquier movimiento sospechoso, o interpretado como tal, puede ser el pretexto perfecto para reactivar la maquinaria bélica, demostrando que la paz no es más que un paréntesis táctico en la guerra interminable. La preocupación en estos sectores es palpable: la mecha sigue encendida, solo se ha hecho una pausa en la cuenta regresiva.
El Siniestro Intercambio de Restos: ¿Un Cumplimiento a Medias?
El doloroso proceso de identificación de los cuatro rehenes fallecidos (Guy Iluz, Bevin Joshi, Yossi Sharabi y el capitán Daniel Pérez) añade una capa de cinismo al acuerdo. Tras la euforia por la liberación de los rehenes vivos, el foco pasa a ser el inventario de la muerte.
La acusación israelí de que Hamás ha violado el acuerdo al entregar solo cuatro de los 28 cuerpos prometidos (o esperados) es la grieta más profunda en la confianza. El ministro de Defensa de Israel, al advertir que la demora en la devolución de los cuerpos restantes se consideraría una «violación flagrante» que merecería una «respuesta», coloca una pistola metafórica sobre la mesa de negociaciones.
Suspicacia: ¿Hamás retiene los cuerpos restantes como una última y cruel moneda de cambio, o es genuina la dificultad para localizarlos en las ruinas de Gaza, como sugiere la organización?
Mordacidad: Es un «acuerdo de paz» que se mide no por la vida que salva, sino por la cantidad de cadáveres que se logran canjear. El «cierre» para las familias se convierte en una herramienta de presión política.
Preocupación: El incumplimiento, sea cual sea la causa, da a los elementos más duros de Israel (que ya se han mostrado escépticos o contrarios al alto el fuego) el pretexto perfecto para declarar el fin de la tregua y reanudar las operaciones a gran escala, bajo el grito de «traición».
En resumen, lo que se presenta como una «paz» es, a ojos de los preocupados por la estabilidad real, una tensa y temporal «pax mortis». Las bases del acuerdo, ancladas en el intercambio de vidas y de restos mortales, se resquebrajan con la primera bala y la cuenta incompleta de los muertos. La ansiada «nueva era de armonía», celebrada con discursos grandilocuentes, parece estar a un solo disparo de distancia de colapsar.
-Luis Rodriguez Salcedo para TeclaLibre-
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