La vicepresidenta de la República Dominicana, Raquel Peña, ha dado indicios claros de que podría aspirar a la presidencia en las próximas elecciones, previstas para mayo de 2028.
Según reportes de medios locales y publicaciones en redes sociales, Peña expresó públicamente su sueño de «subir las escalinatas del Palacio Nacional como presidenta».
Estas declaraciones, realizadas el viernes 14 de marzo de 2025, han generado revuelo en el ámbito político dominicano, especialmente dentro de su partido, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), liderado por el actual presidente Luis Abinader. Aunque Abinader, quien fue reelegido en mayo de 2024 para un segundo mandato (2024-2028), ha afirmado que no buscará otra reelección debido a los límites constitucionales, las palabras de Peña sugieren que podría estar posicionándose como una posible candidata del PRM para sucederlo.
Raquel Peña, quien asumió la vicepresidencia en agosto de 2020 junto a Abinader, ha sido una figura clave en el gobierno del PRM. Su gestión ha estado marcada por un perfil técnico y una presencia activa en temas de salud, educación y asistencia social, lo que le ha ganado reconocimiento entre sectores de la población.
Las elecciones de 2024 consolidaron al PRM como la fuerza política dominante en el país, con una amplia victoria en la primera vuelta presidencial y mayorías en el Congreso. Este dominio posiciona al partido favorablemente para mantener el poder en 2028, y Peña, como vicepresidenta, está en una línea natural de sucesión política dentro del PRM.
Sus recientes declaraciones no son un anuncio formal de candidatura, pero sí una señal inequívoca de sus ambiciones. En un país donde la reelección consecutiva está limitada a un solo período adicional (según la Constitución reformada en 2015), la salida de Abinader en 2028 abre la puerta a nuevos liderazgos dentro del partido. Peña, al expresar su «sueño» de ser presidenta, podría estar buscando consolidar apoyo interno y externo antes de que otros precandidatos del PRM, o de la oposición, ganen terreno.
Fortalecimiento del PRM: Si Peña logra convertirse en la candidata oficial del PRM, el partido podría mantener su cohesión y capitalizar la popularidad de la gestión de Abinader. Su candidatura también representaría una continuidad del proyecto político actual, lo que podría atraer a votantes que valoran la estabilidad.
De concretarse su aspiración, Raquel Peña podría convertirse en la primera mujer en ocupar la presidencia de la República Dominicana, un hito histórico en un país donde la participación femenina en la política ha crecido, pero aún enfrenta barreras significativas. Esto podría ser un factor diferenciador en su campaña, apelando a sectores progresistas y al electorado femenino.
Dentro del PRM, aún no han surgido otros nombres fuertes para 2028, pero su declaración podría acelerar el posicionamiento de figuras como el alcalde de Santiago, Ulises Rodríguez, o el ministro de Interior, Jesús Vásquez. En la oposición, partidos como la Fuerza del Pueblo (liderada por Leonel Fernández) y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) podrían ver en Peña una adversaria formidable, dado su perfil y el respaldo del gobierno actual.
La percepción de Peña dependerá en gran medida de cómo evolucione la gestión del gobierno en los próximos años. Temas como la economía, la migración haitiana y la seguridad seguirán siendo centrales en el debate político dominicano.
Aunque el presidente ha dicho que no buscará reelegirse, su respaldo implícito o explícito será crucial para cualquier candidato del PRM. Las publicaciones en X sugieren que algunos sectores ya ven a Peña como la «candidata de Abinader».
Las «señales» de Raquel Peña sobre sus aspiraciones presidenciales marcan el inicio de una nueva etapa en la política dominicana. Aunque aún faltan más de tres años para las elecciones de 2028, su declaración pone en marcha la carrera por la sucesión dentro del PRM y establece un precedente para el debate político futuro. Si bien es temprano para predecir resultados, Peña cuenta con una posición privilegiada: experiencia gubernamental, visibilidad y el respaldo potencial de un partido en el poder. Sin embargo, su éxito dependerá de su capacidad para traducir estas señales en una candidatura sólida y de navegar los desafíos internos y externos que surgirán en el camino.
LRS