-Venecia arde (de indignación): “¡Fuera Bezos!” gritan en el Rialto mientras el magnate sella su amor entre góndolas, yates y jet set-
Teclalibre desde Venecia
Mientras Jeff Bezos y Lauren Sánchez se daban el “sí, quiero” entre mármol, champagne y estrellatos en la isla de San Giorgio Maggiore, al otro lado del Gran Canal, Venecia hervía… pero no de romance. Bajo un sol inclemente y con el puño alzado, al menos 500 manifestantes se congregaron este sábado sobre el emblemático puente de Rialto para gritar lo que muchos en la Ciudad de los Canales sienten: «¡Bezos, vete de la laguna!»
La protesta, liderada por el colectivo “No place for Bezos”, convirtió callejones y pasadizos venecianos en pasarelas de indignación, con pancartas que llamaban «corrupto» al alcalde de la ciudad y denunciaban la sumisión de Venecia al dinero de los ultrarricos. ¿El detonante? Una boda que huele más a ostentación que a amor verdadero.
Con bengalas encendidas sobre el Rialto y una pancarta que sentenciaba «No hay espacio para Bezos», los manifestantes denunciaron lo que llaman una “colonización de lujo” disfrazada de cuento de hadas. Alice Bazzoli, joven activista local, lo soltó sin anestesia: “Bezos representa un modelo de explotación descarada. Amazon no es amor, es abuso laboral y ambiental”.
Mientras tanto, en la otra orilla, el festín continuaba: vestidos de alta costura, perfumes millonarios flotando sobre el agua, yates bloqueando canales y un desfile VIP que parecía una entrega de premios: Ivanka Trump, Leonardo DiCaprio, Kim Kardashian, Oprah Winfrey y hasta Bill Gates. Todos ellos listos para bailar bajo candelabros de cristal de Murano como si Venecia fuera su parque de diversiones personal.
La boda, lejos de unir, ha dividido aún más a una ciudad ya saturada por el turismo masivo y cada vez más incapaz de mantener su alma. Para muchos venecianos, esta celebración no fue un homenaje al amor, sino un “reality show plutocrático” que reafirma que en esta Venecia de 2025, los que no tienen millones no tienen ni voz… ni lugar.
Y así, mientras Bezos y Sánchez celebraban entre fuegos artificiales y valses, la otra cara de Venecia ardía con fuegos de rabia. ¿La luna de miel? Empezó entre aplausos de élite… y abucheos del pueblo.
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