VACANCIA EN PERÚ: Dina Boluarte, la Presidenta Fugaz que Cayó Bajo el Peso de la «Incapacidad Moral»
Lima, Perú.- El Perú lo hizo de nuevo. En un acto que ya parece un ritual endémico de su política, el Congreso aprobó en la madrugada de este viernes la vacancia de la presidenta Dina Boluarte Zegarra por «permanente incapacidad moral», poniendo fin a un mandato convulso, acortado y marcado por la fragilidad institucional.
Con una contundente mayoría de 122 votos a favor, el Pleno del Congreso destituyó a Boluarte, activando una vez más el mecanismo constitucional que ha convertido a Perú en el epicentro de la inestabilidad presidencial en América Latina. El cargo fue asumido de inmediato por el presidente del Congreso, José Jerí, tal como lo establece la Constitución.
La decisión, impulsada por mociones de bancadas tan diversas como el Bloque Democrático Popular, la Bancada Socialista y Renovación Popular, no se centró en un solo escándalo, sino en un cóctel de acusaciones: desde presuntos actos de corrupción y el «uso irregular de viajes oficiales» hasta la «incapacidad para enfrentar la inseguridad ciudadana» y, en una nota más trivial pero simbólica del hartazgo, «supuestas intervenciones estéticas realizadas durante el ejercicio de sus funciones».
Para entender la caída de Boluarte, es fundamental recordar su ascenso al poder, una travesía que fue, de inicio, una anomalía política.
Dina Boluarte no fue elegida presidenta. Su llegada al Palacio de Gobierno se dio por la vía de la sucesión constitucional, tras la destitución y detención de Pedro Castillo Terrones en diciembre de 2022. Ella era su vicepresidenta, una figura que surgió del mismo ticket electoral (Perú Libre), pero de la que se distanció rápidamente.
Castillo intentó un autogolpe fallido, disolviendo inconstitucionalmente el Congreso. El tiro le salió por la culata. El mismo Congreso, que ya tenía en marcha un proceso de vacancia, actuó con celeridad y lo destituyó por flagrante violación constitucional. Boluarte, hasta entonces una figura de bajo perfil, juró al cargo con el reto de ser la primera presidenta de Perú.
Su mandato, sin embargo, estuvo plagado de crisis:
- Las Protestas Sangrientas: Apenas asumió, el país se vio sacudido por protestas masivas que exigían su renuncia y el cierre del Congreso. La respuesta gubernamental fue brutal, dejando decenas de muertos a manos de las fuerzas de seguridad. Esto generó investigaciones por presuntos «delitos de genocidio» y la condenó a una baja popularidad histórica.
- El Caso Rolex y los Desbalances: La acumulación inexplicable de joyas y relojes de alta gama desató una crisis de credibilidad. Las investigaciones fiscales por presunto enriquecimiento ilícito la debilitaron gravemente.
- La Inseguridad Ciudadana: Su incapacidad para frenar la ola de criminalidad que azota a Lima y otras ciudades fue el argumento de «incapacidad de gestión» más tangible para la ciudadanía.
La «permanente incapacidad moral» es un concepto ambiguo y elástico de la Constitución peruana que el Congreso ha convertido en su arma letal para la rotación presidencial. Desde 2018, Perú ha tenido seis presidentes, con este mecanismo o sus derivados como principal causa de la inestabilidad.
En este último round, la defensa de Boluarte denunció un proceso exprés y «violatorio». El abogado Juan Carlos Portugal cuestionó el «plazo de 50 minutos entre la notificación y la hora de audiencia», calificándolo de violación del derecho a la defensa. Sin embargo, en el clima de hartazgo y desconfianza, el Congreso, con un poder desmedido, procedió sin miramientos, negándole a Boluarte hasta la oportunidad de un show de defensa. Ella se negó a asistir, quizás consciente de que el resultado estaba escrito.
La vacancia de Dina Boluarte es la crónica de una muerte política anunciada. Es el síntoma más reciente de una democracia enferma donde los partidos políticos son débiles, el sistema de justicia es vulnerable, y el Congreso utiliza su poder de vacancia como una guillotina institucional que garantiza la ingobernabilidad perpetua.
El nuevo presidente, José Jerí, recibe un país al borde del colapso institucional y en medio de una profunda crisis social. La pregunta en Lima no es si habrá una nueva crisis, sino cuándo y quién será la próxima víctima de la «incapacidad moral» en el Palacio de Gobierno. El laberinto peruano sigue sin salida.
-Luis Rodriguez Salcedo para TeclaLibre-
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