InicioARTE Y CULTURAFrancisco Domínguez Charro: Ahora que regresas a tu Macorís del Mar

Francisco Domínguez Charro: Ahora que regresas a tu Macorís del Mar

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Por Simeón Arredondo

Un día como hoy, 22 de agosto se cumplen 114 años del nacimiento de Francisco Domínguez Charro (Paquito), nacido en el corazón de San Pedro de Macorís en 1910.

Poeta de voz recia y de sentimientos nobles.  Un escritor cuya estatura no ha sido reconocida por la clase intelectual dominicana ni valorada en su justa dimensión por la sociedad misma.  Pero que el tiempo, fiel testigo de cada acontecimiento por simple que parezca, y gran maestro de la humanidad, aunque ésta piense lo contrario, le sigue reservando su sitial en el reino de las artes de América.

 

En el 2010, en ocasión de cumplirse el primer centenario del nacimiento del autor de “Viejo negro del puerto”, un grupo de escritores y de gestores culturales de San Pedro de Macorís, integrantes en su mayoría del grupo literario que lleva su nombre, organizamos un conjunto de actividades en aras de rendir homenaje a este insigne personaje de las letras dominicanas, cuyo acto central consistió en una conferencia magistral dictada por Federico Jovine Bermúdez.

 

Entre los textos que surgieron para la ocasión con miras a homenajear a Paquito, está mi poema “Ahora que regresas” (Elegía a Francisco Domínguez Charro en el centenario de su nacimiento), incluido en mi libro “Contracanto a Víctor Villegas” (Santo Domingo, Mediabyte, 2016), el cual reproduzco a continuación a manera de conmemoración de los ciento catorce años del nacimiento de uno de los poetas más grandes que ha dado la patria de Pedro Mir y de Manuel del Cabral, y de recordatorio del décimo cuarto aniversario de la celebración de su primer centenario.

 

Ahora que regresas

 

Elegía a Francisco Domínguez Charro (Paquito)

en el centenario de su nacimiento

 

Oh, bardo

que desvistes la historia!

 

¿Cuáles confines

has habitado

desde que te embarcaste

en confuso viaje

con rumbo impreciso?

 

¿En qué puerto anclaste

tu nave universal

cargada de poesía?

 

Oh, bardo

de ojos perdidos en la tarde!

 

He aquí

tu río y tu mar.

Mas no las chimeneas

ni el olor azucarado del guarapo.

No hay tiempo

para barro ni para destino.

Son otros días,

otras canciones,

otros acordes.

El muelle no es el muelle.

Son otras las miradas.

 

He aquí

tu inconsolable

“Viejo Negro del Puerto”.

No está con nosotros

el cañaveral preñado

de ilusión y regocijo,

ni la línea férrea

de chirridos lozanos

cuando los tubos de ladrillo gigantes

anunciaban con claror

la esperada zafra.

 

Ahora que regresas

en este centenario memorable, Paquito,

quisiera mostrarte

una ciudad culta,

un Higuamo azul,

un puerto libre.

Quisiera mostrarte

una América valiente,

un planeta verde,

una guitarra alegre.

 

Pero hemos tenido

un siglo atado a

misiones sin misión,

visiones sin visión,

valores sin valor,

objetivos sin objetivo.

 

Y “se han abierto los mercados”.

Entonces

se venden y se compran

en cualquier costado del día

moradas y miradas,

trajes y tratos,

conciencias y sentencias.

 

Son cien años…

cien años

abatidos,

humillados,

doblegados,

sometidos,

amargados.

 

Cien años llenos

de abrazos y disparos,

de carcajadas y lágrimas,

de llamas y escarcha,

de flores y estiércol.

 

He aquí

tu ciudad, Paquito.

Pero es otra ciudad.

El viento

ha echado barba.

Los monumentos

han perdido la vista.

Ha quedado calvo

el recuerdo.

Y casi todos

hemos enmudecido.

 

Son cien años…

Cien años atiborrados

de ruidos,

de olores,

de conjeturas,

de tabúes,

de cementerios.

 

Cien años

-exageradamente quizás-

cargados

de cosas y casos,

de pasos y pesos,

de almas y armas,

de mares y males,

de espumas y espasmos,

de cuentas y cuentos,

de misioneros y miseria,

de bautizos y bostezos,

de voces y vicios,

de medidas y miedo,

de tragos y tragedias,

de reservas y revueltas,

de arados y heridas.

 

¿Por dónde

has andado, Paquito?

¿Has regresado a gritar

¿¡Viva América!?

¿O acaso

vienes a dar una ojeada

a los nuevos parques desguarnecidos?

¿O has venido

a observar las lujosas tumbas

que hemos inaugurado?

 

Son cien años…

Cien años repletos

de inventos estériles

y descubrimientos manipulados.

De convocatorias urgentes

y propuestas resquebrajadas.

De agendas huecas

y discursos presumidos.

De convenios bochornosos

y tratados protervos.

 

Hemos saturado

el planeta de guerras, Paquito.

Hemos tenido

guerra fría,

guerras programadas,

guerras de arengas,

guerras de encuestas,

guerras de guerrilla,

guerras civiles,

guerras santas,

guerras internacionales,

guerras mundiales,

guerras cibernéticas,

guerras de galaxias,

guerras infantiles,

guerras absurdas.

Pero nos falta

hacer la “guerra a la guerra”.

 

Son cien años…

Cien años llenos

de letras y palabras.

Letras y palabras

que invitan,

que acarician,

que endulzan,

que enaltecen,

que motivan,

que convocan,

que reclaman,

que americanizan.

Letras y palabras necesarias.

Tus letras

y tus palabras,

poeta.

 

Poeta y escritor dominicano residente en España

simeonarredondo@gmail.com

Agosto 2010.

 

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