El 12 de marzo de 2025, la Unión Europea (UE) ha dado un paso firme en respuesta a la política proteccionista del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al anunciar la imposición de aranceles por valor de 26.000 millones de euros a una amplia gama de productos estadounidenses.
Esta medida, que entrará en vigor el 1 de abril, es una réplica directa a los aranceles del 25% impuestos por Washington sobre las importaciones de acero y aluminio europeos, que comenzaron a aplicarse el mismo 12 de marzo. Con este intercambio de gravámenes, la guerra comercial entre ambos bloques económicos, que representan el mayor flujo comercial del mundo, se convierte en una realidad palpable.
La decisión de Trump de gravar el acero y el aluminio europeos forma parte de una estrategia más amplia de su administración, que busca reducir el déficit comercial estadounidense mediante políticas proteccionistas. Desde su campaña electoral, Trump ha insistido en la idea de «aranceles recíprocos», argumentando que países como los de la UE imponen barreras injustas a los productos estadounidenses. En particular, ha equiparado el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) europeo a un arancel, una interpretación que ha sido ampliamente cuestionada por expertos, quienes señalan que el IVA es un impuesto al consumo que no discrimina entre productos nacionales e importados.
El anuncio de los aranceles estadounidenses se formalizó tras semanas de amenazas, y su entrada en vigor coincidió con la firma de un memorando en el Despacho Oval el 13 de febrero de 2025, que ordenó a la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. (USTR) y al Departamento de Comercio calcular nuevos gravámenes. Aunque inicialmente se esperaba que los aranceles generalizados se implementaran a partir del 1 de abril, Trump aceleró la medida para el acero y el aluminio, desencadenando una respuesta inmediata de Bruselas.
La respuesta de la UE: «Medidas duras pero proporcionadas»
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó los aranceles estadounidenses como «injustificados y perturbadores», destacando sus efectos negativos en las empresas, los consumidores y las cadenas de suministro transatlánticas. En un comunicado emitido esta mañana, Von der Leyen anunció que las contramedidas de la UE ascienden a 26.000 millones de euros, una cifra que busca igualar el impacto económico de los gravámenes impuestos por EE.UU., estimado en 28.000 millones de dólares.
Estas contramedidas se implementarán en dos fases:
- Fase inicial (1 de abril de 2025): La UE suspenderá las exenciones arancelarias vigentes desde 2018 y 2020, aplicando tarifas por valor de 8.000 millones de euros a productos icónicos estadounidenses como el bourbon, los vaqueros Levi’s y las motocicletas Harley-Davidson. Esta táctica, empleada con éxito durante el primer mandato de Trump, apunta a sectores sensibles en estados gobernados por republicanos, aumentando la presión política interna en EE.UU.
- Fase posterior: Los 18.000 millones de euros restantes se aplicarán progresivamente, dependiendo de la evolución de las negociaciones y de posibles resoluciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde la UE podría presentar una queja formal.
Von der Leyen subrayó que la respuesta europea es «fuerte pero proporcionada» y cumple con las normas de la OMC. Además, mantuvo abierta la puerta al diálogo, encargando al comisario de Comercio, Maroš Šefčovič, que reanude conversaciones con Washington para buscar soluciones que eviten una escalada mayor.
Productos afectados y repercusiones económicas
Aunque la lista definitiva de productos estadounidenses gravados aún no se ha publicado en detalle, se espera que incluya bienes de consumo como whisky, tabaco, ropa, vehículos y productos agrícolas, siguiendo el precedente de 2018. En aquella ocasión, la UE impuso aranceles del 25% a casi 200 productos por valor de 2.800 millones de euros, una cifra que ahora se multiplica significativamente.
Las consecuencias económicas de esta guerra comercial serán profundas:
- En Europa: Los aranceles al acero y aluminio afectarán a exportadores clave como Alemania y España, que en 2024 envió 385 millones de euros en estos metales a EE.UU. Los precios de los bienes de consumo estadounidenses subirán en el mercado europeo, impactando a los consumidores.
- En EE.UU.: Las empresas importadoras absorberán inicialmente los costos de los aranceles europeos, pero es probable que trasladen el aumento de precios a los ciudadanos estadounidenses, elevando la inflación. Industrias como la automotriz y la energética, altamente integradas con Europa, enfrentarán disrupciones en sus cadenas de suministro.
Reacciones y perspectivas
La respuesta de la UE ha sido bien recibida por líderes como el presidente francés, Emmanuel Macron, quien insistió en que Europa debe «hacerse respetar» frente a ataques comerciales arbitrarios. Sin embargo, algunos analistas advierten que una escalada prolongada podría dañar a ambos lados del Atlántico, especialmente en un contexto de desaceleración económica global.
Por su parte, Trump ha minimizado las críticas, insistiendo en que sus medidas protegerán los empleos estadounidenses y reducirán el déficit comercial. Sin embargo, estudios como el del Instituto Peterson para la Economía Internacional sugieren que los aranceles podrían reducir el PIB real de EE.UU. en 200.000 millones de dólares a largo plazo.
¿Hacia dónde va el conflicto?
La UE apuesta por una doble estrategia: firmeza en la retaliación y disposición al diálogo. Šefčovič, quien ya se reunió con el secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick, en febrero, intentará negociar acuerdos que podrían incluir mayores compras de gas natural licuado estadounidense o simplificaciones regulatorias en Europa. No obstante, la imprevisibilidad de Trump y su retórica beligerante sugieren que la resolución no será inmediata.
En resumen, el 12 de marzo de 2025 marca el inicio oficial de una nueva guerra comercial transatlántica. Con aranceles cruzados y millones de empleos y consumidores en juego, el futuro de las relaciones comerciales entre la UE y EE.UU. pende de un delicado equilibrio entre confrontación y negociación.
LRS