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Ecuador: Un clima de tensión y violencia precede el debate entre Noboa y González

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Quito, Ecuador – 23 de marzo de 2025 – A pocas horas del crucial debate presidencial entre el actual mandatario Daniel Noboa y la candidata del correísmo Luisa González, programado para este domingo 23 de marzo, Ecuador se encuentra inmerso en un clima de creciente tensión y violencia que amenaza con ensombrecer el proceso electoral de segunda vuelta, previsto para el 13 de abril.

Este enfrentamiento, que reedita el balotaje de las elecciones extraordinarias de 2023, se desarrolla en un contexto de inseguridad sin precedentes, pugnas políticas y un ambiente polarizado que mantiene en vilo a los más de 13,7 millones de ecuatorianos convocados a las urnas.

Un país bajo presión
El debate, que será transmitido a nivel nacional, llega en un momento crítico. Ecuador atraviesa una ola de violencia que ha posicionado al país como uno de los más peligrosos de América Latina. Solo en los primeros meses de 2025, se reporta un promedio de un asesinato por hora, consolidando este año como el más violento desde que existen registros. Este sábado, el presidente Noboa informó sobre el asesinato de Narciso Saldarriaga, delegado de control electoral de su partido, Acción Democrática Nacional (ADN), en Canuto, provincia de Manabí, una zona conocida por ser bastión de la candidata González. «Pretenden imponerse con miedo, como lo han hecho por más de una década», expresó Noboa en redes sociales, señalando que el crimen no quedará impune y sugiriendo, sin nombrarlos directamente, que fuerzas vinculadas al correísmo podrían estar detrás del hecho.

La violencia no es un fenómeno aislado. Desde enero de 2024, cuando Noboa declaró un «conflicto armado interno» contra bandas criminales, el país ha visto una escalada de homicidios, secuestros y ataques atribuidos al crimen organizado, muchos de ellos en retaliación a las políticas de mano dura del gobierno. Las provincias costeras, como Manabí, Esmeraldas y Guayas, se han convertido en epicentros de esta crisis, lo que ha influido en la percepción de los votantes y ha puesto a la seguridad como el tema central de la campaña.

Pugnas políticas y un debate decisivo
A la crisis de seguridad se suma la tensión política entre Noboa y su vicepresidenta, Verónica Abad, quien asumirá temporalmente las funciones presidenciales durante el debate y la campaña, tras una serie de maniobras fallidas del Ejecutivo para evitarlo. El ministro de Gobierno, José de la Gasca, había adelantado que el gobierno buscaba «varios caminos» para impedir que Abad tomara el mando, pero la Corte Constitucional y la presión legislativa obligaron a Noboa a ceder. Esta situación ha exacerbado las divisiones internas en el oficialismo y ha dado munición a la oposición para cuestionar la gobernabilidad del presidente.

Luisa González, por su parte, llega al debate respaldada por el Movimiento Revolución Ciudadana, liderado por el expresidente Rafael Correa. Aunque en la primera vuelta del 9 de febrero obtuvo un 43,8% frente al 44,3% de Noboa, su campaña ha ganado terreno en las últimas semanas, especialmente en las zonas costeras afectadas por la violencia. González ha prometido un enfoque más social para combatir la inseguridad, contrastando con la estrategia militarizada de Noboa, y busca convertirse en la primera mujer presidenta electa en la historia del país.

El debate: un punto de inflexión
El cara a cara de este domingo, que abordará temas como seguridad, economía, gobernabilidad y educación, se perfila como un momento decisivo. Con una diferencia mínima entre ambos candidatos en la primera vuelta y un 8,96% de votos en blanco o nulo aún en juego, el debate podría inclinar la balanza. Analistas coinciden en que Noboa necesitará defender su gestión frente a las críticas por el aumento de la violencia y los apagones energéticos que marcaron su administración, mientras que González deberá convencer a los indecisos de que su propuesta representa un cambio viable sin repetir los errores del pasado correísta.

En las calles, la ciudadanía refleja el hartazgo y la incertidumbre. «Queremos paz, pero también trabajo y luz. Nadie nos da confianza plena», comenta María Salazar, una comerciante de Quito. Mientras tanto, las Fuerzas Armadas y la Policía han intensificado la seguridad en todo el país, con especial atención en los alrededores de los estudios de televisión donde se realizará el debate, ante el temor de nuevos episodios de violencia.

Ecuador se encuentra en una encrucijada. El resultado del 13 de abril no solo definirá al próximo presidente para el período 2025-2029, sino también el rumbo de un país que lucha por salir de la oscuridad de la violencia y la polarización. El debate de hoy será, sin duda, un reflejo de estas tensiones y un termómetro de las esperanzas y temores de una nación al límite.

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