Por Rosina Anglada /
Tito Alvarado es poeta, ensayista, periodista, conferencista, promotor cultural, tiene publicados 23 libros y 50 esperan ser editados, ha sido traducido al inglés, sueco, alemán, portugués, italiano y ruso, lo cual nos da la idea de cuan prolífico es, recorre el mundo apoyando al Movimiento Sur, actualmente es presidente honorario del Proyecto Cultural Sur.
Es miembro del Equipo Coordinador del Festival Palabra en el Mundo, miembro del Consejo Editorial de la Revista Sur y de la Revista teórica Utopía Roja, es un humanista, cosmopolita que cree en la gente y que dice haber visto de todo y conocido gentes de muchos lugares del mundo.
Tito se define como un poeta maldito. Le gusta vivir en el bosque y ama nuestro país el cual considera un paraíso y piensa residir acá en la Costa Atlántica de Puerto Plata.
Pretender abarcar la creación literaria de un autor a partir de la lectura de un par de relatos de su obra ‘La Escuela de Andrés’, es una tremenda osadía.
Lo cierto es que desde que leí ‘Tango de lo que pudo ser y no fue’ quede fascinada y me aventure a decirle al autor en la puesta en circulación que su obra era contundente, que era una piedra porque nos retrata especialmente al género de las mujeres en nuestro afán por enrumbar nuestras vidas al matrimonio, cuasi de manera inconsciente para responder a los dictados de la sociedad que circunscribe, reduce, limita al ámbito del hogar; o, limitaba.
El mundo ha cambiado bastante en nuestro siglo XXI y las profesionales casadas desarrollan todas sus actividades con libertades que antes eran prácticamente prohibitivas para grandes mayorías. En muchas ocasiones, las mujeres no trabajaban única y exclusivamente sus hogares y se dedicaban a la crianza de los hijos.
Casarse era el norte, al cual empujaban todos en la sociedad para no quedarte soltera lo cual era una especie de maldición, estigma que te acompañaría por el resto de la vida.
‘Tango de lo que pudo ser y no fue’ es un relato que retrata como se bifurcan los caminos de nuestras vidas y los distintos sueños que perseguimos en el transcurso de nuestra existencia; el narrador establece un paralelismo con su vida… le contaron la vida de su ex novia de juventud quien eligió el casamiento como boleto de ida, el otro era alguien, mientras él era joven no era un buen partido para ella… Su decisión le ocasiono un sufrimiento prolongado de dos años. El considera que fue debido a su premura y que era mas lento y tomó otros derroteros en su vida, en las cuales muchas veces se vio en peligros.
De ahí que se dedicó a sembrar en plantaciones, convivir con otros, una vida mas dinámica desvinculada de cosas materiales con apenas libros. Años mas tarde, al ver que ella lucía cansada de trabajar, aparentaba más edad de la que tenia, había envejecido prematuramente, lo que el intuye que estaba arrepentida por haber equivocado el camino.
Su cara era de tristeza, cansancio, pesar, tres hijos un trabajo lejos de casa, sin tiempo para disfrutar de la vida.
El autor reflexiona que solo quien no tiene nada que perder ni nada que ganar puede ir hasta el final, él es un viajero distribuidor de semillas planta árboles. Ella, la mujer cansada quedó atrapada en su opción de salida, un marido, una casa y en la rutina de hacer lo mismo todos los días. El suyo ha sido un camino de brillos pasajeros.
Su novia será abuela y quizás sea feliz a su manera. En su mente no quedo nada de él. A veces la gente da pasos en direcciones cruzadas…la meta no es llegar a un final, tampoco es el camino, la meta es el chispazo en el cruce del camino.
Ahora cincuenta años después aquel camino divergente, se ve en nuevos aprietos, pues chocamos a veces con las mismas piedras, no tiene mas que libros y unas botellas vacías.
