-Con 13 comunicadores encarcelados y nuevos casos de represión, la libertad de prensa en Venezuela atraviesa uno de sus momentos más oscuros. El gremio clama por atención internacional y protección urgente-
Por Luis Rodriguez Salcedo
Caracas.— La libertad de prensa, lejos de ser una garantía constitucional, se ha convertido en un privilegio casi subversivo en la Venezuela actual. La reciente detención de dos reporteros, acusados de “difundir información que afecta la estabilidad nacional”, ha encendido las alarmas del gremio periodístico, que ya contabiliza 13 comunicadores tras las rejas, según reportes del Colegio Nacional de Periodistas (CNP).
La causa de estos arrestos parece tener un patrón: ambos periodistas investigaban temas sensibles para el gobierno, como la inseguridad ciudadana, el colapso de servicios básicos y presuntas actuaciones irregulares de cuerpos policiales. Su detención no solo es una señal de censura, sino una advertencia: informar puede costar la libertad.
“La autocensura se ha vuelto rutina. El periodista venezolano trabaja con miedo, bajo amenazas directas o veladas, con vigilancia constante. Hay medios cerrados, páginas web bloqueadas y equipos decomisados. Pero lo más grave es el mensaje implícito: en Venezuela, contar la verdad puede convertirte en enemigo del Estado”, denuncia Ana Rosario Contreras, representante del CNP.
En medio de este escenario, se conmemora el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Pero para muchos periodistas venezolanos, esta fecha no es de celebración, sino de luto y resistencia. “Vivimos bajo un apagón informativo planificado. El acceso a fuentes oficiales está limitado. No hay transparencia institucional. La persecución judicial es sistemática”, asegura un corresponsal que prefirió el anonimato.
La prensa independiente ha migrado al terreno digital, luchando contra el bloqueo de plataformas y la censura tecnológica. Portales como Efecto Cocuyo, Tal Cual, El Pitazo y Runrunes operan en condiciones extremas, sosteniéndose con financiamiento externo, sin garantías laborales para sus colaboradores y con constantes amenazas de cierre.
Desde organismos internacionales, como la Sociedad Interamericana de Prensa y Reporteros Sin Fronteras, la situación en Venezuela ha sido calificada como “crítica” y “hostil”, ubicando al país entre los peores del continente en cuanto a libertad informativa.
La pregunta que flota en el aire es inquietante: ¿hasta cuándo resistirá el periodismo venezolano este asedio prolongado?
Testimonios de familiares de los periodistas encarcelados describen un panorama angustiante. “A mi hermano lo sacaron de su casa sin orden judicial. Lo acusan de terrorismo solo por entrevistar a una fuente. Está incomunicado”, cuenta entre lágrimas una hermana de uno de los detenidos.
El gremio exige garantías legales, libertad inmediata para los comunicadores apresados y el cese de la criminalización del trabajo periodístico. La represión, dicen, no podrá callar la verdad por siempre.
