-Pentágono al sur del Caribe: ¿Guerra al narco o pretexto geopolítico?-
Por Redacción TeclaLibre
El secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, confirmó lo que ya olía a maniobra de alto calibre: el Pentágono comenzó a desplegar fuerzas aéreas y navales hacia el sur del Caribe, siguiendo la nueva línea dura de la Administración Trump, que en febrero colocó a varios cárteles de México y Venezuela en la lista de “organizaciones terroristas”.
Lo que antes era territorio casi exclusivo de la DEA y la Guardia Costera ahora pasa al menú de los uniformados del Pentágono. La designación de estos grupos como terroristas no es un cambio semántico: abre la puerta legal para que Washington use herramientas militares, inteligencia táctica y operaciones ofensivas fuera de su territorio. El mensaje es claro: ya no es “operación contra el narcotráfico”, es guerra preventiva.
Rubio lo puso sin anestesia: “Si tienen ejércitos y controlan territorio, no son pandillas: son terroristas”. Con esa frase, justificó la participación directa de fuerzas militares estadounidenses en lo que, hasta ahora, se gestionaba con acuerdos binacionales y cooperación policial.
Aunque el Pentágono guarda silencio sobre la magnitud del despliegue, trascendió que incluirá patrullajes navales de largo alcance, vigilancia aérea persistente y posiblemente acciones de interdicción y neutralización selectiva en aguas internacionales. Oficialmente, no habrá incursiones en territorio mexicano ni venezolano, pero el radio de acción en mar abierto es amplio… y políticamente elástico.
México rechazó de inmediato cualquier operación militar estadounidense dentro de su territorio.
Venezuela acusó a Washington de “fabricar un expediente” para justificar acciones hostiles.
En el Caribe, algunos gobiernos aliados miran con cautela: la cooperación contra el narcotráfico es bien recibida, pero la línea entre “apoyo” y “proyección de fuerza” puede ser delgada.
El movimiento no es solo antidrogas. El sur del Caribe es una ruta clave para el tráfico de drogas hacia EE. UU., pero también un espacio de creciente influencia de potencias rivales como China y Rusia. Un despliegue naval-aéreo allí funciona como mensaje disuasorio a ambos… y de paso, refuerza la narrativa de Trump como “comandante en jefe implacable” en plena precampaña.
Más que un operativo aislado, esto huele a ensayo de doctrina: usar la “guerra al narco” como llave para abrir la puerta a intervenciones militares directas en América Latina. En el tablero de Washington, los carteles son enemigos reales, pero también útiles piezas retóricas para mover portaviones, aviones de patrulla y diplomacia de cañonera.
La pregunta es: ¿quién pone el límite… y qué pasa cuando esa “guerra” empiece a generar daños colaterales en aguas y costas de la región?
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