InicioARTE Y CULTURADavid Pérez Núñez escritor de pensamiento reflexivo

David Pérez Núñez escritor de pensamiento reflexivo

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«…admirador de Albert Camus, aprendió con él que el escritor no debe jugar al avestruz, que nosotros no estamos al margen de lo que acontece a nuestro alrededor, que no podemos vivir en una bola de cristal, que como ciudadanos no debemos sentirnos por encima de los demás, pero sobre todo aprendí con él a no ser parte de capilla, a tener mi propio acento, a desentonar si es necesario, a no contemporizar para ser agradable al oído de los demás».

A David Pérez Núñez no le gusta que le llamen poeta,  ni señor, tan solo por su nombre a secas, no es asiduo a talleres ni tertulias literarias, es reacio a formar parte de grupos literarios y clanes,  dice ser una oveja negra entre sus compañeros de las letras.

A continuación hago una re-elaboración a partir de una auto-entrevista de David Pérez Núñez.

David llega a la literatura por ‘exceso de inactividad en las tardes plácidas en el patio de su casa y por unos libros dejados al descuido por sus hermanos mayores’. Proveniente de un hogar muy cálido y afectivo, es el último de diez hermanos,  en el patio de su casa lo tenía todo’, allí se reunían aspirantes a escritores, políticos o pintores.

Lector voraz de Frank Kafka e Isak Dinesen quienes le enseñaron que la literatura no es un juego, que las palabras están ligadas esencialmente a la historia personal del escritor, de los poetas Franklin Mieses Burgos y Constantin Kavafis, aprendió a no abusar del lenguaje ni regodearse en la palabra y de Juan Bosch,  la disciplina que entraña la escritura, que es un oficio, el saber que la obra se hace entre cuatros paredes, no en los escaparates de la época.

David es hiper crítico de la sociedad, en sus reflexiones advertimos cierta pesadumbre, ironía, sarcasmo, frustración del medio ambiente social dominado por egos y elitismos absurdos del entorno no le «interesa contemporizar por el simple placer de estar de acuerdo y no ser molestado por posiciones muchas veces incómodas.

Considera que ‘bailar la música que todos bailan es una deshonestidad porque esta vida no es armónica casi siempre y si tu no estas dispuesto a desentonar mejor no toques en la fiesta’.

Dice no ser un hombre frustrado, ni amargado, disfruta la vida en toda su extensión y separa lo puramente intelectual de lo vital y cotidiano. Odia las poses de los llamados intelectuales o artistas, las encuentro enlatadas, falsas y no las comparte.

Admirador del gran escritor y ser humano excepcional Virgilio Díaz Grullón, Premio Nacional de Literatura, le veía  ir a su trabajo cada dia impecablemente vestido a cumplir con su deber, era un hombre de su estirpe, una montaña de dignidad y grandeza, igualmente a Juan Carlos Mieses, Premio Nacional de Literatura 2023; en el ámbito internacional destaca la originalidad y personalidad indiscutible de Octavio Paz y Julio Cortázar.

A continuación compartimos algunas de sus reflexiones y aforismos:

1- Hasta que como escritor o pensador no te veas obligado a recluirte, frente al desmesurado poder del Estado, en una especie de cuarentena literaria, debes cuestionarte como hombre crítico y de pensamiento libre. No solamente las pandemia s nos obligan a separamos del resto, también las ideas aíslan y recluyen. Pienso en Aleksander Solzhenitsyn

2- Los hombres siempre necesitan adorar algo o a alguien. Puede ser un objeto, un personaje, tal vez un acontecimiento puntual. Hay, en este orden de cosas, quienes pierden la cabeza por un auto o bien por un celular. Otros lo harán por un personaje como Nelson Mandela o Ernesto Che Guevara. Lo mismo sucede con ciertos eventos que han marcado el devenir de la historia: la Revolución de octubre, el Mayo del 68 francés… Cada uno busca cómo reafirmar su fe pagana en ausencia de otros dioses.

