El programa Ilusiones y Poesías del domingo 22 de septiembre del 2024 fue dedicado a la memoria del Premio Nobel chileno PABLO NERUDA en el 51 aniversario de su fallecimiento el 23 de septiembre de 1973.
Compartimos parte de la intensa vida de uno de los poetas más importantes de la literatura mundial del siglo XX, quien confesara en sus memorias que “tal vez no vivió en sí mismo; quizás vivió la vida de los otros”
Carlos Márquez hizo una breve síntesis biográfica del poeta que nació en Parral, el 12 de julio de 1904, donde las viñas y el vino abundan, su madre enferma de tuberculosis murió al mes siguiente de su nacimiento. Apenas un retrato vestida de negro, delgada y pensativa, le dijeron que escribía versos, pero nunca los vio.
Su padre fue un obrero, conductor de un tren lastrero. Desde los diez años, el joven Pablo se hizo poeta, observando la naturaleza que lo embriagaba con su belleza. No escribía versos entonces, pero su alma vibraba, al contemplar los pájaros, los escarabajos, los huevos de perdiz que encontraba. La perfección de los insectos le asombraba y maravillaba, inspirándolo a explorar el universo con su mirada profunda y clara nos cuenta en sus Memorias de Confieso que he vivido.
Neruda teje su vida con hilos de todas las vidas conocidas, recuerda de su infancia la lluvia austral, llovía meses enteros, frente a su casa se convertía en un inmenso mar de lodo. Campesinos y bueyes hostigados entre la lluvia y el barro, iba por las veredas cruzando en una piedra y otra para ir al colegio. Los paraguas se los llevaba el viento, los zapatos empapados, recuerda los calcetines mojados junto al brasero y muchos zapatos echando vapor como si fueran pequeñas locomotoras… inundaciones que se llevaba poblaciones de gente mas pobre junto al rio y el volcán Llaima … La vida era dura, su abuelo tuvo una familia muy larga y poca tierra para cultivar
Exploró el bosque chileno y nos dio a conocer árboles característicos de los Andes, como son como los raulíes gigantescos y las calceolarias flores de América del Sur que se cultivan en los jardines, de color de oro, semejan un zapato, también los copihues rojos y blancos, enredaderas que habitan preferentemente en la altura de la Región de los Lagos y Los Ríos, en altitud inferior a los 700 m.s.n.m. los frutos del copihue, denominados pepinos, tienen una pulpa suave y dulce, comestible, son útiles para el tratamiento de enfermedades oftálmicas, para lo cual se usa el líquido extraído de las flores como colirio. Para el pueblo mapuche, el copihue es símbolo de felicidad, virtud, alegría, amistad y gratitud. Resalta como una de sus plantas sagradas y en época de la Conquista los guerreros la veneraban como el emblema del valor y la libertad y los jóvenes como el espíritu tutelar de sus amores
Era tanta su admiración al pájaro de la selva que le inspiro el poema
EL PÁJARO YO
ME llamo pájaro Pablo,
ave de una sola pluma,
volador de sombra clara
y de claridad confusa,
las alas no se me ven,
los oídos me retumban
cuando paso entre los árboles
o debajo de las tumbas
cual un funesto paraguas
o como una espada desnuda,
estirado como un arco
o redondo como una uva,
vuelo y vuelo sin saber,
herido en la noche oscura,
quiénes me van a esperar,
quiénes no quieren mi canto,
quiénes me quieren morir,
quiénes no saben que llego
y no vendrán a vencerme,
a sangrarme, a retorcerme
o a besar mi traje roto
por el silbido del viento.
Por eso vuelvo y me voy,
vuelo y no vuelo pero canto:
soy el pájaro furioso
de la tempestad tranquila.
Lorenzo Araujo comenta sobre el origen aborigen de su apellido que significa amigable a diferencia de otros grupos que eran caníbales. Nos comparte el poema de Pablo Neruda LLenate de mi.
Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora,
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.
Pero siento tu hora,
la hora de que mi vida gotee sobre tu alma,
la hora de las ternuras que no derramé nunca,
la hora de los silencios que no tienen palabras,
tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias,
tu hora, medianoche que me fue solitaria.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi dolor una tarde.
Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro.
Mi corazón no debe callar hoy o mañana.
Debe participar de lo que toca,
debe ser de metales, de raíces, de alas.
No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve,
no puedo ser la sombra que se deshace y pasa.
No, no puede ser, no puede ser, no puede ser.
Entonces gritaría, lloraría, gemiría.
No puede ser, no puede ser.
Quién iba a romper esta vibración de mis alas?
Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué? palabra?
No puede ser, no puede ser, no puede ser.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva.
De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste.
Tienes de mí ese sello de avidez no saciada.
Desde que yo los miro tus ojos son más tristes.
Vamos juntos. Rompamos este camino juntos.
Ser? la ruta tuya. Pasa. Déjame irme.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrificarme.
Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.
Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca,
inundando las tierras como un río terrible,
desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos,
destrozando,
quemando,
arrasando
como una lava loca lo que existe,
correr fuera de mi mismo, perdidamente,
libre de mí, Curiosamente libre.
¡Irme, Dios mío, irme!
Continuará