«Trump acierta: EE.UU. domina el negocio global de la muerte, pero la fiesta puede terminar»
Redaccion de TeclaLibre 29 de octubre 2025
Donald Trump ha vuelto a la carga con una de sus afirmaciones contundentes: Estados Unidos es el principal fabricante de armas y municiones del mundo. Los datos le dan la razón, y de forma abrumadora. Pero en TeclaLibre no nos conformamos con el titular fácil. Nos adentramos en las entrañas de la bestia para descubrir que, detrás de la fachada de poderío absoluto, se esconde una industria al límite de su capacidad, dependiente de su mayor rival y con su principal cliente empezando a hacer la compra por su cuenta. ¿Hasta cuándo durará este reinado?
Que Estados Unidos es el gigante armamentístico es un eufemismo. Es el Coloso. Los datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) no dejan lugar a dudas:
Es el exportador Global Nº1: Con un 43% de todas las exportaciones de armas entre 2020-2024, EE.UU. vende más que el segundo, tercero y cuarto puestos combinados.
El Cliente Cautivo (por ahora) es Europa: Dos tercios de las armas que importan los miembros europeos de la OTAN salen de fábricas estadounidenses.
Los Reyes del ‘Merch’ son Lockheed Martin, RTX (antes Raytheon), Northrop Grumman y Boeing ocupan sistemáticamente los primeros puestos en el ranking de fabricantes mundiales. Su poder de lobby en Washington es tan legendario como letal.
En resumen, Trump tiene razón. Cuando habla de la «superioridad de la industria armamentística», se refiere a un negocio que mueve billones y del que su país es el padrino indiscutible.
Pero, ¿qué pasa en la trastienda de este imperio? Aquí es donde aplicamos la dosis de suspicacia y picardía. El rey no está tan desnudo, pero sí lleva el traje lleno de remiendos.
Fábricas al Límite del Colapso. Las grandes corporaciones tienen carteras de pedidos récord (Lockheed Martin con 170.000 millones, RTX con 230.000 millones). Suena a éxito, pero es también su talón de Aquiles. La cadena de suministro tiene cuellos de botella crónicos: escasez de chips, falta de mano de obra especializada y plazos de entrega que se disparan. El Pentágono pide que se cuadruplique la producción de misiles Patriot, y desde dentro del sector responden con un «sí, pero…».
La Dependencia Estratégica de China (Sí, has leído bien). Aquí está la paradoja más jugosa. El arsenal del «mundo libre» depende, en buena medida, de las tierras raras y minerales críticos que controla Pekín. Sin estos componentes, no hay misiles guiados, ni sistemas de defensa aérea, ni electrónica avanzada. El Pentágono intenta desesperadamente reconstruir una cadena de suministro nacional, pero es una carrera contrarreloj y de coste billonario. Una ironía geopolítica de alto voltaje.
Europa, el Cliente que Despierta. El principal comprador se está cansando de depender del proveedor. La guerra en Ucrania les ha dado una bofetada de realidad. La UE, con su fondo de miles de millones, se ha propuesto el objetivo claro: que al menos la mitad de sus compras de armas sean intraeuropeas para 2030. Alemania está potenciando su industria, y Francia siempre ha defendido una Europa de la Defensa «más soberana». Incluso desde Washington, voces como la de Pete Hegseth instan a Europa a asumir su «responsabilidad». Traducción: «Ya no queremos cargar solos con el muerto».
De otro lado, la inflación, la volatilidad de los metales y las estrictas normativas medioambientales están disparando los costes de producción. ¿Quién pagará la factura? El contribuyente estadounidense, como siempre, pero con un Congreso cada vez más fracturado y un déficit por las nubes, la gallina de los huevos de oro podría empezar a poner menos.
Así que, sí, Trump tiene técnicamente razón. Estados Unidos es el principal fabricante de armas del mundo. Pero la afirmación, en su rotundidad, es simplista y hasta peligrosa.
En TeclaLibre concluimos: El complejo militar-industrial estadounidense es un gigante con pies de barro. Su liderazgo es incuestionable hoy, pero se enfrenta a tormentas perfectas por todos lados: dependencia estratégica, límites productivos y un cliente histórico que mira hacia otro lado.
La fiesta continúa, pero los brindis al sol ya no sirven. El trono del rey de las armas comenzó a tambalearse. Y en el mundo de la geopolítica, nadie permanece en la cima para siempre.
-Luis Rodriguez Salcedo para TeclaLibre-
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