-“Este acuerdo es como si Trump sacara la basura y Bukele dijera ‘gracias por el reciclaje’”-
Washington, D.C. – 14 de abril de 2025.
La alfombra roja en la Casa Blanca se despliega este lunes no para celebrar una cumbre de cooperación económica o cultural, sino para orquestar un acuerdo que suena más a empujón que a bienvenida. El presidente estadounidense Donald Trump recibe a su homólogo salvadoreño Nayib Bukele con una sonrisa amplia, aunque cargada del mismo mensaje de siempre: “Gracias por recibir a los que nosotros no queremos”.
El tema central del encuentro es la llamada “cooperación migratoria”, un eufemismo que en realidad esconde una dinámica cada vez más evidente: EE.UU. aprieta y Centroamérica asiente. En este caso, el apretón viene en forma de nuevas rondas de deportaciones hacia El Salvador, principalmente de personas acusadas por las autoridades estadounidenses de tener vínculos con pandillas.
Trump, quien ha hecho del tema migratorio su bandera electoral (otra vez), no pierde oportunidad para recalcar que su administración está “limpiando la casa” y que “los países amigos” como El Salvador deben hacer su parte. Bukele, con su acostumbrada sonrisa de influencer presidencial, parece más que cómodo con el papel, enfatizando que “trabajará con Estados Unidos para reforzar la seguridad regional”, una frase lo suficientemente ambigua como para evitar preguntas incómodas… aunque no todas.
Para los observadores más agudos, este tipo de encuentros parecen confirmar que Bukele ha abandonado cualquier intento de juego equidistante entre las grandes potencias. El otrora “rebelde millennial” que rompía con los moldes de la política tradicional, ahora aparece como un socio confiable en la misión de contener la migración indeseada hacia el norte, aunque esto signifique recibir aviones cargados de salvadoreños bajo sospecha, sin juicio ni apelación.
En la práctica, El Salvador se ha convertido en un “tercer país seguro” no declarado, una suerte de depósito forzoso de la política migratoria de EE.UU. La ironía no pasa desapercibida: un país que todavía lucha contra los estragos de las pandillas recibe a cientos de supuestos miembros de esas mismas estructuras criminales… como parte de una “alianza estratégica”.
Bukele, por su parte, sabe jugar el juego. No faltarán las fotos en el jardín de las rosas, los apretones de mano y las frases hechas para la prensa. No obstante, detrás del show diplomático queda la pregunta: ¿está El Salvador preparado para recibir a estas personas y garantizar seguridad y justicia?
En palabras de un diplomático retirado que pidió no ser identificado: “Este acuerdo es como si Trump sacara la basura y Bukele dijera ‘gracias por el reciclaje’”.
En definitiva, la reunión de este lunes deja una postal nítida del presente político hemisférico: los poderosos dictan, los pragmáticos ejecutan, y los pueblos… siguen migrando.
LRS rodriguezsluism9@gmail.com