-Isa Conde denuncia intento de apuñalamiento y acusa al Gobierno de proteger a grupos neofascistas. (En clara referencia al grupo Antigua Orden)-
Por Luis Rodríguez Salcedo
Santo Domingo. – En una carta cargada de acusaciones explosivas y advertencias directas, Narciso Isa Conde, veterano dirigente de izquierda, responsabilizó al presidente Luis Abinader de lo que describió como una peligrosa escalada del “paramilitarismo neofascista”, mientras salpicaba al Estado de complicidad con sectores ultranacionalistas.
La misiva, fechada el martes y dirigida al mandatario, relata un presunto intento de apuñalamiento sufrido por Isa Conde cuando se retiraba de una manifestación por el 60 aniversario de la Revolución de Abril, realizada en la emblemática calle Beller. Según su versión, un individuo armado con un cuchillo intentó agredirlo, pero sus acompañantes lograron reducir a dos sujetos y desarmarlos.
Pero más allá del incidente, la carta destila preocupación —y, para algunos, victimismo— al advertir sobre lo que Isa Conde llama “la ruta criminal del paramilitarismo”, que según él estaría siendo tolerada, si no impulsada, desde las entrañas mismas del Estado.
En sus acusaciones, Isa Conde señala a la Policía Nacional por, presuntamente, ofrecer protección abierta a miembros de La Antigua Orden Dominicana, grupo al que acusa de haber acudido a la manifestación con machetes, cuchillos y bloques de concreto. Los integrantes de dicho grupo, afirma, insultaban a los manifestantes tildándolos de comunistas y “promotores de una invasión haitiana”, en clara alusión al respaldo histórico de la izquierda local a la migración irregular desde el vecino país.
El dirigente —conocido por su línea ideológica inamovible— advierte que La Antigua Orden Dominicana no podría actuar con tanta impunidad sin la cobertura de “sectores poderosos”, a los que vincula con agencias extranjeras, empresas mineras y figuras clave del poder político, militar y empresarial del país.
Isa Conde no ahorra pólvora: concluye su carta responsabilizando de forma directa al presidente Abinader por cualquier daño físico o represalia que pudiera recaer sobre él, otros activistas o dirigentes sociales en lo adelante.
Con este episodio, el dirigente vuelve a colocar el tema de la migración haitiana —y el respaldo de ciertos sectores progresistas a causas binacionales— en el centro de un debate donde el nacionalismo y la izquierda radical chocan con fuerza. Mientras tanto, la ciudadanía observa, entre el asombro y la incredulidad, cómo resurgen viejas tensiones con nuevos rostros.
