-Israel pide ayuda a EE. UU. para atacar a Irán, pero Washington duda: ¿socios o espectadores?-
Tel Aviv busca apoyo militar directo de EE. UU. en su ofensiva contra Irán, mientras la Casa Blanca prefiere la contención. El riesgo de una guerra regional crece.
Por Redacción Teclalibre
En una jugada que recuerda viejos tiempos de alianzas incondicionales, Israel ha solicitado formalmente a Estados Unidos que se una a su ofensiva militar contra Irán, según revelaron fuentes de alto nivel a medios internacionales como Axios. La petición, realizada en las últimas 48 horas, incluye el deseo de que EE. UU. participe en el ataque a la planta de enriquecimiento de uranio de Fordow, una instalación subterránea fuertemente protegida.
Sin embargo, la respuesta de Washington ha sido fría. “No estamos involucrados”, declararon portavoces del Departamento de Estado, marcando distancia de los ataques iniciales israelíes sobre territorio iraní. La Casa Blanca ha reafirmado su respaldo a la defensa de Israel, pero evita, al menos por ahora, entrar directamente en un conflicto que podría incendiar el Medio Oriente.
La instalación nuclear de Fordow es el corazón subterráneo del programa nuclear iraní. Excavada en una montaña y diseñada para resistir bombardeos, solo puede ser atacada eficazmente con bombas antibúnker que Israel no posee en su arsenal. De ahí el pedido urgente a Washington: sin esas armas, Fordow seguirá intacta.
EE. UU. ha activado su aparato defensivo: destructores con misiles interceptores se han desplazado al Mediterráneo oriental y se han reforzado las defensas israelíes con tecnología Patriot. Pero el gobierno estadounidense ha dejado claro que no participará por ahora en acciones ofensivas conjuntas. Algo asi como escudo, pero no espada.
El presidente Trump, pese a su retórica usual, parece contenerse. Algunos analistas creen que se trata de una estrategia política: apoyar a Israel sin cargar con los costos políticos de una guerra.
El dilema de Washington: ¿apoyo incondicional o cálculo estratégico?
En el Congreso estadounidense, las posiciones están divididas. Mientras algunos legisladores halcones presionan por una intervención inmediata, otros, incluidos sectores cercanos al expresidente Biden y figuras del ala populista republicana como JD Vance, advierten contra repetir “errores del pasado” en Medio Oriente.
“No podemos ser arrastrados a otra guerra regional sin objetivos claros”, advirtió una fuente del Pentágono. Aunque Irán ya ha lanzado misiles balísticos hacia Israel y sus fuerzas aliadas, la Casa Blanca apuesta por contener el conflicto antes de que se extienda por la región.
¿Qué podría cambiarlo todo?
Tres factores podrían hacer que EE. UU. reconsidere su postura: Que Irán ataque directamente a tropas o instalaciones estadounidenses. Que Israel no logre destruir Fordow por su cuenta. Que la presión del lobby pro israelí y del sector intervencionista republicano se vuelva insostenible.
El riesgo de una guerra total entre Israel e Irán es real. Y aunque por ahora EE. UU. juega a ser el “guardián desde la sombra”, su presencia militar en la región y su vínculo histórico con Israel lo convierten en un actor que no podrá mantenerse neutral por mucho tiempo.
La guerra aún no es global, pero está peligrosamente cerca. Washington se debate entre la lealtad estratégica y la prudencia diplomática, mientras Tel Aviv sigue tocando la puerta… con misiles sobre la mesa.
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