Dimisión Relámpago de Primer Ministro Profundiza la Crisis en Francia
París, 6 de octubre de 2025 — El caos político en Francia ha alcanzado un nuevo y dramático nivel. Apenas unas horas después de anunciar la composición de su nuevo Ejecutivo, el primer ministro Sébastien Lecornu presentó este lunes su dimisión al presidente Emmanuel Macron, quien la aceptó en un lacónico comunicado del Elíseo. Este movimiento fulminante convierte a Lecornu en el primer ministro más efímero de la V República y evidencia la parálisis institucional y la profunda crisis de gobernabilidad que asola al país galo.
Nombrado apenas hace un mes para suceder a François Bayrou, Lecornu asumió la ingente tarea de formar un gobierno que pudiera navegar el Parlamento sin mayoría de Macron y conseguir la aprobación de los cruciales presupuestos de austeridad que buscan atajar una deuda pública récord (solo superada en la UE por Grecia e Italia).
Sin embargo, el gabinete presentado el domingo fue percibido por la oposición y sectores de la propia alianza de Macron como una maniobra de marcado continuismo, lo que Lecornu defendió como la representación de la «base común» parlamentaria. La crítica más inmediata y demoledora vino de su propio flanco: el presidente de Los Republicanos (LR), Bruno Retailleau, no fue informado del regreso de figuras clave, lo que provocó una implosión de la ya frágil alianza. Lecornu mismo lamentó que las «ambiciones presidenciales» (con vistas a 2027) hubieran antepuesto las «líneas rojas» a las «líneas verdes» del compromiso, haciendo su misión imposible.
El resultado es un Ejecutivo que ni siquiera tuvo tiempo de dirigirse a la Asamblea Nacional para la preceptiva declaración de política general, y que ahora queda en calidad de «gobierno dimisionario» para despachar los asuntos corrientes.
Macron, en la Cuerda Floja: Piden su Salida o la Disolución del Parlamento
La renuncia de Lecornu es el cuarto primer ministro que cae en apenas un año (tras Attal, Barnier y Bayrou), un récord de inestabilidad que señala directamente al presidente Macron. Su estrategia de convocar elecciones legislativas anticipadas el año pasado, buscando reforzar su autoridad, fracasó estrepitosamente y lo dejó en minoría, sumiendo a Francia en un estancamiento político sin precedentes.
La oposición, de la extrema derecha a la izquierda radical, ha capitalizado inmediatamente la crisis.
Jordan Bardella, líder de Agrupación Nacional (RN, extrema derecha), calificó la dimisión como una «medida inteligente» y urgió a Macron a disolver la Asamblea Nacional y convocar nuevas elecciones. «No se puede restablecer la estabilidad sin volver a las urnas», sentenció, señalando la incapacidad de Macron para resistirse a esta disolución.
Mathilde Panot, jefa de La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda), fue más allá, declarando que «la cuenta regresiva ha comenzado. Macron debe irse«, y pidiendo revisar una moción firmada por 104 diputados para la destitución del presidente por «incumplimiento de sus deberes».
La percepción de que Macron ha perdido el control político del país es generalizada. Su capacidad para articular consensos parece agotada, dejándolo en la encrucijada más difícil de su mandato: nombrar un quinto primer ministro en dos años, arriesgándose a un nuevo fracaso y a la burla internacional, o ceder a la presión y convocar elecciones legislativas anticipadas, un movimiento de alto riesgo que podría entregar el poder a la extrema derecha o a la izquierda del Nuevo Frente Popular.
La inestabilidad política ha tenido un reflejo inmediato en los mercados financieros. La Bolsa de París (CAC 40) ha registrado fuertes caídas, y la prima de riesgo francesa ha escalado a máximos del año, disparando el diferencial de rendimiento entre la deuda francesa y alemana. La preocupación del mercado se centra en la capacidad de Francia para gestionar su elevada deuda pública y aprobar las medidas de austeridad necesarias.
La dimisión de Lecornu es, en definitiva, la prueba más reciente de que el sistema político francés está «al final del camino». El país se encuentra en un limbo, con un gobierno en funciones y un presidente acorralado, obligado a tomar una decisión que definirá no solo el resto de su mandato, sino la estabilidad económica y política de Francia y, por extensión, de la Unión Europea.
-Luis Rodriguez Salcedo para TeclaLibre-
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