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“Sistemas Educativos por la Excelencia del Docente”, una propuesta integral para transformar la educación dominicana (2 de 4)

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Por:  Simeón Arredondo*

 

Apoyado en “las tres dimensiones de la crisis del aprendizaje referido por el Banco Mundial en su informe sobre el desarrollo mundial”, y citando que “La primera dimensión son los resultados de aprendizaje poco satisfactorios, la segunda dimensión son sus causas inmediatas y la tercera son sus causas sistémicas más profundas”, el autor Marcos Cross muestra su preocupación por los bajos niveles de la educación pre-universitaria dominicana.

 

Con datos tangibles obtenidos del Ministerio de Educación y del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, así como del Banco Mundial, la UNESCO, y de otros organismos multilaterales, Cross demuestra la gran deficiencia imperante en el sistema educativo dominicano, constituyendo la principal evidencia de ello los resultados obtenidos en las evaluaciones periódicas que realizan algunas organizaciones, como las prueba TERCE, SERCE y PISA, en las que la República Dominicana siempre queda en los últimos lugares tanto en matemáticas, en ciencia como en comprensión lectora.

 

Aunque se muestra preocupado, y pudiéramos decir que incluso indignado con estos resultados, nuestro autor no deja de reconocer los esfuerzos y las iniciativas de los diferentes gobiernos y de las autoridades educativas en las últimas tres décadas por mejorar el sistema, como las grandes inversiones que se han realizado en el área,  al igual que cada uno de los planes decenales que se han diseñado y puesto en ejecución, los posteriores planes estratégicos, y todos los programas y proyectos que de ellos se han desprendido.

 

Esto es un claro indicador de la objetividad del estudio, y constituye una muestra fehaciente de que estamos frente a un trabajo serio alejado de todo apasionamiento político o interés personal, realizado por un educador de carrera, cuya única finalidad es que el país logre re en-rumbar su educación ofreciéndole a la sociedad ciudadanos bien formados y aptos para incorporarse al sistema productivo y a la convivencia humana.

 

Luego Marcos Cross realiza un recorrido analítico por tres continentes: Asia, Europa y América (en este último, específicamente la región latinoamericana) con la finalidad de establecer un símil entre los sistemas educativos de diferentes países y el nuestro. Los datos históricos y las estadísticas que presenta nos revelan las razones fundamentales que han hecho que, por ejemplo, países como Singapur, dicho en voz del propio autor, haya “logrado un gran desarrollo, prosperidad y un sistema educativo de los mejores del mundo en tan solo 53 años de vida como república”. Y en el mismo párrafo nos deja claro la razón de ese asombroso salto de un país formado por un archipiélago cuya superficie no alcanza los 800 kilómetros cuadrados: “Singapur ha apostado a la educación para lograr el desarrollo de su pueblo y con ello ha creado una conciencia de respeto a las leyes, (…)  se reconoce como uno de los principales centros financieros del mundo”.

 

Lo dijo Arquímedes hace más de dos mil años, “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”.  Es la educación ese punto de apoyo que ha hecho que Singapur, que logró su independencia en 1965 (121 años más tarde que la República Dominicana), tenga hoy un Producto Interno Bruto de 615,293 millones de dólares (casi tres veces mayor que el de la República Dominicana).

 

Situaciones como éstas son las que inquietan al profesor Cross, que consciente de que existe una clara relación entre la educación y el desarrollo de los pueblos, no sólo compara la situación de la República Dominicana con la de Singapur, sino que también lo hace con Cuba, España, Finlandia, Uruguay, Reino Unido, China, Argentina y varios países más de diferentes puntos del planeta. Y la conclusión es una sola: Aunque esos países tienen características y realidades políticas, económicas, sociales y culturales diferentes a las dominicanas, existe un denominador común entre ellos, que es la calidad de su educación.

 

Al llegar a este punto debemos acudir a las interrogantes planteadas en la introducción de la obra, una de las cuales reza: “¿Están nuestros docentes en capacidad de enseñar?” Porque es aquí donde el autor ancla su propuesta después de realizar un análisis consciente del sistema educativo dominicano.  Si durante los últimos 30 años el Estado dominicano ha invertido cuantiosos recursos en formación de personal, en material didáctico, en equipos y mobiliarios, en infraestructuras, en alimentación para los alumnos y en otros asuntos en aras de modernizar y optimizar la educación, y los resultados han sido totalmente distintos a los esperados, entonces algo está fallando. Existe algún elemento negativo dentro de todo el engranaje que hace que el Estado y la sociedad hayan fracasado en el intento.

 

Pero como Marcos Cross no sólo se preocupa, sino que también se ocupa, realiza y pone a disposición de la sociedad y de las instituciones esta investigación con un profundo enfoque analítico, y la acompaña de una propuesta que además de ser viable es necesaria, porque de nada sirven las iniciativas y los esfuerzos si al final los objetivos no se alcanzan. Si no llegamos a las metas propuestas la factibilidad de cualquier proyecto se desvanece y los organismos estatales no hacen más que dilapidar los recursos.

 

Marcos Cross no pierde de vista que toda transformación o cambio será siempre más efectivo cuanto a más temprana edad nos involucramos en el mismo. El gran pensador y pedagogo puertorriqueño Eugenio María de Hostos, figura cimera de la educación en la República Dominicana y América Latina, y cuyo pensamiento era tan amplio que su obra se bifurca entre filosofía, sociología, pedagogía y otras áreas, afirmó: “Antes que nada, el maestro debe ser educador de la conciencia infantil y juvenil; más que nada, la escuela es un fundamento de moral”.

 

A pesar de la época en que vivió, Hostos tenía bien claro los fundamentos de la iniciación escolar, y más claro aun, los principios morales, que están íntimamente relacionados con los valores del ser humano. A nuestro entender la educación es mucho más fuerte y constructiva cuando está acompañada de valores; esos que hoy día escasean tanto, especialmente la solidaridad, la empatía y el respeto.  Esos, y otros valores hacen más sólido el poder de la educación, y mucho más aun si esa combinación se inicia desde la infancia, para lo cual es fundamental el rol de la familia.

 

Al respecto Marcos Cross sostiene: “Hablar del papel de la familia en cuanto a su participación en la escuela, es ratificar que es la institución más importante en cuanto se refiere a la educación infantil, inicial, básica y secundaria en cualquier sistema educativo. Una familia con una educación sólida transmite a sus hijos un desarrollo positivo e integral”.

 

Y más adelante agrega: “La participación de los padres en los sistemas educativos permite una seguridad en los procesos de enseñanza-aprendizaje relativa a la transferencia de conocimientos, en especial la cultura, transferida de forma consuetudinaria, es decir, de generación en generación, la que permite la formación en valores de las nuevas generaciones”.

* Poeta y escritor dominicano residente en España

simeonarredondo@gmail.com

 

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