Ayer, domingo 23 de marzo de 2025, el Malecón de Santo Domingo, la vibrante capital de la República Dominicana, se transformó en un espectáculo de color, música y creatividad con la celebración del Desfile Nacional del Carnaval.
Este evento, considerado la máxima expresión de la cultura popular dominicana, marcó el cierre de las festividades carnavalescas del año y reunió a miles de personas frente a las aguas del mar Caribe, en un ambiente cargado de alegría y tradición. La República Dominicana, reconocida como la cuna del primer carnaval de América, volvió a demostrar por qué esta festividad ocupa un lugar especial en el corazón de su pueblo.
El desfile contó con la participación de alrededor de 150 comparsas provenientes de distintos rincones del país, cada una desplegando su ingenio y talento a través de elaborados disfraces, coreografías y representaciones que reflejaron la diversidad cultural de la nación.
Este año, el carnaval estuvo dedicado a la provincia de San Cristóbal, una región destacada por su rico patrimonio cultural y por el creciente prestigio de su propio carnaval, que en ediciones recientes ha sido galardonado con múltiples reconocimientos. Los organizadores del evento resaltaron que esta dedicatoria busca honrar la contribución de San Cristóbal a la tradición carnavalesca y su capacidad para innovar dentro de esta celebración tan arraigada.
El festejo dio inicio alrededor de las 15:00, hora local, bajo un sol radiante que acompañó a los asistentes y participantes durante toda la jornada. El ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, estuvo presente en el evento y expresó su satisfacción por el desarrollo del desfile.
En declaraciones a la prensa, Salcedo subrayó el esfuerzo conjunto entre las instituciones gubernamentales y las agencias de seguridad para garantizar que la celebración se llevara a cabo en un ambiente de paz y orden. “Este es un día para que el pueblo dominicano disfrute de su identidad y de su creatividad, y hemos trabajado arduamente para que todo transcurra en absoluta tranquilidad”, afirmó el ministro, destacando la importancia de preservar esta tradición que une a las comunidades de todo el país.
El Malecón, con su icónica vista al Caribe, se llenó de personajes tradicionales como los diablos cojuelos, con sus máscaras coloridas y sus trajes llenos de cascabeles, así como de reinas del carnaval, comparsas infantiles y grupos que rindieron homenaje a las raíces africanas, indígenas y europeas que confluyen en la identidad dominicana. La música, inseparable de esta fiesta, resonó en cada esquina, con ritmos que iban desde el merengue hasta sonidos más contemporáneos, acompañando el paso de las comparsas y el entusiasmo de los espectadores.
El Desfile Nacional del Carnaval no solo cerró el mes de celebraciones que tradicionalmente se extienden desde febrero, sino que también reafirmó su papel como un espacio de expresión artística y unión cultural. A pesar de los desafíos logísticos que implica un evento de esta magnitud, las autoridades y los participantes lograron que la jornada fuera un éxito, consolidando una vez más a Santo Domingo como el epicentro de esta histórica tradición americana. Sin duda, el carnaval dominicano sigue siendo un reflejo vivo de la creatividad y el espíritu festivo de su gente, un legado que se renueva con cada edición y que continúa atrayendo tanto a locales como a visitantes de todo el mundo.
LRS