3- La gran tragedia humana está conectada con la perfección, con la unidad extrema, con la superioridad del circulo. Los más insensatos de la historia fueron individuos infatigablemente correctos, cuya pasión por lo grandilocuente y lo pomposo echó por tierra sus proyectos. Todos ellos ignoraron lo sencillo y lo frágil. No aceptaron el accidente como parte de la construcción del edificio que llamamos humanidad. Lenin, Stalin, Mao, Hitler, Mussolini fueron hombres irreflexivos, desatinados, al igual que lo son muchos de los nuevos mesías de la redención que tenemos hoy en día. Siempre me llamo la atención las posturas rectas e inflexibles, las posiciones de los demasiados impolutos, los que se proponen salvarnos de cualquier atrocidad. Veo detrás de sus corneas, la imagen diminuta de una guillotina.

4- Toda la ceremonia de la puesta en circulación de ese libro de relatos hubiera terminado de mejor modo si el autor, un tipo irreverente y sarcástico, no dedicara las páginas de esos textos a un personaje tan funesto y aborrecible, como aquel que se suicidó después de haber traicionado a Jesús. Cuando girabas hacia tu izquierda la portada del libro, se podían leer en letras góticas y en alto relieve unas líneas densas y lacónicas que decían lo siguiente: a Judas y en él a todos los Judas que llevamos agazapados debajo de nuestra piel.

5- Existe un tiempo en el que todo lo puedes alcanzar con un mínimo esfuerzo. Tienes juventud, garbo, inteligencia. Allá por donde pasas dejas una estela de miradas tras de ti y todo lo que tocas se vuelve oro. Luego entras paulatinamente en un periodo más lento, menos agraciado; uno en el que la manzana que está en el árbol se resiste a caer. Tienes que trepar, mover sus ramas y aún así se vuelve un imposible. Es entonces cuando poco a poco vas aprendiendo a desarrollar habilidades, recursos ocultos en ti.

Te vuelves un gato mañoso, ladino Te alejas de la presa, la dejas reposar, simulas indiferencia, dejas de ser el centro de la fiesta, bajas cada vez más la voz, hablas al oído, cada palabra tuya es un movimiento de ajedrez. Luego, cuando ya has llegado a ser un maestro del tablero, un jugador experimentado, pierdes de súbito interés en el juego, te haces espectador, reconoces que has envejecido, que tus fuerzas ya no dan para más. En muchos casos renuncias a la vida, recoges tus cosas y te retiras. En otras ocasiones, más favorables, actúas de manera inteligente y te dedicas a escribir. De todas, está última opción es la menos pedante. La que yo he elegido.

6- Tener talento es la mayor ofensa que se le puede infringir a un espíritu mediocre. El sentido de la vista es el primero que pierde el envidioso. Se impone entonces la ceguera, el auto engaño. Hay una imposibilidad real, en quien está carcomido por la envidia, de contemplar lo frondoso de un árbol, la elegancia de un potro al cabalgar. Prefiere mirar hacia otro lado, bajar la cabeza y renunciar a la belleza que se posa ante sus ojos.

7- Lo bello al despedirse punza, hiere, hace sangre en el iris. Una estela de navajas recorren las manos cerrando el horizonte de neblinas y a su vez dejando un aroma de nauseabunda sepultura. Si todo fuera tan solo un cambio de escenario, lo hermoso por lo horripilante, el paisaje sereno del bosque por el desierto árido, la nube de algodón que cubre el alto cielo por el caos y el terrenal infierno, si así fuera sería más soportable, más llevadera la ausencia. Lo único inaguantable para el hombre es lo inaccesible, lo oculto, lo inmaterial, el rostro líquido. Sin embargo, frente a todo ello, lo que queda al partir lo bello es la nada, el círculo vacío y sin fondo, el sobresalto espantoso de la locura en la concavidad cerrada de los ojos.

 

8- La suma de dos más dos dejó de ser cuatro. Es lamentable. Tuvieron que pasar milenios de absurdos, para que el hombre llegara a entender que la unión de partes iguales no debe dar siempre resultados afines. Se descubrió al fin un resquicio muy fino en el cual lo absoluto, lo inmutable tiembla, pone en duda lo que llaman verdad. Este deslumbrante acontecimiento es el que permite avanzar a la ciencia y al arte. Nada es definitivo. Desde que algo se erige como tal comienzan a agrietarse los pies que lo sustentan. Todo es oblicuo y tiene infinitas aristas, se contraponen las imágenes una anulando a la otra, fagocitando la última de las verdades.

