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LA PAZ SEGÚN NORUEGA

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-La Paz, según Noruega: ¿Un Premio al Coraje o a la Confrontación?-
Análisis TeclaLibre

El Comité Noruego del Nobel, ese grupo de bienintencionados nórdicos con un inexplicable apetito por la controversia, ha vuelto a hacerlo. El Premio de la Paz 2025 no fue para mediadores discretos, ni para las víctimas silenciadas de Gaza o Ucrania. No. Fue a parar a manos de María Corina Machado, la «Dama de Hierro» venezolana, una elección que, más que una distinción, parece una declaración de guerra diplomática y, de paso, una bofetada sonora a cierto inquilino de la Casa Blanca.

El resultado es un debate que, si bien exalta la figura de Machado como símbolo de la resistencia democrática, también saca a relucir la eterna politización del galardón y, cómo no, los llantos y las «bembitas» de quienes lo querían para sí.

Los Amargados Oficiales: De La Habana a Washington
Como era de esperarse, la reacción más virulenta provino del régimen cubano y, por extensión, del madurismo. El presidente Miguel Díaz-Canel no tardó en calificar el premio de «vergonzoso» y criticó la «politización» del comité. Sobriedad democrática: Claro, porque cuando se trata de derechos humanos en La Habana o Caracas, la crítica internacional es pura politiquería, ¿verdad?

Pero la verdadera joya de la hipocresía llegó desde el corazón del poder occidental: la Casa Blanca de Donald Trump.

El Berrinche de Trump: El presidente Trump, quien pasó las últimas semanas haciendo campaña para el Nobel citando su mediación en el acuerdo de alto el fuego de Gaza (que, irónicamente, se firmó el día antes del anuncio), sintió el golpe. Su portavoz, con una seriedad cómica, emitió una crítica directa al Comité Nobel: «Probó que pone la política por encima de la paz» al no premiar a Trump.

Suspicacia: El mensaje fue claro: Noruega desperdició una oportunidad de oro para premiar al «mejor negociador de la historia» y, en su lugar, eligió a una figura que, para los críticos de izquierda y algunos trumpistas, ha coqueteado con la «intervención extranjera» y la confrontación directa. Trump, naturalmente, intentó salvar la cara publicando un mensaje donde Machado supuestamente le decía: «Estoy aceptando el premio en tu honor.»

La Contradicción de la Paz y la Guerra: Críticos radicales en España, como el exlíder de Podemos Pablo Iglesias, llevaron la crítica al extremo. Iglesias dijo, con su característica delicadeza, que el premio a Machado era tan desatinado que «se lo podrían haber dado a Trump o incluso a Adolf Hitler.»

Ironía: La acusación se basa en la línea política de extrema confrontación de Machado. Para sus detractores, premiar a alguien que aboga por la «máxima presión» y que algunos acusan de promover la injerencia, es un contrasentido total con el espíritu de la Paz. Sin embargo, en un mundo donde la «paz» a menudo es la paz de los sepulcros impuesta por una dictadura, el comité parece haber optado por premiar la voz que clama por la libertad.

Las «Bembitas» de los Otros Candidatos
La elección de Machado dejó a varios contendientes y sus lobbies en un incómodo silencio, con las «bembitas» colgando por el galardón perdido:

El Nobel Perdido de la Geo-Política: Los expertos señalaban con insistencia a instituciones como la Corte Penal Internacional (CPI) o la Corte Internacional de Justicia (CIJ), por su papel en la justicia de conflictos en Gaza y Ucrania. El Comité optó por el dramatismo individual sobre el impersonal cuerpo legal.

El Activismo Derrotado: Figuras como la viuda del opositor ruso Yulia Navalnaya, o incluso la propia Greta Thunberg (nominada por su activismo climático y su participación en una flotilla humanitaria a Gaza), quedaron en la banca.

Suspicacia: El Comité, quizás cansado de premiar activistas medioambientales o rusos disidentes, buscó una narrativa más potente y regionalizada. La resistencia bajo amenaza real, desde la clandestinidad, superó a las causas que operan con mayor margen internacional.

Conclusión: Un Premio que No Calma, Sino que Desafía
El Nobel de la Paz 2025 es, en esencia, un acto político y un desafío moral. El Comité ha roto el molde, premiando no a una mediadora de la paz, sino a una catalizadora del conflicto democrático.

Si la intención era enviar una «fuerza moral poderosa» a Caracas, lo han logrado. Pero también han encendido la furia de autócratas (como el gobierno cubano y ruso, que también criticó el Nobel) y la frustración de una superpotencia herida en su ego (la Casa Blanca de Trump).

El mensaje es simple, aunque no pacífico: la Paz solo es sostenible cuando va de la mano con la Democracia. Lo que queda por ver es si el premio le dará a Machado la inmunidad o la visibilidad necesaria para forzar la transición, o si, en el brutal juego de poder venezolano, la medalla de oro del Nobel se convertirá, irónicamente, en una medalla de riesgo. Por ahora, el mundo ya no puede pretender ignorar a la «Dama de Hierro» y, menos aún, a su pueblo.

-Luis Rodriguez Salcedo para TeclaLibre-

rodriguezsluism9@gmail.com      https://teclalibremultimedios.com/category/portada

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