-El canciller ruso califica a la República Dominicana como «socio prometedor», y pocas horas después, Marco Rubio regresa al país en nombre de EE. UU. para reafirmar la cooperación bilateral. ¿Coincidencias diplomáticas o competencia geopolítica?-
Por Luis Rodríguez Salcedo
Santo Domingo.- El 29 de abril aterrizó en suelo dominicano una figura que no pasa desapercibida: el canciller ruso Sergei Lavrov. Con agenda discreta pero mirada aguda, sostuvo reuniones con el ministro de Exteriores Roberto Álvarez y una visita reservada al presidente Luis Abinader en el Palacio Nacional. Al día siguiente, habló claro ante la prensa: “La República Dominicana es un socio prometedor en América Latina”, dijo, mientras delineaba una hoja de ruta donde destacan la cooperación económica, turística, educativa y cultural entre Moscú y Santo Domingo.
Lavrov apenas había despegado del país, cuando sonó el teléfono diplomático de Washington. Tres meses después de su primer encuentro, Luis Abinader se volvió a reunir con el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio —ahora también asesor de seguridad de Donald Trump—, en una cita relámpago que muchos interpretan como una respuesta inmediata y calculada.
Rubio no vino con flores, pero sí con preocupación. Haití volvió a ser el plato fuerte en la mesa, donde Abinader insistió en que el caos en el vecino país requiere una respuesta internacional urgente. El secretario norteamericano, por su parte, apeló al libreto de la “solidaridad global” y el compromiso de Washington en la región.
¿Coincidencia? Difícil de creer. Que Lavrov califique a República Dominicana como “socio estratégico” y que, en cuestión de horas, Washington refuerce su presencia diplomática en la isla suena menos a casualidad y más a celos geopolíticos.
El Caribe, una vez más, parece convertirse en tablero de juego para las potencias. Y en ese ajedrez, la ficha dominicana está siendo cortejada con promesas, sonrisas diplomáticas… y algo de presión encubierta.