Trump se da bombo en Michigan mientras crece el escepticismo popular:
Por Luis Rodriguez Salcedo
Con su habitual tono triunfalista y su arsenal de frases hechas, el presidente Donald Trump regresó este martes a Michigan, uno de sus bastiones electorales, para autoproclamarse artífice de una racha de “grandes victorias económicas”. Rodeado de una multitud leal y entusiasta, Trump volvió a sus clásicos: promesas, ataques y un toque de espectáculo.
Desde el escenario, se pavoneó con cifras que —según él— prueban que la economía estadounidense está en plena forma gracias a su “mano firme”. Sin embargo, mientras agitaba los brazos y lanzaba dardos contra los demócratas —a quienes acusó de “debilidad, caos y traición al trabajador estadounidense”—, fuera del recinto la realidad parecía menos halagadora.
Encuestas recientes revelan una tendencia preocupante para el magnate: cada vez más ciudadanos dudan de que su retórica agresiva en temas de comercio e inmigración esté dando los frutos prometidos. Algunos se preguntan si esas supuestas victorias no son más bien espejismos cuidadosamente empaquetados para consumo electoral.
“Los demócratas no saben ni amarrarse los zapatos sin ayuda de China”, exclamó Trump, provocando carcajadas entre sus fieles. Pero para muchos analistas, este tipo de bravatas ocultan un vacío de propuestas concretas y una economía que, si bien mantiene indicadores positivos, comienza a mostrar grietas bajo la presión de guerras comerciales y políticas migratorias restrictivas.
Trump, sin inmutarse, se mantuvo fiel a su estilo: más show que sustancia. Y mientras la multitud gritaba “¡Make America Great Again!”, los números seguían hablando por sí solos… y no todos en su favor.
¿Triunfos económicos reales o simple marketing electoral? En el escenario, Trump vendió optimismo a raudales. Pero en las calles de Michigan, donde el costo de vida aprieta y las promesas incumplidas pesan, la fe ciega empieza a tambalearse.
