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ISRAEL SUBESTIMÓ LA CAPACIDAD DEFENSIVA DE IRÁN

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-Israel subestimó la capacidad defensiva de Irán… y ahora paga el precio de su arrogancia estratégica-

El Estado hebreo, confiado en su superioridad aérea y tecnológica, no previó la resiliencia militar iraní ni la respuesta masiva que pondría a prueba sus sistemas de defensa.

Por Redacción Teclalibre / NotiAnálisis

Durante años, la narrativa predominante en los círculos de seguridad israelíes se apoyó en una premisa tan repetida como peligrosa: que Irán, aunque ruidoso y desafiante, carecía de la capacidad real para sostener una ofensiva significativa contra el poderío militar de Israel. Sin embargo, los acontecimientos de las últimas semanas han demostrado que esta premisa no solo era errada, sino temerariamente ingenua.

La ofensiva iraní lanzada en represalia tras los bombardeos israelíes en Teherán rompió todos los esquemas previsibles. Más de 300 misiles balísticos, lanzados en menos de tres días, impactaron diversas zonas de Israel, superando —en varios frentes— el paraguas de hierro de sus renombrados sistemas defensivos: el Iron Dome, la Honda de David y el sistema Arrow. Varios misiles no solo alcanzaron sus objetivos, sino que provocaron incendios, heridos y, lo más importante, un sacudón psicológico que desmontó la narrativa de invulnerabilidad.

Israel confió en su tecnología, en sus alianzas y en la información de inteligencia. Pero como ha ocurrido en otros conflictos modernos, la guerra electrónica, la saturación de misiles y la capacidad de camuflaje iraní superaron los modelos teóricos de defensa. Al parecer, los estrategas israelíes no calcularon con precisión la capacidad de respuesta ni la velocidad de reorganización del aparato militar persa.

El resultado: bases aéreas impactadas, sistemas antimisiles desbordados, y, sobre todo, una ciudadanía israelí que debió presenciar cómo las alarmas no eran ensayos, sino alertas reales de un enemigo que sí puede golpear… y con fuerza.

Sí, Israel logró reestablecer temporalmente la superioridad aérea tras bombardear radares, hangares y posiciones estratégicas en Irán. Incluso se habla de operaciones encubiertas del Mossad que neutralizaron piezas clave de la defensa iraní. Pero ese primer acto de eficacia no borra el hecho de que Irán, lejos de replegarse, responde con precisión y determinación, sin agotar su arsenal ni su capacidad de disuasión.

Además, Irán ha demostrado que posee una red de misiles de mediano y largo alcance capaz de esquivar intercepciones. A esto se suma una creciente amenaza: el uso de drones y misiles hipersónicos en futuras etapas del conflicto.

Paradójicamente, mientras Rusia no ha podido controlar los cielos ucranianos tras más de dos años de guerra, Israel sí logró una ventaja aérea temporal sobre Irán. Pero el costo político, militar y simbólico ha sido alto. Porque Irán, lejos de ser una presa fácil, se ha mostrado como un actor estratégico frío, paciente, y ahora abiertamente desafiante.

Esto obliga a los centros de poder de Occidente a repensar su visión del Golfo Pérsico: ya no se trata solo de prevenir que Irán construya una bomba nuclear, sino de reconocer que ya posee un arsenal convencional capaz de hacer temblar a sus enemigos más sofisticados.

Israel, por primera vez en muchos años, ha experimentado una guerra en la que su poderío tecnológico no garantizó ni la disuasión ni la inmunidad. Y ese nuevo equilibrio, aunque sea temporal, reconfigura no solo el tablero militar, sino el político y diplomático en todo Medio Oriente.

Al final, el error no fue de misiles, sino de lectura: subestimar al adversario es, en el mundo moderno, la más cara de las equivocaciones.

rodriguezsluism9@gmail.com

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