Por Simeón Arredondo
Poeta y escritor dominicano residente en España
simeonarredondo@gmail.com
En el año 2002 por primera vez una mujer ganó el Premio Nacional de Literatura en la República Dominicana, después de más de una década de la entrega del más alto Galardón a las letras en el país. La destacada narradora Hilma Contreras fue la premiada en esa ocasión. Sólo hubo que esperar cuatro años para ver a otra dama coronarse con el mismo reconocimiento, pues en el año 2006, María Ugarte, periodista, historiadora y académica de gran connotación se alzaba con el mismo. En años posteriores lo ganaron las no menos importantes escritoras Jeannette Miller, Ángela Hernández y Soledad Álvarez.
Del mismo modo, en varios momentos distinguidas escritoras han sido reconocidas con los Premios Anuales de Literatura en sus distintas categorías. Los casos más recientes son los de Sally Rodríguez, Premio Nacional de Poesía 2024, y Virginia Read Escobal, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2024.
Reflexiono en torno a este tema debido a que ha llegado a mis manos el poemario “Versos de crystal”, de la autoría de la maestra y abogada Luz Dalis Acosta, publicado en el año 2010, y me arriba a la mente el hecho de que afortunadamente, nuestras mujeres han avanzado en la participación y en el reconocimiento del quehacer literario a nivel nacional. Ojalá ganen más premios y avancen más. Creo que en ese sentido vamos a un ritmo considerable con relación a como era antes.
Sobre el libro de Acosta debo decir, que viene a respaldar la labor de ese grupo de mujeres que a lo largo de la historia de la literatura dominicana ha dicho presente levantando la voz y aportando con su pluma a su desarrollo y crecimiento en cada uno de los diferentes géneros. Desde Salomé Ureña de Henríquez, pasando por Carmen Natalia Martínez y Aida Cartagena Portalatín, hasta las supra citadas galardonadas y las demás integrantes de las respectivas generaciones que ellas representan, nuestras damas han venido haciendo una literatura digna de reconocimiento.
No es una excepción el caso de la poeta Luz Dalis Acosta, quien con unos versos cortos y sencillos explora de una manera muy particular temas como el amor y el dolor. Mismos que han sido y serán tratados y manoseados por todos los poetas a lo largo de la historia de la humanidad, pero que cada uno lo hace a su manera y con su sello personal.
El poema “Nostalgia lírica”, que introduce el libro, nos marca, no sólo los temas que estarán presentes en todos los siguientes, sino también el rumbo que seguirán en lo que respecta a su ritmo y a su musicalidad.
Tengo…
un verso herido
bañado de nostalgia
fragmentado de sueños
tejido de cristal
bordado en el jardín
de mi tristeza
con hilos
de metáforas.
Verso
Mustio
donde gravita
el llanto
ajado por
el tiempo
rosas blancas
de mi último
rosal.
Mientras nos adentramos en el poemario descubrimos que la autora trata con esmerada delicadeza unos temas universales en la vida, y universales en la poesía. Y es que el amor y el dolor no sólo son componentes intrínsecos de la existencia humana, sino que también son piel y alma de la poesía. Luz Dalis Acosta lo sabe, y lo manifiesta en una poesía tan objetivamente directa como líricamente hermosa, con olor a la poética del gran José Ángel Buesa.
“Tejí mi tristeza / con madejas de otoño”, declara en el poema “Cascadas de ilusiones”, para continuar manifestando su nostalgia por los “amaneceres sin mañana” que cobijan su alma envuelta en “lágrimas / y notas / de recuerdos”.
En la segunda parte del libro brotan ante el lector su lamento y su llanto por la muerte de su esposo. La muerte, ese fenómeno que todos conocemos, esperamos y aceptamos como parte de la vida misma, de hecho, es el final de ésta. Pero nunca deja de sorprendernos, de dolernos, de conmovernos. Conmoción y dolor que nuestra poeta expresa de la siguiente manera:
Sólo la muerte
no tiene medida;
es absoluta.
No tiene mañana
no tiene ayer.
Se conjuga en un tiempo
Infinito.
Su lenguaje es silencio,
ella es castigo y perdón
ella es todo…
ella es nada.
La profundidad y la belleza de los versos de esta poeta llevaron al inmortal Víctor Villegas a afirmar que “sobre una versificación rítmica y una esencia vital colocada en un transformado romanticismo, si bien emocional, profundizado en la interioridad espiritual y hasta filosófica, manifestado con imágenes, especulaciones, sueños, luces sociales, patriotismo, lamento antillano, esta poesía de variadas imágenes conducen mediante sensaciones a un concepto unificado de la existencia humana”. Así es la poesía de Luz Dalis Acosta, dulce y profundamente humana.