InicioARTE Y CULTURAANACAONA: FLOR DE ORO

ANACAONA: FLOR DE ORO

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Anacaona «Flor de Oro», «graciosa beldad indiana, bellísima y lozana de frente virginal, noble y gentil, consorte fiel de Caonabo, modelo de castidad y virtud»Salomé Ureña. 

Anacaona era de origen arahuaco, nació en una sociedad matrilineal, era una mujer rebelde, era la Cacica de Jaragua que era una Confederación donde se gobernaba por consenso.

Guaroa Ubiñas Renville nos dice que:

«Anacaona era  muy bella, inteligente, cuidadosa en el trato a los demás, tenía una gran filosofía producto de su crianza. Creía en la armonía, en el equilibrio entre las personas. Era la Cacica.

Consultaba con los ancianos y con las distintas familias sobre los casos de importancia. Tenía una filosofía en espiral y creía como la generalidad de ellos en la importancia del círculo que hacía hincapié en que hasta las aves hacen sus nidos redondos, así que en las discusiones se colocaban en forma circular de manera que controlaban cara a cara la comprensión de las posiciones de cada quien.

No era nada autoritaria, pues consideraba que era parte de la naturaleza y como dijo un cacique en Norteamérica, “los blancos saben hacer muchas cosas, pero no saben nada de distribuirlas”. Se manejaba dentro del cariño de todos los caciques subalternos de la zona»

Carl Jung considera al círculo como el símbolo religioso más poderoso del mundo, porque  representa la totalidad de las cosas.

El circulo es el símbolo perfecto de los pueblos originarios. Se expresa en el Kultrún o tambor de los mapuche, en los “drums”de todos los pueblos del norte del continente. Todas las ceremonias y rituales indígenas giran en torno del círculo.

El Nguillatun de los mapuche gira en torno al Canelo, árbol sagrado. La ceremonia del Pow Wow en Canadá y los Estados Unidos, también se desarrolla en torno al círculo. Los bailes giran también siguiendo la órbita del sol que a su vez es circular, desde el Este al Oeste.

Cada punto de un círculo está a la misma distancia del centro. Si damos vuelta alrededor del círculo siempre estaremos equilibrados en el mismo espacio en relación a su centro.

Salome Ureña le dedica a Anacaona un extenso poema que consta de XXXIX Cantos la evoca de esta manera:

Allá en Jaragua, región hermosa

de azules lagos y altas colinas,

donde las flores más peregrinas

su cáliz abren rico de olor;

donde una tribu privilegiada,

clara de ingenio, de forma bella,

entre la indiana raza descuella

de sus encantos por el primor;

Como la palma de la llanura

su talle airoso moviendo esbelta,

en largas ondas al aura suelta

la cabellera negra y sutil,

joven y hermosa, feliz recorre

los campos ricos de la Maguana,

una graciosa beldad indiana,

mas que otra alguna noble y gentil.

Evoca el caney y la vida tranquila que llevaban nuestros nativos, nuestra poeta Salomé dice en estos versos:

Mecidos al columpio

de hamacas vaporosas

las horas venturosas

pasaban sin temor,

gustando embelesados

en lánguido reposo

del coiba el delicioso

perfume embriagador

A la tranquila sombra

del bosque silencioso,

el indio alzó orgulloso

su rustico caney;

 

…Caonabo, cacique fuerte

que en las batallas lidia triunfante,

es de alto porte, grave semblante,

que airosas plumas ciñe a su sién,

le hablo de amores…

La indígena familia entretenida

discurre por el bosque y por la playa,

y en los placeres de su dulce vida

el nuevo sol aprovechar ensaya.

Ovando el jefe inicuo

de entrañas de fiereza,

extiende su dominio

fatal sobre Quisqueya

y quiere que hasta el ultimo

indígena perezca,

y un solo pensamiento

sus sueños atormenta;

dar muerte a los caciques

que aun el poder conservan.

Mas, ¿cómo de Jaragua

en la apacible reina

podrá su cruda saña

pretexto hallar siquiera?

Camino a la horca de parte del saqueador y criminal Nicolás de Ovando, Anacaona la cacica de Jaragua que tenía para algunos historiadores unos 28 años y para otros 38, Guaroa Ubiñas nos la presenta de esta manera:

Al pie de la horca fiera que extiende en el espacio

su brazo formidable que muerte anuncia ya,

sus pasos encamina la multitud liviana…

Bellísima, imponente, con majestad avanza,

serena la mirada, tranquilo el ademán…

Mirad, es la cautiva, la regia prisionera

que al trono de Jaragua sustrajo la ambición;

la de alma generosa que concedió a la injuria

magnánimo perdón.

Quinientos años después,  Anacaona vive y vivirá por siempre agitando pencas de palma en el caney, por su valentía, por ser una lideresa del cacicazgo de Jaragua que  asumió con autoridad a la muerte de su hermano, el Cacique Bohechio, por ser la más fiel representante de la raza aborigen exterminada que amaba la libertad y la naturaleza.

 

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