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ENTRE ALFOMBRAS ROJAS, AVIONES DE GUERRA Y GESTOS PARA LA HISTORIA

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Putin y Trump en Alaska: entre alfombras rojas, aviones de guerra y gestos para la historia

Anchorage, Alaska – No fue una cumbre cualquiera, ni el lugar elegido fue inocente. Vladímir Putin y Donald Trump se estrecharon la mano este viernes en una base militar de Alaska, territorio que alguna vez fue ruso y que, por unas horas, se convirtió en escenario de simbolismos históricos, teatralidad política y miradas calculadas.

El encuentro, calificado de “histórico” por la Casa Blanca y de “oportunidad crucial” por el Kremlin, marca el primer cara a cara entre ambos desde 2019 y la primera visita de Putin a Estados Unidos en casi una década. Detrás del saludo —captado y difundido con entusiasmo por el Ministerio de Exteriores ruso— se desplegaba un decorado de aviones F-22 y un bombardero B-2, como recordatorio sutil de que el poder militar también se sienta a la mesa.

Entre nostalgia soviética y geopolítica a sangre fría

No faltó el detalle pintoresco: el canciller ruso, Serguéi Lavrov, apareció luciendo un suéter con las siglas “URSS”, un guiño que mezcla provocación y melancolía, mientras los delegados intercambiaban sonrisas medidas. El gesto no pasó desapercibido para la prensa occidental, que lo interpretó como una forma de recordar que la historia, para Moscú, siempre se revisita con segundas intenciones.

La agenda oficial incluía la guerra en Ucrania, seguridad europea y “otros asuntos de interés mutuo”. Sin embargo, las filtraciones apuntan a que Trump estaría tanteando un alto el fuego que reconozca de facto parte de las ganancias territoriales rusas, a cambio de promesas de garantías de seguridad. Promesas, claro, que no llegarían al punto de una membresía en la OTAN para Kiev.

Un escenario sin Zelenski y con muchas cámaras

La ausencia del presidente ucraniano Volodímir Zelenski en la mesa ha levantado suspicacias: ¿negociar la paz de un país sin su presencia directa? Para algunos analistas, la reunión de Alaska recuerda más a un capítulo de diplomacia personalista que a un proceso multilateral. Mientras tanto, Moscú ya dejó caer la idea de que el próximo encuentro podría celebrarse en territorio ruso, invitación que —según Yuri Ushakov, asesor presidencial— ya ha sido formalmente entregada a Trump.

El espectáculo paralelo

Más allá de la sustancia, el guion visual fue impecable: alfombra roja, fotógrafos en posiciones coreografiadas y la sonrisa contenida de dos líderes que saben que cada imagen se analizará al milímetro. El saludo, prolongado apenas lo justo, parecía más una partida de ajedrez que un gesto de cordialidad.

En las calles, simpatizantes y detractores coreaban mensajes que iban desde el “Make Peace Great Again” hasta pancartas acusando a ambos de “negociar sobre cadáveres ucranianos”. Entre tanto, las bolsas internacionales reaccionaban con cautela y el rublo recuperaba algo de terreno, quizá anticipando concesiones futuras.


Conclusión: Alaska fue testigo de un acto de diplomacia que mezcla historia, teatro y estrategia. Y como en todo buen drama geopolítico, el aplauso o el abucheo dependerá del próximo capítulo… que podría escribirse en Moscú.

rodriguezsluism9@gmail.com

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