InicioARTE Y CULTURAAlejo Carpentier: "El reino de este mundo"

Alejo Carpentier: «El reino de este mundo»

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«…la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse tareas». Alejo Carpentier

Alejo Carpentier nació en La Habana el 26 de diciembre de 1904, aunque se ha encontrado un registro de nacimiento que establece que nació en Suiza; poseía una vasta cultura, tuvo el privilegio del bilingüismo, su padre era un arquitecto francés, quien para corregirle un problema fonético, quiso salvarlo, hablando solamente francés en el hogar y su acento parecía de un europeo, su madre era una pianista rusa.
Cosmopolita, novelista, narrador y ensayista cubano una de las figuras mas destacadas de las letras hispanoamericanas por sus obras barrocas como son «El siglo de las luces».
Aprendió a nadar desde los once años y sintió una afición por el mar, era un lector voraz, desde su niñez gustaba de las novelas de Emilio Salgari más que las de Julio Verne, se crió en una finca cerca de la ciudad de La Habana, lo que le permitió conocer el modus vivendis de los campesinos;  su cultura, su folklore, aprendió la música de la mano del gran folklorista cubano Don Fernando Ortíz y su padre tuvo el privilegio de ser iniciado por Pablo Casals.
Ante el abandono de su padre, se ve precisado a dejar los estudios de arquitectura, con apenas diecinueve años fue empleado como corrector de pruebas en una editora, lo cual le abre las puertas del mundo de la edición, del periodismo, viaja a México sin un céntimo, fue tan bien acogido allí, que recibió mucha plata con la cual hasta pudo agasajar a varios amigos suyos antes de regresar a La Habana.
Obtuvo varios premios: El Alfonso Reyes, un doctorado Honoris Causa de la Universidad de la Habana, entre otros, lamentablemente no se le concedió el Premio Nobel de Literatura para el cual tenía méritos sobrados.
En París descubrió «lo real maravilloso» que es sin dudas, «una mirada al Continente, desde adentro, en la esencia de las cosas que nos rodean, en el toque del tambor y la magia del danzar» y que América no ha agotado su caudal de mitología, fenómeno presente en las tierras de Haití, la historia de Makandal, por las cuales sintió un sortilegio, comparto un trozo encantador de «El reino de este mundo».
«El ser humano nunca sabe para quien padece y espera . Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo es. En imponerse tareas. En el reino de los cielos no hay grandeza que conquistar,puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en El reino de este mundo.
Carpentier, Alejo «El reino de este mundo» página 144. La primera edición de esta obra que trata sobre la corte real haitiana de Henry Christophe, se publicó en 1949.
Alejo Carpentier falleció en París, el 24 de abril de 1980.

 

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