Autor Ramón Enrique Leonardo /
¿Qué le puede importar la muerte a quien no le importe la vida…?
Con esa expresión del autor Argentino Jorge Bucay, damos inicio a este tema.
La vida en cada uno de nosotros los seres humanos, en un momento dado podría
verse limitada con un desarrollo truncado o una frustración desmedida, al ver
que nuestros sueños no son realizados, producto de situaciones o circunstancias
de “crisis” en las cuales no se cuenta con las herramientas adecuadas para ser
afrontadas, dando lugar al surgimiento de un estado de desengaños y reveses
de orden existenciales que afectan nuestros sentidos.
Esto repercute directamente en la conducta de cada individuo que se ve afectada por este mal, llegando a perder el apego a su existencia, cayendo inmerso en un vacío
interior cargado de tristeza, angustia, melancolía, desencantos, soledad,
depresión, alcoholismo, drogadicción y conformismo; mostrando una
incapacidad para sentir las cosas y los seres, donde para ellos la vida ya no tiene
sentido, por lo que no vale la pena vivirla, cayendo en un mundo sin final,
hundidos en el mar de la fragilidad, arropados por su propia filosofía intangible,
donde solo sus prácticas son palpables, éste estado es lo que denominamos
“Vacío Existencial”.
El vacío existencial comienza a manifestarse en el individuo, a partir del
momento en que éste siente ver lesionada su condición humana, su libertad, su
responsabilidad individual, sus emociones, así como el significado de la vida.
Empieza a disminuir su trascendencia personal, reduciendo sus objetivos de a
corto plazo y de satisfacción inmediata. Empieza a sentirse solo y a ver el
universo indiferente, perdiendo el amor a la vida, perdiendo su verdadera
esencia.
Si nosotros centramos la atención en las imágenes de muchos jóvenes que
circundan nuestro entorno, podremos apreciar, que esos jóvenes que vemos
mostrando los pantalones caídos, moda ésta origina en las cárceles
norteamericanas, utilizada por los reos, para evidenciar así el interés en
mantener relaciones sexuales con los presidiarios dominantes. Estos son victima
de un vacío existencial.
Si queremos adentrarnos en el tema y visualizarlo de manera más objetiva,
vamos a imaginarnos un pedazo de fonds o hielo seco, en una cubeta de agua,
el mismo tiende a flotar, esto se debe a que tiene muchos espacios de vacío
ocupados por el aire y al ser la densidad del aire menor a la del agua, éste
tiende a flotar.
De la misma manera en que flota el hielo seco en el agua, así flota en el medio
ambiente, en la sociedad, en su entorno; el individuo que está colmado de
vacíos existenciales.
No llega a aterrizar, no se solidifica y esto se debe a que
adolece de los más elementales principios que conforman la existencia del ser.
Quien no se empeña en descubrir quien es y en decidir a donde va; quien no
fija el timón y empuña los remos de su libertad para seguir su camino, acaba
viendo como el flujo de su vida le arrastra…a donde no quería llegar,
sumiéndolo en un mundo irreal, un mundo colmado de fantasías insaciables,
deseos insatisfechos, sueños no realizados, situación está que lo lleva a colocar
la muerte y la vida en un mismo plano, con igual sentido y con igual valor.
