Trump lanza su anzuelo… ¡y Canadá responde con un portazo!
Por Luis Rodriguez Salcedo
Mientras los canadienses acudían a las urnas este 28 de abril para elegir a su nuevo gobierno, desde el sur del continente les llegó un curioso “saludo electoral”. Nada menos que del presidente Donald Trump, quien, como si fuera dueño de un mapa escolar y una caja de marcadores, propuso —una vez más— que Canadá se convierta en el 51.º estado de la Unión Americana.
Sí, leyó bien. En plena jornada electoral canadiense, Trump se despachó con su propuesta en Truth Social, deseando «buena suerte» a los votantes y sugiriendo que una anexión “sería un gran negocio” para ambos países. ¿Visión geopolítica o intento de provocar titulares? Quién sabe, pero la reacción al norte fue inmediata… y nada diplomática.
Mark Carney, recién elegido primer ministro de Canadá, no se anduvo con rodeos: calificó el comentario como una «traición», y declaró, firme como un arce centenario, que «Canadá nunca se romperá». Por su parte, el líder conservador Pierre Poilievre, rara vez en sintonía con Carney, esta vez coincidió al cien por ciento: «Canadá nunca será el 51.º estado», dijo, con tono de advertencia más que de réplica.
¿Y la gente? Bueno, según una encuesta publicada en marzo, el 85% de los canadienses no quiere ni oír hablar de convertirse en parte de los Estados Unidos. Y el otro 15% probablemente pensó que era una broma.
¿Es esta una muestra más del estilo Trump: provocador, populista y poco diplomático? ¿O una estrategia para distraer la atención de sus propios problemas internos? Lo cierto es que Canadá, tierra de osos, jarabe de arce y discreción política, respondió como acostumbra: con frialdad y claridad.
Trump, por ahora, deberá conformarse con sus 50 estrellas… porque en el norte, no hay nieve que derrita la convicción de seguir siendo soberanos.