 

9- Existe un tono narrativo alto, solemne, como las trompetas de los ángeles anunciando un gran acontecimiento. Quienes logran llegar a esos registros vocales suelen ser los grandes escritores, aquellos que trascienden por lo impersonal y distante de lo humanamente aceptable. No diré que son dioses, pero el ronquido de su voz sobrecoge, intimida, penetra. Escritores como Borges, Cioran, Nietzsche entran en otra categoría. No califican para ser tratados como descendientes del Homo Sapiens.

10- No hay que conceder absolutamente nada al amaneramiento del verso, ni en la intención didáctica, ni en la concepción moral. La poesía, el poema es un satélite con luz propia. Voy más lejos. Es un sistema planetario donde se conjugan todas las fuerzas, las del bien y las del mal y en ese instante único e irrepetible usted es un deicida. Muy venenoso por cierto.

 

11- En la literatura siempre se puede tomar por material lo desechable, lo que nadie mira, lo que a los ojos de la mayoría no tiene ningún valor. Los más grandes fracasos literarios están relacionados con la descripción de la belleza. Imposible sacarle más brillo a lo que la naturaleza, de por sí, le ha regalado esa virtud. Sin embargo, a un hombre abandonado por todos, rodando solo en la noche, sin familia, sentado al borde de una alcantarilla, se le pueden encontrar pepitas de oro ocultas entre su sucio gabán.

12- Se exige más pudor. Tus tribulaciones deben ser del ámbito privado. Poco le importan al lector tus fracasos o tus logros. Dejemos el espectáculo para las corridas de toros o las pasarelas en París. La literatura es un auditorio de pocos espectadores.

13- Me son indiferentes las personas que pretenden escandalizar, colocarse un tatuaje en el centro de su vientre, el que escribe de manera soez queriendo llamar la atención sobre sus escritos, el que desde un altoparlante llama a girar el rostro hacia sí mismo. Hay otro modo más sutil y subversivo de ser que me encanta y es el de la discreción. Ese dar la impresión de que todo es normal mientras internamente se es pura dinamita. Me atraen esos artistas que trabajan en un banco o en la oficina de cualquier comercio, los que asisten impecables y acicalados a su trabajo. Esos que no levantan la voz, que parecen seres inofensivos, pero una vez están frente al lienzo o ante la hoja en blanco se transforman, bajan al infierno y te lo entregan envuelto en una horrible humareda, hecho cenizas. Y al día siguiente despiertan como si nada. Toman el tren dirigiéndose hacia su trabajo, serenos, tranquilos, sin que nadie pueda imaginar ni por asomo, que la noche anterior hicieron arte desde el mismo caos de sus vidas aparentemente apacibles.

 

14- Las perogrulladas deberían ser declaradas un arte tan importante como la literatura, el teatro o la música. Tengo amigos, que dicen ser agudos críticos de arte, profundos conocedores del ser humano. Lanzan sus torpedos al aire y se destapan con frases tan manidas, tan elementales que me dejan impávido, sobrecogido por la simpleza de sus pensamientos. Lo bueno de todo es que ocupan grandes titulares. Insisto: debe de ser considerado lo banal como un género artístico emergente, fruto de esta nueva oleada de talentos llegada junto a los medios de comunicación.

15- Después de la incursión de Charles Bukowski en la literatura lo escandaloso se volvió trivial, poco original pretender tomar arsénico en público. El escritor de estos tiempos tiende a ser más discreto. Lleva a los niños al colegio, asiste a las reuniones de su club y en algunos casos extremos va con regularidad a misa los domingos. En otras palabras se ha vuelto un animal doméstico. Ve la vida detrás de un cristal. Pasa por ser anónimo. Un ser intrascendente e invisible, cuyas tribulaciones entran en la esfera de lo íntimo, entre cuatro paredes, a solas y al margen del mundanal ruido de las apariencias. Por supuesto, hablo de un tipo de escritor al que me afilio en su forma de ser. Admito con enorme pesar que, al igual que muchos otros animales considerados exóticos, estamos abocados a la extinción.

16- Definitivamente creo en la reencarnación, en la otra vida. Hace millones de años, en un régimen de fuerza intolerante fui fusilado en medio de la plaza. Sufría de amnesia. Cada vez que se me pedía repetir el catecismo de la época en todas sus formas, político, artístico y religioso me equivocaba en algunas de sus frases. Entendieron, con mucha razón, sus sabios dirigentes que era mas saludable para la sociedad eliminarme y heme aquí de nuevo con mi karma a cuestas, como una oveja negra e irreverente en medio del camino.

 

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