-Trump sacude Washington en sus primeros 100 días: medidas radicales, choques internos y tensiones globales-
Washington, D.C. — En apenas 100 días en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha desafiado el orden político y diplomático de Estados Unidos con una agenda cargada de confrontaciones, decisiones polémicas y declaraciones que mantienen en vilo a la comunidad internacional.
Desde su investidura, el mandatario republicano ha cumplido su promesa de gobernar con “puño de hierro”, sacudiendo las estructuras tradicionales del poder con recortes presupuestarios, decretos ejecutivos y una retórica incendiaria que no ha dejado espacio para las medias tintas.
Uno de los primeros pasos de la administración Trump fue proponer recortes significativos al presupuesto federal, afectando áreas como la cultura, la protección ambiental y programas sociales. Esta reorientación presupuestaria, destinada a aumentar el gasto en defensa y seguridad fronteriza, provocó un rechazo frontal de múltiples sectores.
Los roces institucionales no se hicieron esperar. Trump protagonizó enfrentamientos con jueces federales, especialmente aquellos que bloquearon su polémica orden ejecutiva que prohibía la entrada a ciudadanos de varios países de mayoría musulmana. También acusó a universidades de ser centros de “adoctrinamiento progresista” y descalificó a la prensa, a la que llamó repetidamente “enemiga del pueblo”.
La inmigración fue uno de los ejes principales de su discurso de campaña y se convirtió rápidamente en campo de acción. Trump ordenó la construcción del muro en la frontera con México y promovió redadas masivas del ICE, lo que generó temor entre comunidades migrantes.
La política de “tolerancia cero” derivó en la separación de miles de niños de sus padres en la frontera, una medida duramente criticada por organismos de derechos humanos y líderes religiosos.
En el plano político, Trump ha mantenido un enfrentamiento abierto con el Partido Demócrata, al que acusa de entorpecer su agenda con fines partidistas. La polarización ha alcanzado niveles sin precedentes, y el diálogo bipartidista parece cada vez más lejano.
Incluso dentro del Partido Republicano, figuras tradicionales han mostrado incomodidad ante el estilo directo y disruptivo del presidente, aunque muchos han optado por alinearse con él para evitar represalias políticas.
La política exterior también ha sido sacudida por Trump. Su amenaza de imponer aranceles a productos chinos y europeos ha encendido alarmas sobre una posible guerra comercial. Asimismo, sus declaraciones ambiguas sobre el conflicto en Ucrania y su firme respaldo a Israel en la guerra de Gaza han generado tensiones diplomáticas.
La decisión de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén rompió con décadas de diplomacia en Oriente Medio, provocando reacciones encontradas en la región. También han generado controversia sus expresiones en favor de la anexión de territorios, algo que ha sido interpretado por analistas como un giro hacia el unilateralismo agresivo.
“Lo que hemos hecho en estos primeros 100 días es apenas el inicio”, declaró Trump recientemente en un mitin. Sus palabras, más que promesa, suenan a advertencia. Lo cierto es que el nuevo presidente ha impuesto su sello con rapidez: imprevisible, polarizante y determinado a gobernar sin concesiones.
A medida que se aproxima el segundo tramo de su mandato, el país —y el mundo— siguen atentos a cada movimiento del nuevo inquilino de la Casa Blanca, cuyas decisiones ya han comenzado a redibujar el mapa político global.